Después de la experiencia en Extravaganza, Aredia estaba ansiosa por su siguiente caso, igual le sorprendió mucho que su jefe apareciera por el café a media mañana, pidiendo una hamburguesa vegetariana y un licuado para llevar.
-¿Te molestaría usar un uniforme?-pregunto de pronto.
-¿Para el trabajo?
-No un uniforme, uniforme, ósea, es por mi memoria.
-No entiendo.
-Los recuerdos forman paquetes y se encadenan con memorias similares, yo uso el mismo atuendo todos los días porque así, si pienso en lo que visto, todos los recuerdos son casi iguales, solo resaltan las anomalías.
-¿Qué clase de anomalías?-el tema de la memoria perfecta de Malquiur le fascinaba.
-¿Solo en lo que va de este año?, ocho manchas comida, dos costuras rotas, un raspón por caída, dos manchas de sangre, no preguntes, aquel accidente en un concierto, justo anoche casi se me incendia una manga al cocinar, que memorizar no es aprender, y no me pidas detalles que me dará una jaqueca.
-¿No es increíble?-pregunto, mirando que su hermana se había quedado boquiabierta.
-A lo que iba, desde que te conozco ya te he visto cinco juegos de vestir y no quiero que se amontonen en mi cabeza.
-Aaah, ya, bueno, puedo elegir un conjunto, total el trabajo no es diario.
-Me gusto lo que usabas el primer día.
-¿Qué era?-ella hubiera tenido que mirarse para saber que estaba usando en ese momento.
-Una blusa blanca con bordes y rosas negras, pantalón negro y zapatos cafés.
-¡Oh, sí!, tendría que ver si puedo conseguir un par iguales, porque el caso en Extravaganza tomo dos días.
-Y sobre tu cabello…
-¡No me lo voy a cortar!
-¿Cómo podría pedir algo así?-si el mismo tenía una cabellera de catalogo-pero me tiene loco verte quitándolo de tu cara, asique te traje esto.
La cajita no estaba envuelta pero tenía un moño, contenía un broche de cabello, dos flores en un riso dorado.
-Ay, señor Malcon…
-Considéralo un premio por tu primer caso-se lo coloco sobre la oreja derecha-cuando resolvamos cinco te comprare uno para el otro lado.
-Su orden-Cristy le entrego el pedido al tiempo que miraba con desaprobación el broche.
-Excelente, gracias-saco su billetera para pagar-conserve el cambio, vámonos, Aredia-esta dio un respingo-tenemos trabajo.
-¡Sí!-a la carrera tomo su bolso y dio la vuelta al mostrador.
-¡Ari!-le grito su hermana, viéndola salir.
-¡Llama a mamá, volveré más tarde!
La cafetería estaba asentada en una callejuela, una posición complicada, no se les veía desde la calle, pero fue lo mejor que pudieron costear en su momento, al salir había que ir hacia la izquierda si uno quería dirigirse a casa del detective, lo que pensó que harían porque no tenía la maleta, pero en su lugar cruzaron la calle y tomaron a la derecha.
-¿Qué tenemos hoy?-pregunto entusiasmada-¿hombres lobo?, no, tendría que ser de noche y la luna… ¿fantasmas, quizás?
-No tenemos un caso hoy.
-Pero dijo que era trabajo-replico, decepcionada.
-Asuntos de trabajo, ¿Cómo crees que conseguimos los casos?
-Pues la gente llama, ¿no?, como Divine.
-Divine me conocía de antes, y eso porque la primera vez que fui a Extravaganza fue porque Lionel me arrastro a que conociera la feria, ya te contare esa historia un día, pero no, no tenemos tantos clientes habituales.
-¿Entonces?
-La gente que pasa por “eventos paranormales” suele oscilar entre dos grupos: los que buscan una explicación racional hasta hallarla por sí mismos y los que se rinden a lo que ven y salen huyendo, nuestra clientela esta en el medio, la gente que quiere respuestas pero está muy asustada o confundida para hallarlas por sí mismo y, claro, no es muy común que esas cosas se hablen abiertamente, asique tengo amigos que recomiendan mi trabajo, tengo anuncios en los periódicos, hasta tengo un comercial en la TV.
-¡¿En serio?!
Editado: 18.02.2019