En medio de la tranquilidad de mi habitación, observaba con ansias la carta que sostenía en mis manos; mi corazón latía con fuerza, intentando escapar de mi pecho por tan esperado momento. Con las manos temblorosas, rompí el sobre y leí las palabras que en él se encontraban. Había sido aceptada en la universidad de artes, un sueño hecho realidad que me llevó al borde de las lágrimas. ¡No puedo creer que haya sido aceptada en dicha universidad! En la que añoraba estar desde que era una niña. Desde que tengo uso de razón, he sentido gran pasión por el arte; yo siempre fui una chica de pocas palabras y el poder plasmar mis emociones en un lienzo me transmitía paz. De alguna manera, el arte siempre fue y será mi refugio y la manera de comunicarme con el mundo sin decir palabra alguna.