El llamado del Licántropo

2-Sola

Afrodita:

Llegué a casa y lo primero que hice fue ir a mi habitación y tirarme en la cama.

Las lágrimas brotaron solas. Esto es muy difícil para mí: no tengo familia, nadie que me apoye, y tengo que dejar todo lo que me gusta atrás: mis trabajos, los niños, los animales, todo.

Sentí que cada vez podía menos, mi vida se estaba derrumbando ante mis propios ojos y todo a mis pies, mientras sentía que no hacía nada para evitar que todo se cayera ante mí.

Me sentía fracasada, aunque quizás no lo era. No merezco sentirme así, pero me sentía sola. Sin amigos, familia, pareja, nada. Simplemente sola.

Una vez leí que a veces no creemos merecer lo que nos pasa, pero en realidad lo merecemos. ¿Cómo justifico esto? ¿Cómo justifico el hecho de que quizás me lo merezco?

Nunca he sido mala...

Mis lágrimas se han gastado de todas las veces que he llorado. He llorado por el amor de una familia que nunca existió y que nunca existirá.

Después de llorar, me quedé dormida por el cansancio. Luego de varias horas, desperté, busqué mis maletas y nuevamente las lágrimas brotaron. Empaqué cada una de mis prendas en la maleta y todo lo necesario, y me fui. Me fui sin mirar atrás, subí todo al carro y conduje por horas.

Sentí que iba sin rumbo, aunque sabía a dónde iba. Me sentía perdida, perdida y sola.

Totalmente sola...

Esas palabras retumbaban en mi cabeza todo el camino. Cada vez que estaba a punto de llegar a mi destino, la ciudad se iba alejando y los edificios y tiendas eran reemplazados por árboles y arbustos. A pesar de ello, mi ánimo seguía siendo lamentable y me sentía muy triste.

Después de unas horas conduciendo, finalmente llegué a la cabaña en el bosque.

—¿Cómo se me ocurrió venir aquí a morir? —susurré para mí misma. Bajé del auto y procedí a bajar mis cosas, me paré un momento frente a la cabaña y la aprecié por unos minutos.

Había unos escalones para poder entrar, decorados con troncos. La cabaña tenía una forma triangular con unos ventanales al frente y una pequeña puerta marrón muy coqueta, con la típica ventanita redonda en la parte superior de la puerta. Luces brillaban desde dentro.

Se preguntarán cómo diablos estoy aquí y cómo lo conseguí. Una de las monjas que me cuidaba en el orfanato me hizo el favor de conseguirme este lugar, y luego yo lo alquilé. Así es como llegué aquí.

Caminé hacia la puerta y saqué la llave de mi bolsillo, dejando las maletas a un lado. Introduje la llave y al abrir la puerta, un rico olor a jengibre me recibió. Agarré mis maletas y entré a la casa. La sala me recibió, con unos muebles grises pequeños en forma de L. Casi al lado de la sala, la cocina, pequeña pero práctica, y casi todo estaba de color gris. Seguí caminando y llegué a la habitación, con una cama matrimonial también con sábanas grises, dos mesitas de noche, una pantalla plana frente a la cama y un armario. Frente a la habitación se encontraba el baño, con una ducha totalmente transparente y un espejo encima del lavabo, junto al retrete.

Una vez que recorrí toda la casa, me senté en la cama, suspiré y subí toda mi maleta para empezar a desempacar. A pesar de todas las veces que lloré, no tenía nada de hambre, pero sí mucha sed. Fui a la cocina, abrí el grifo y tomé un vaso de agua. Luego volví a la habitación y seguí arreglando mis cosas.

Después de un tiempo, terminé y sin pensarlo dos veces me recosté en la cama y sentí cómo mis ojos se cerraban poco a poco hasta quedarme dormida.

Después de un tiempo, terminé y sin pensarlo dos veces me recosté en la cama y sentí cómo mis ojos se cerraban poco a poco hasta quedarme dormida

Ya llevaba días en este lugar, todo era muy agradable, y había encontrado en la jardinería una nueva pasión. La paz que sentía rodeada de la naturaleza era incomparable. Sin embargo, no podía evitar sentir la falta de algunas cosas: mis niños, mis alumnos y los animales que solía cuidar. Los extrañaba demasiado y me preguntaba si ellos también me extrañaban a mí.

Decidí volver a la cama con la intención de dormir, pero me di cuenta de que últimamente lo había convertido en mi único pasatiempo. Aparte de la jardinería. Aunque disfrutaba de la tranquilidad, sabía que necesitaba encontrar más actividades para hacer en este lugar.

.....
—¡Afrodita! — susurraron con urgencia.

Me desperté sobresaltada con el corazón acelerado. ¿Había sido un sueño o una pesadilla? No podía estar segura. Lo único que sabía con certeza era que había escuchado mi nombre en un susurro urgente y misterioso que me había sacado de mi sueño.

Miré el reloj de la mesita de noche: eran las 3:33 de la madrugada. En ese momento, escuché la voz de nuevo, más cerca esta vez.

— Afrodita —dijo la voz, y sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta de la habitación. La voz parecía provenir de algún lugar cercano, quizás del pasillo.

—¿Quién eres? —pregunté con temor.

—Tranquila, Afrodita. No tienes nada que temer. Soy alguien que te necesita —dijo la voz con un tono de urgencia.

Frunce el ceño, tratando de reconocer la voz. Pero era imposible. No podía identificar si se trataba de una voz femenina o masculina.

—¿Quién eres? —volví a preguntar.

—Soy la portadora del llamado del licántropo —respondió la voz.

Me sorprendí al oír esas palabras. No podía creer que estuviera escuchando algo tan surrealista. ¿Qué diablos es un "portador del llamado" o un "licántropo"? Estoy bastante confundida en este momento.




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