Owen Shan abrió la caja de madera sellada que le dio el conde y sacó el supuesto peine de Alanna. El lobo azul comenzó a olfatearlo con ganas, durante algunos segundos, y comenzó a mover la cola suavemente. Luego, dio algunas vueltas por los alrededores y regresó junto a su amo otra vez. Sus brillantes y grandes ojos le indicaron a Owen que ya estaba listo para comenzar la búsqueda de la chica.
“Te seguiremos a la distancia ¡Ve ahora!” ordenó el Gran Mago, provocando que el lobo se adentrara en el bosque con gran agilidad.
“Lo seguiremos desde el aire.” comentó, mientras les indicaba a los aprendices que suban a la enorme ave.
“Pero el bosque es muy espeso y será fácil perderlo de vista desde arriba.” replicó Briana, mientras subía a la montura voladora.
“El lobo está conectado conmigo a través del maná y no hay forma de que no sepa en qué dirección se encuentra, excepto que se aleje demasiado de mi ubicación actual. Pero la distancia máxima en la que puedo percibir su rastro de mana es bastante amplia, así que, no hay necesidad de preocuparnos por esto.” explicó Owen. Y luego, le ordenó despegar a la enorme ave de cabeza blanca.
Owen, Briana y Kendall siguieron al lobo durante alrededor de una hora, la invocación solía pararse para oler un poco, en algunos lados puntuales, y luego continuaba con el seguimiento del rastro.
En el camino, el trio pudo observar desde el aire, una escena despiadada que acontecía debajo de ellos.
Un joven, con su brazo claramente dislocado y una rodilla ensangrentada, se arrastraba por el frio suelo del bosque; mientras un hombre y una mujer, ambos de unos 20 años de edad aproximadamente, lo escupían y amedrentaban con un palo.
“¡Esto te pasa por unirte a la facción equivocada!” soltó la chica, mientras usaba un palo de madera para azotarlo con brutalidad.
“Cuando regreses a tu base, dile a tu estúpido líder que debe rendir tributo a nuestra facción de los Toros Negros. O no sobrevivirá mucho en este bosque…” amenazó el muchacho, mientras sonreía cruelmente y lo pateaba en la rodilla lastimada.
“¡Debemos ayudarle!” soltó Briana, escandalizada. Su rostro estaba enrojecido debido al disgusto que sentía.
Kendall intercedió y dijo:
“Cálmate Briana. Sabes bien que el maestro Shan siempre te advierte que debes dejar de ser tan ingenua. En este lugar, este nivel de crueldad seguramente es considerado normal. Además, no podríamos hacer nada en contra de esos dos aprendices de mago avanzados. ¡Simplemente están en otra liga!” admitió Kendall, sin inmutarse demasiado. El joven parecía tener una idea más clara de lo que sucedía aquí a diario y no le importaba demasiado el asunto.
“¿Cómo puedes decir eso? Esa persona está gravemente herida y podría morir si no recibe asistencia de ningún tipo. ¡Eres demasiado cruel!” soltó Briana, enfurecida.
“No, Briana. Kendall tiene razón. Ni siquiera un Mago Oficial puede interceder en lo que sucede en este lugar. Y mucho menos, dos pequeños novicios como ustedes.” cortó Owen Shan, ásperamente.
“Pero esto es demasiado… ¿Por qué permiten esto?” preguntó, consternada, Briana.
“Hay varias razones oficiales y todavía más razones reales. Lo que te puedo decir es que, la Academia Celestine tiene la reputación de ser sumamente estricta y solo los mejores se convierten en un Mago Oficial aquí. Entonces, para evitar que personas débiles de mente, ingenuas o sin un potencial bélico real se egresen de nuestra academia, los aprendices de mago deberán ser lo suficientemente fuertes, en todo sentido, como para sobresalir entre cientos de otros que se quedarán en el camino. En resumen, el sistema de la academia busca que únicamente los más talentosos, fuertes y astutos logren egresarse.” explicó Owen Shan, mientras conducía su montura voladora y se alejaba de la escena del joven que estaba siendo torturado brutalmente.
“¡Pues está mal! ¡Esto debe cambiar!” exclamó Briana, indignada.
Owen, mostró una amarga sonrisa y explicó:
“Si fuera tan sencillo hacerlo, de seguro ya habría cambiado desde hace muchas décadas atrás. Lo que sucede es que el fundador de nuestra academia creó lo que ahora se conoce como las leyes ancestrales, las cuales son la base de esta institución y no pueden ser modificadas por nadie; ni siquiera por el archimago de turno.”
“Maestro Shan, este lugar es demasiado cruel, debería haber algo que podamos hacer…” murmuró, abatida, Briana.
Ella pronto ascendería a una aprendiz de mago y este terrible bosque podría ser su nueva morada durante los siguientes años. Briana no quería vivir en un lugar tan cruel.
“Bueno… existe una única forma, pero es casi imposible de lograr. Para hacer una reforma en las leyes ancestrales, se necesita que el Archimago y todos los grandes magos de la Academia Celestine estén de acuerdo, de forma unánime, en cambiar algo que este siendo contraproducente para el desarrollo de la institución. Solo en este único caso puede hacerse. Pero espero que entiendas que esto es algo sumamente improbable de alcanzar, ya que, el archimago actual y los demás Grandes Magos de la academia, seguramente estén en contra de querer cambiar algo en las leyes ancestrales.” Owen explicó todo esto en un tono calmado, mientras el viento golpeaba en su rostro. Pero si alguien pudiera verlo de frente, notaría que su ceño estaba sumamente fruncido en este momento. Los dos jóvenes estaban sentados en el ave, detrás de él, y no pudieron notar este detalle.
“Creo que lo entiendo ahora, maestro Shan. Pero ¿Por qué esos poderosos magos no quieren cambiar estas injustas leyes?” preguntó, con escepticismo, Briana. Le costaba entender en que pensaban estos sujetos para permitir que pasen cosas como esta, a diario, en los terrenos de la academia.
“Las verdaderas razones son algo que no tienes permitido conocer todavía.” dijo, secamente, el Gran Mago.