Gracias a Kyle pudimos bajar por el acantilado casi sin problema, Nos habíamos atado una cuerda a la cintura y caminamos lo más rápido que nos dejaba la nieve, en dirección a la ciudad, pero se dificulta demasiado que la nieve nos cubriera hasta la rodilla. Llevábamos una hora, o dos caminando cuando comenzó a nevar y a soplar un fuerte viento que nos golpeaba por todas las direcciones, varias veces sentí con Hillary caí al suelo, ya que tiraba de la cuerda, así que sujeté su mano con fuerza para evitar que volviera a caer.
Kyle se giraba cada pocos minutos para asegurarse de que estábamos bien, pero claramente el cansancio ya nos pesaba antes de que el último rayo de sol se escondiera tras las montañas, y en cuanto todo se oscureció fue más difícil continuar.
Podía ver frente a nosotros las luces de las casas de aquella pequeña ciudad, pero cada vez se veía más lejana. En el momento en que Kyle estaba caminando junto a nosotras, supe que estaba igual de cansado que el resto. Era imposible que llegáramos.
-¿Necesitáis ayuda?- Una voz se alzó por encima del sonido del viento y todos miramos al frente para encontrarnos con unas criaturas extraordinarias, parecían caballos, pero tenían las patas y el cuerpo mucho más anchos, tampoco tenían cola y lo más extraño, eran de un color azul tan intenso que casi parecían ser de hielo.
Había una persona sobre cada uno de estos caballos de hielo, cubiertos con ropa hasta la cabeza, por lo que no pude distinguir sus rostros. Uno de ellos nos tendió la mano a Hillary y a mí para ayudarnos a montar tras de él, y los otros dos fueron uno con cada uno de los chicos, y en cuanto todos estuvimos bien sujetos, sin necesidad de la cuerda, las criaturas corrieron en dirección a la ciudad.
Al cerrar la puerta tras su espalda, el fuerte sonido del viento cesó, pero aún sentía el zumbido en mis oídos, me costó ubicar dónde nos encontrábamos, pero me esforcé en buscar a mis compañeros con la mirada. Todos estaban bien, pero igual de aturdidos que yo.
-No debieron cruzar el páramo con el tiempo como está.- La misma voz que nos irrumpió en el camino, volvió a hablarnos y todos lo miramos con atención.
Los tres hombres que nos habían llevado hasta este lugar eran bastante altos, con ropas cubriendo gran parte de su cuerpo, pero no tenían ropa de abrigo, lo cuál me sorprendió bastante.
El que habló comenzó a quitar una especie de bufanda que llevaba alrededor de la cabeza, que sólo dejaba a la vista sus ojos negros y me sorprendí aún más al ver su rsotro por completo. Su piel era blanca, casi brillaba, como si fuera hielo pulido, tenía pecas azules sobre sus mejillas y su nariz. Su pelo negro lo llevaba recogido de forma despreocupada, y los ojos, al igual que su cabello, completamente negros, no se diferenciaba ni íris ni pupila en ellos, eran un abismo oscuro.
-En nuestra defensa, debo decir que no se veía ni una sola nube cuando llegamos.- dijo Kyle avanzando un paso hacia aquel hombre, el cuál lo miraba con curiosidad.
-¿Cuánto tiempo lleváis andando?- ladeó la cabeza para mirarnos a todos de arriba a abajo.
-Un par de horas, puede que tres, no estoy seguro.
-¿Cómo pueden seguir con vida? Claramente no son de aquí.- dijo otro de los hombres que también se había quitado las prendas que le cubrían el rostro. Tenía el mismo aspecto que el otro hombre, salvo por el pelo, pues este lo llevaba muy corto.
-Hemos encontrado una forma de no congelarnos aquí.- Esta vez fui yo la que avanzó un paso hacia ellos.- Pero no sabemos cuánto tiempo duran los efectos, por eso agradeceríamos su ayuda para llegar a nuestro destino lo antes posible.
-Debemos llevarles ante los gobernadores. Si han conseguido cruzar pueden ser peligrosos.- volvió a hablar el segundo hombre, a lo que el primero le hizo un gesto con la mano para que dejara de hablar.
-Como bien dice mi compañero, debemos llevarlos ante el gobernador. No conocemos nada de vuestra tierra, y desconocemos si vuestro objetivo es hostil o no.- dijo en tono serio.- En cuanto todo quede claro, podríamos ayudar en lo que nos fuera posible.
-Algo completamente lógico.- dije mientras inclinaba mi cabeza levemente.- Muchas gracias.
-Esperaremos a que la ventisca se calme un poco.- dijo ladeando la cabeza en dirección a la ventana.
Fue en ese momento en que me di cuenta del lugar donde estábamos, era una amplia habitación que parecía el recibidor de una casa, muy bien cuidada. Los muebles que había eran de colores fríos, y las paredes blancas daban un ambiente muy luminoso aunque ya era de noche.
-¿Cómo sabremos cuánto tiempo nos queda para que se pasen los efectos?- Me giré en dirección a Hillary que ya estaba buscando la respuesta a mi pregunta en su libro.
-Supongo que cuando comencemos a sentir el frío que sentimos en el acantilado.- Me miró con preocupación suspirando con pesadez.- Pero no estoy segura.- Asentí con la cabeza y miré a nuestro alrededor.
-No tardará demasiado en pasar la tormenta.- dijo el primer hombre.
-Bueno yo me voy a mi casa, no quiero arriesgarme a que me corten el cuello. Tinbok, espero que no vuelvas a equivocarte con tu intuición.- dijo antes de volver a abrir la puerta para salir, lo que hizo que el viento entrara con fuerza en la vivienda, junto con el intenso ruido que producía.
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Editado: 23.03.2024