El Legítimo Rey

Cerca del gran salto

—¿ pe, pe, perros?, oye, nadie me dijo nada de perros — se le escuchó decir a Camila con un tono de voz diferente al que le había escuchado hasta ahora.

— ¿Es miedo lo que siento en tu voz?— no pudo evitar burlarse Terry.

— ¿Yo?, ¿miedo?, no me hagas reír, estoy preocupada por tí, tienes años que no ves estos perros, seguro ya no te reconocen, y tu hermano los saca a cazar, lo olvidaste?.

— Es un buen punto— asiente Terryus, pero seguro alguno aún me reconoce, solía pasar mucho tiempo aquí, antes del accidente.

Un tanto preocupada y aterrorizada, pero guardando apariencias antes que todo, siguió de cerca a los dos jóvenes frente a ella, no podía permitir que notaran que las rodillas le temblaban.

—¿ESOS SON PERROS O PONYS?— escapó de su boca con horror, al ver a lo lejos, mientras dormían en sus pequeñas casas.

Terry no pudo evitar soltar una carcajada.

— Sería tonta si no les temiera, ¿no?.

Terryus miró los ojos de Camila, notó un miedo Legítimo que le hizo cambiar su sonrisa burlona por una expresión de arrepentimiento.

— Lo lamento, pero no hay nada de que temer, descuida, Patrick y yo te protegeremos.

— Así es joven, con mi vida— Añadió Patrick mientras buscaba en su mochila. Extendió su mano hacía Terryus para pasarle un pequeño silbato silencioso, de esos que solo los perros pueden escuchar.

—¡ cuántos años sin ver mi silbato!, qué nostalgia, mí hermano mayor me lo obsequió cuándo cumplí 10 años.— expreso mientras lo observó fijamente por unos segundos.

— ¿10 años?, ¿no había perdido la memoria?
— Nunca la perdí, fue un invento de mi padre, con esa excusa podía mantener a todos los que me conocían lejos, al menos eso me contó Luchia.

fijando la mirada a la perrera,Terry, ve que poco a cambiado, sigue tan amplía como la recordaba, en medio habían construido un pequeño riachuelo artificial para que los Canes pudieran tomar, y entrar a jugar en tiempos de calor.
suena el silbato, y ve como cuatro de los doce perros se acercaban a él.

— ¿Solo cuatro?, ésto no se ve bien, contaba al menos con la mitad, musita Patrick rascándose la cabeza.

— Lo lamento Patrick, no me sorprendería sí los demás fueron sacrificados, tal vez están muy viejos para salir, recuerdo que la mayoría no escuchaban a mi hermano,¿sería posible tomar otro camino?

— Rodear nos tomaría horas, hay mucha vigilancia, este es el camino más despejado, además nadie cuida a los perros, no nos queda mucho tiempo, por acá sería solo unos pocos minutos a lo mucho, seguiremos en línea recta, a pasos cortos, no los miren a los ojos y controlen la respiración.

Los tres tomaron aire profundamente, como agarrando valor, y sabiendo que no había una idea mejor, escalaron y saltaron sobre el enrejado con sigilo, para entrar por fin.

Al Terryus tocar el suelo, los cuatro perros que le recordaban saltaron donde él, mientras Camíla y Patrick guardaron distancia, permaneciendo vigilantes.

los perros no aguantaban la felicidad, no dejaban de lamerlo por todos lados, mientras Terry no paraba de reir disfrutando este encuentro con sus amados canes, fue tanta la emoción que acabaron por tirarlo al suelo, de una forma tan agresiva que Patrick se preocupó, sin pensarlo dió un paso a ellos, Cuándo los perros notaron el ademán se alejaron de Terryus y con gruñidos y pasos lentos se les acercaban de manera amenazadora.

—¡Sky!, ¡moon!, ¡star!,¡nights!, ¡¡sentados!!–grito Terryus, con voz firme, para que los perros obedecieran.

Con el corazón en la boca Camila se
agarró el pecho y respiró al ver que los cuatro se sentaron con una sola orden. 
aún con la mano en el pecho nota el hermoso espacio, y la ventaja que les da el hecho que las pequeñas casas están todas a los extremos.

—que edad tenías cuándo los nombraste, ¿nueve años? — dijo Camila con la voz un tanto temblorosa y con una sonrisa forzada.

Terryus los miro y sonrió, sabía qué ambos acababan de recibir un buen susto,y que ese comentario era para esconder su temor, desde niña hacía lo mismo cuándo estaba aterrada.

— Vamos, debemos aprovechar qué los demás no salen de sus casas— susurró Terryus.

Lo más inteligente era qué los canes fueran en frente, y así empezaron de forma sigilosa su marcha, con Terry detrás, ya qué su primera orden era protegerlo.

A la mitad del recorrido , Camila se percató, de como unos cinco canes con mirada fiera y actitud amenazante, les gruñen a lo lejos, a pesar de esto, no detuvieron el paso, aprovechando qué aún mantenían la distancia y no avanzaban.

— Camíla, deja de mirarlos.
— Ellos me están viendo primero, ¿cómo quieres que me defienda si vienen?.
—Los estas incitando— Insistió Patrick— tomen posiciones de defensa ¡ahora!, sigan el ritmo.

Terryus tomó su arco y colocándole una flecha, siguió su marcha listo para disparar si era necesario, Camila los seguía más atrás con espada en una mano y puñal en la otra, Patrick con una espada en cada mano, sabían qué el mínimo ruido, o un movimiento violento y tendrían esas bestias sobre ellos.

Star es la madre varios de los perros de la manada, estaba ya anciana, pero no dejaba de verse fiera, atenta a los movimientos de los que los tenían al acecho, siempre cuidó a Terryus como a uno de sus hijos.

—Demonios — dijo Terryus mientras se detuvo de golpe, soltando la flecha llevó la mano a sus ojos.
—¿ Qué pasa?, ¿te encuentras bien?.

— Sí, es, un pequeño mareo, estoy bien, ya pasó Cami, no le quites la vista a esos que se aproximan.

*Terryus*

—Esto no se ve bien— piensa— al estar las luces a medias, los ojos de los canes parecen demonios que no nos pierden la pista, no entiendo porque aunque no han atacado, podría jurar que alguno de mis cuatro es rey de la manada, eso lo explicaría.

comencé a ver borroso hace unos minutos, la sensación de vértigo va y viene, lucho por qué no lo noten, pero a estás alturas apenas puedo percibo las siluetas, tal vez si hubiese más luz,, no los puedo preocupar más ahora, se que están arriesgado sus vidas por mí, debo ser fuerte por ellos, e seguido caminando siguiendo el sonido de sus pisadas, pero son casi imperceptibles.




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