Nathalie
"Nath mañana debo asistir a una cena muy importante con unos inversionistas de la empresa. ¿Puedes acompañarme?"
Eso me dijo Michael ayer y, a pesar de estar molesta con él no pude negarme y acepté, pero luego recordé que no tenía un vestido para la ocasión y casi me vuelvo loca; él me dijo muchas veces que no importaba lo que me pusiera, pero esa cena podía ayudarme en mi carrera profesional, si tengo la oportunidad de hablar sobre la administración de empresas con alguien que sepa del tema y me pueda ayudar no la voy a desaprovechar, quizá pueda intervenir en la conversación o aportar algo, no tengo idea de la razón de la cena, pero debo causar una buena impresión.
Decidí ir hoy temprano a comprar el vestido que usaría en la noche, llamé a Helen —mi mejor amiga— y le pedí ayuda, ella sabe muy bien que usar en estas ocasiones. Ella se fue de viaje hace unos meses aprovechando las vacaciones de verano y regresará en unas semanas; estoy segura de que si estuviera en la ciudad me acompañaría.
Al principio se molestó por haberla despertado tan temprano, pero cuando le expliqué el motivo de mi llamada se entusiasmó tanto que no dejaba de hablar.
Ya llevaba bastante tiempo en el centro comercial y había entrado a casi todas las tiendas, los vestidos no eran de mi total agrado, y cuando se los mostraba a Helen a la mayoría se negaba rotundamente, ella es muy perfeccionista, y si no le gusta algo así le digas mil veces que a ti sí ella se niega a comprarlo.
Estaba a punto de rendirme y comprar uno de los que vi antes, cuando pasé por una tienda muy elegante con un vestido azul rey en la vitrina, entré y pedí probármelo, al principio se negaron porque era solo exhibición, pero cuando vieron lo que les iba a pagar lo buscaron de inmediato. Estaba decidida a llevarlo aunque a Helen no le gustara, pero para mi sorpresa le encantó, y me hizo prometer prestárselo algún día.
Cuando llegué a casa ya Ori estaba despierta, llegó de la fiesta de madrugada y mamá y papá le dieron permiso a no asisitir hoy a clases, aunque tuvo que prometer ponerse al día después, yo también prometí lo mismo; además, así podríamos pasar un rato juntas y me ayudaría a la hora de alistarme para la cena.
Le mostré el vestido y fuí a dejarlo a mi habitación, había pasado toda la mañana en el centro comercial pero valió la pena.
Pasamos la tarde viendo películas en mi habitación, hace bastante tiempo no lo hacíamos, pero hoy aprovechamos el tiempo como lo hacíamos antes.
Cuando ya faltaban dos horas para que Michael pasara por mí decidí empezar a alistarme. Mientras me bañaba no pude evitar pensar en todo lo que pasó hace unos días, no somos de las parejas tóxicas que se la pasan peleando, al parecer Michael se puso muy celoso de Samuel, eso no tiene sentido porque solo lo veo como un amigo. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que Ori estaba tocando la puerta con urgencia.
—¡NATHALIE ¿ESTÁS BIEN?! —gritó preocupada— ¡RESPONDE!
—Si Ori perdón —me apresuré a decir— Estaba pensando.
—Gracias a Dios estás bien, pensé que te había pasado algo —dijo aliviada— ¡Pero apúrate que se hace tarde!
Salí rápido del baño y me puse una bata para que ella me maquillara y no se manchara el vestido, es muy buena en eso pero no le gusta usar mucho esos productos porque prefiere estar al natural, tampoco es como si los necesitara porque tiene la piel perfecta.
Mientras ella me arreglaba hablamos un poco, es increíble lo madura que es para su edad aunque a veces parece una niña, pero eso es lo que la hace única; me ayudó a ponerme el vestido y entre las dos ordenamos el desastre que era mi habitación en ese momento. Ella dijo que podía hacerlo sola pero me negaba a dejarla sola después de que me ayudara.
—¡Apúrate Nath! —dijo empujándome después de que sonara el timbre— Seguro es tu guapo novio que vino a buscarte. Claro aunque no es tan guapo como...—dijo pero calló abruptamente.
—¡Ya te pillé Oriana Adams! —dije con voz chillona— Cuando vuelva me cuentas todo, pero sólo porque me están esperando. ¡Pero de esta no te salvas!
—Si, si —dijo con una mueca— Ahora mueve tu lindo trasero directo al auto de mi querido cuñado.
Le sonreí y abrí la puerta encontrándome con Michael perfectamente vestido con un traje negro, zapatos de vestir y una corbata del mismo color que mi vestido. Luego hablaría con Oriana seguro fue ella quien le dijo.
—Wow estás hermosa —dijo con una sonrisa de lado.
—Gracias —dije tratando de ocultar el sonrojo— Tu también estás muy guapo.
—Bueno, creo que ya tendrán tiempo de comerse con la mirada, o quizás de otra manera —dijo lo último en un susurro que por la cercanía igual escuché y la fulminé con la mirada ocasionando que se sonrojara, supongo que por la vergüenza— Ahora adiós.
Y cerró la puerta en mi cara.
Si no fuera por Michael que me jaló a tiempo me hubiese roto la nariz.
Subimos al auto y antes de arrancar él me dijo algo que sinceramente no esperaba.
—Princesa necesito que te vendes los ojos.
—Estás bromeando ¿cierto? —dije después de una risa nerviosa— Por favor dime que no me vas a secuestrar.
—Obvio no —dijo después de una carcajada— Ahora véndate los ojos.
Obedecí algo reacia a la situación, no es normal que te pidan eso para ir a un restante por una cena de negocios, ahora mismo estoy dudando si esa dichosa cena es cierta o era solo una mentira.
—¿Por qué me tenía que vendar los ojos? —le pregunté después de unos minutos en silencio— Porque déjame decirte que no es algo normal.
—Confías en mí ¿verdad? —me dijo a lo que asentí— Entonces quédate tranquila, mientras estés conmigo no te pasará nada.
El resto del camino fue en silencio y bastante rápido, por lo que supongo que estamos cerca del instituto o de la universidad. Pero me extraña porque por aquí no hay muchos restaurantes que digamos.
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Editado: 30.10.2022