El llanto de dos asesinas.

Amy

  Nora estaba atónita con lo que acababa de pasar, gruesas lágrimas caían por sus mejillas, veía como su hermana mayor de había convertido en un monstruo. Luz, por otro lado, no sabía ni que pensar, ella quería darle una lección a las dos chicas pero no pretendía matarlas. Y Amy... Oh, la dulce Amy. Ella se sentó en el suelo sin importarle toda la sangre fresca que pintaba su rostro, sus manos y ahora sus glúteos, se apoyó en el armario y soltó el cristal que al chocar con el piso se partió en pedacitos aún más pequeños. Su mirada se dirigió hacia Luz la cual se sentó en la cama aún en estado de shock.

  —¿Qué acaba de pasar?—Pregunta Luz llevando su cabello hacia atrás.

  —Solo hay que deshacernos de la evidencia—.Dijo Amy levantándose y dirigiéndose hacia Nora—. ¿Por qué me miras así?

  El rostro de Nora se manchó de sangre cuando Amy pasó su muñeca por las mejillas de la menor, la mirada de la rubia estaba llena de... ¿Alegría? ¿Tristeza? Ni siquiera Amy misma lo sabía. Nora apartó su cara de la mano de Amy, las lágrimas que bajaban por el rostro de la joven chica ya no eran solo agua y sal, también estaban acompañadas de grandes cantidades de sangre que no era la suya.

  La universitaria se reincorporó y miró a Luz, la cual tenía la mirada perdida, ella no había acabado con la vida de aquellas dos jóvenes pero le estaba pensando haber ayudado de alguna manera. Amy fue hasta donde ella y la tomó por los hombros, está y apenas reaccionó.

  —Ire por las sabanas del ático, ve por el cuchillo más afilado—. Dijo Amy y salió del cuarto.

  Y como si su cuerpo pesará millones de kilos, a paso lento salió Luz de la habitación, vio en el suelo las huellas de lo que deseaba fuera tinta roja, dirigirse hacia el piso de arriba, miró hacia abajo y ella también estaba dejando las mismas marcas. Fue hasta la cocina y vio toda la colección de cuchillos al abrir una de las cajoneras. ¿Cómo iba a saber cuál era el más afilado? Entonces agarró cuantos  la y los colocó sobre la isla y se sentó en una de las sillas. Primer cuchillo, hizo un corte en su pie, el corte apenas y dejaba salir la sangre, este no era el correcto; segundo cuchillo, otro corte en el mismo pie, la sangre era más abundante pero no lo suficiente, Amy le había pedido estrictamente el más afilado.

  Con dos gruesas sabanas bajó Amy del ático, vio las gotas de sangre en el suelo pero no había nadie allí, fue hasta el cuarto y Luz estaba sobre la cama haciéndose profundos cortes en los pies. Amy tiró las sabanas y golpeó con fuerza la mejilla de Luz, haciéndola soltar el cuchillo y caer boca arriba en la cama.

  —Espero que reacciones rápido.—Dijo Amy tomando el cuchillo—. No puedo hacer todo esto sola.

  Cómo si fuera una experta, como si hubiese trabajado en ello durante más de diez años, Amy comenzó a separar por completo las cabezas del cuerpo de sus dueñas con el cuchillo, su rostro de salpicaba un poco con la sangre pero rápidamente lo limpiaba. Casi veinte minutos después, los cuerpos eran dos y a parte habían dos cabezas. Envolvió los cuerpos en las sabanas, y con ayuda de Luz, los llevó arrastrados al ático. Las cabezas quedaron en el suelo junto al televisor, eran como el trofeo de un cazador. 

  Nora también volvió en sí y comenzó a limpiar todo el charco de sangres mezcladas, allí se hallaba la sangre de Luz, Dulce, Carol y Amy, el corte que hizo en su mano al recoger el vidrio le había sacado más de dos gotas de sangre.



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En el texto hay: muertes, ouija, sangre y odio

Editado: 17.11.2019

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