En Inglaterra pronosticaban tormenta para la tarde y record de bajas temperaturas, Meirily maldijo internamente, casi podía imaginarse a Candela riéndose por hacerle todo lo más complicado posible.
-Esto pica-dijo Elijah, quejándose del gorro que tapaba cuatro de sus seis ojos.
-Es mejor a que tu cabecita se enfrié, tesoro.
-¿Por qué papá y mamá no pudieron venir?
-No teníamos dinero para viajar todos-eso y lo complicado que hubiera sido pasar dos muñecos tamaño natural con cabezas reales por la aduana.
Había que ver la de conjuros, amenazas y billetes que tuvo que desperdigar solo para poder volar con Elijah, a fin de cuentas ella era una fugitiva, el niño estaba secuestrado y las medidas de seguridad aéreo portuarias se habían endurecido mucho desde el pequeño caos ocasionado por la migración de los duendes, y todo para llegar y encontrarse con que hacia demasiado frio para recurrir a las arañas, tendría que hacer todo el trabajo ella misma.
-Me alegra que no vinieran-dijo el pequeño de pronto-están muy raros.
-¿Raros?
-Papá le tenía miedo a las arañas y mamá gritaba mucho.
-¿Y te molesta que ya no lo hagan?-pregunto, extrañada.
-Se siente raro, es diferente, todo es diferente desde que los hechiceros aparecieron.
Las acromantulas están entre las criaturas tenebrosas más inteligentes, se desarrollan mentalmente muy rápido y con tres años Elijah comenzaba a razonar como un niño de diez, ella había contado con poder moldear su percepción del mundo gracias a su corta edad y su desarrollo truncado pero si empezaba a cuestionar iba a ponerle en apuros.
-Las personas cambian, tú has madurado muchísimo, te ocupas de la gente mala, tus padres están muy orgullosos de ti.
-Esta todo blanco-al parecer esa respuesta le basto-¿estaremos en casa para Navidad?
-Eso espero-miro por la ventana del taxi también-no quisiera quedarme por aquí más de lo necesario.
Fue un viaje bastante largo hasta la residencia de Maebe, Meirily le pidió al chofer que se detuviera en el último portón, antes de que pudieran oír el auto desde la casa, le dijo a Elijah que se adelantara y luego, cuando se inclino supuestamente para pagarle al taxista, le disparo en la cabeza, iba a necesitar el auto para volver y de nada le servía hacer un zombi pues estos eran aun más inútiles que les arañas en bajas temperaturas, arrojo el cuerpo tras unos arbustos, se guardo las llaves y alcanzo a Elijah.
-Dame la mano, cariño.
-Aquí no hay arañas, ¿Qué voy a hacer?
-Solo estas acompañándome, la tía Meirily se encargara de todo.
-¿Por qué vamos a matar a estas personas?-le miro preocupada, no solía preguntar el porqué.
-Son malas personas, ya sabes eso.
-¿Pero que hicieron?
-Es la hermana del hechicero, el que se llevo a tus padres, y una mujer que la cuida, si no nos libramos de las malas personas tu familia no va a estar a salvo, te odian, ¿entiendes?, todos ellos te odian.
-¿Por qué soy un monstruo?-le había sugestionado esa idea.
-Porque creen que eres un monstruo, no te ven como yo lo hago, por eso soy la única en quien puedes confiar.
Nevaba ligeramente cuando atravesaron los jardines hasta el pórtico, reparo en un auto estacionado cerca pero supuso que seria de la casa, allí se sacudieron la nieve de encima y Meirily le pidió a Elijah que se quedara en un rincón mientras revisaba su máuser, su confiable pistola con silenciador, la necesidad de mantener a la gente lejos para proteger su cabeza le había hecho habituarse a las armas de fuego y era una excelente tiradora a corta y larga distancia, la información obtenida por Candela a través de Malquiur decía que en la propiedad solo vivían dos personas, Maebe y su vieja ama de llaves, y que Maebe se encontraba impedida en una silla de ruedas.
-Detrás de mí, cariño-dijo, tocando el timbre.
-¡Ya voy!-Agatha atendió tras el segundo llamado-¿sí?, ¿Qué se le ofrece?
-Perdone, ¿se encuentra en casa la señora Allister?
Editado: 18.02.2019