El libro de Thot

Los nigromantes

Era de noche. En lo que fue la mazmorra del castillo, Imamú, Agastya, Soledad y Kenneth analizaban un espejo de cuerpo completo con un cristal verde que no reflejaba nada más que la luz de la lámpara. Kenneth sacó su varita mágica y conjurando algo en palabras incomprensibles, lanzó un hechizo hacia el espejo.

El espejo comenzó a vibrar. Un chillido ahogado salió de él, y una silueta humana apareció momentáneamente en el cristal.

―Atish sigue atrapado ahí ―dijo Kenneth―, eso es seguro.

―Verifiqué las tumbas de Abdul, Minshka y Grigori ―dijo soledad―. Los cuerpos siguen ahí, corrompiéndose. Ninguno regresó a la vida.

―Nosotros ya lo comprobamos. Baba Yagá aún está atrapada en la dimensión de las sombras ―dijo Imamú revisando un agujero negro muy pequeño que flotaba por sobre su mano.

―Las cenizas de Herodes continúan atrapadas en el tiempo ―dijo Agastya viendo un reloj de arena que levitaba frente a ella, luego volvió su mirada a una esfera nevada en un pedestal de oro―, y Morgana sigue presa en el círculo helado.

En ese momento Neruana apareció. Casi en seguida llegó un trasgo que poco a poco cambio de forma hasta verse como Durs.

―Es un hecho, ―dijo el joven esquimal―, en Irt había un portal abierto hacia un inframundo. Me vi en serios problemas para cerrarlo.

―Y en Saafiemes los trasgos están preparados para la guerra ―dijo Durs―, hubo sólo un sobreviviente del reino del lago. Asegura que un mago usó un hechizo que hizo estallar a los suyos desde dentro.

―Es magia negra, de eso no hay duda. Pero todos los nigromantes, o están muertos, o atrapados en inframundos ―aseguró Kenneth.

―¿Cabrá la posibilidad ―dijo Imamú―, de que haya quedado libre algún aprendiz?

―Si es así, es alguien que conoce algún hechizo que le permite estar en los subdeis sin afectar la magia que protege las entradas. Se supone que, si hay un mago adulto en el subdei, los niños no podrían abrir la puerta hacia el dei.

―Es posible, Soledad ―dijo Agastya―. Pero eso significaría que es magia negra. La única forma de que un mago adulto pueda evadir los hechizos que protegen los subdeis, es usando a un ser no-vivo.

―En otras palabras, sería el trabajo de un nigromante. Debemos estar muy atentos ―dijo Durs―. Esto se va a complicar mucho. Debemos preparar mucho mejor a Rulfo y a Vivi o de lo contrario estarán en serio peligro.

Al día siguiente, los chicos estuvieron toda la mañana con Soledad. Además de enseñarles de encantamientos, les habló de la historia de los nigromantes. Con ella aprendieron que en el pasado hubo mucho menos nigromantes que magos, y la gran mayoría de ellos murieron en la guerra por el libro de Thot. Pero sobrevivieron cuatro de los más peligrosos: Baba Yagá, Morgana, Herodes y Atish. Ellos recurrieron a magia muy oscura para evitar ser asesinados. Ataron sus almas al Gaia, el alma de la tierra. De tal forma que, si cualquiera de ellos moría, la tierra moriría también.

Los magos tuvieron que usar todo su ingenio para atraparlos sin dejarlos morir. Tendieron trampas y Atish fue atrapado en el inframundo de la soledad en un espejo mágico, Baba Yaga en el inframundo de la oscuridad en la cual, sin luz alguna, nunca podría encontrar la salida. Herodes por su parte, fue atrapado en un hechizo de tiempo en donde vive y revive el mismo día, por la eternidad, por lo que nunca se da cuenta que el tiempo ha pasado y Morgana está dormida en el inframundo del sueño congelado.

Los inframundos son diferentes de los Dei en el hecho de que en ellos moran sólo criaturas demoníacas y las almas de los seres más perversos del mundo, y, por ende, cuando los vivos entran en ellos, quedan en eternidad en una muerte en vida.

Pronto supieron que esos nigromantes tenían aprendices, quienes buscaban liberar a sus maestros, uno de ellos, Grigori, fue el más ambicioso. Quiso hacerse de tanto poder como sus maestros y buscó la inmortalidad. Los seres humanos intentaron inútilmente matar a Grigori. Le habían envenenado, baleado, congelado y él seguía con vida. Eso llamó la atención de los magos. Ikal detuvo el tiempo, le sacó toda la verdad a Grigori y lo obligó a delatar a sus cómplices, y entonces le dio muerte en el río. El resto de los aprendices fueron detenidos y se les condenó a muerte.

―La buena noticia es que Kenneth ya terminó esto ―dijo Soledad mostrándoles dos varitas, le acercó una de madera de tono claro a Viviana. Tenía piedras moradas en la base y pequeños hilos plateados que serpenteaban hacia arriba―. Según tu fecha y lugar de nacimiento, lo tuyo es la madera de ceiba, es tu destino ser conexión entre el mundo terrenal y los submundos. Tiene conexiones de plata y potenciadores de amatista, la piedra de la conexión al tercer ojo.

―¡Es preciosa! ―exclamó Viviana, contemplándola.

―Y esta es la tuya. ―Soledad le dio a Rulfo una varita de madera amarilla con piedras blancas y tiras rojizas―. Tu árbol es el pirul, era de imaginarse, es un árbol muy usado para la protección y tu fuerza con los astras lo demuestra. Las conexiones de cobre y cuarzo blanco te darán más fuerza como protector. Ya podrán ejecutar magia más avanzada y proteger sus astras.

―¡Qué genial! ―exclamó Rulfo.

―Ahora seguiremos con clases de encantamientos y hechizos ―dijo Soledad―. No se suponía que verían nada muy avanzado, pero la sospecha de un nigromante nos da a pensar que lo mejor para ustedes es darles todo el conocimiento posible. Ya con el tiempo iremos perfeccionando sus técnicas.

Las clases de Soledad eran por mucho las más divertidas que habían tenido. Ella les enseñó a conjurar hechizos que iban desde hacer flotar objetos hasta provocar explosiones.

Sin embargo, con todo el escándalo que hacían con ello no tardaron en llamar la atención del director Torquel. El sujeto terminó reprendiendo fuertemente a Kenneth e Imamú por todo ese alboroto.

―¿Han dañado algo? ―preguntó Imamú, calmada.




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