El Majestuoso Shajara

   Una vez, existió un árbol, un enorme árbol que extendía sus ramas a lo mas alto del cielo, sus hojas eran hermosas y verdes, sus frutos daban de comer a muchas criaturas, sus ramas daban refugio a las aves y otros animales que se subían a ella para refugiarse, su tronco era robusto y fuerte, dicen que a pesar de su altura y sus abundantes hojas ni las más fuertes tempestades podían derribarla. Era como la protectora de la selva, las plantas a su alrededor crecían libremente a pesar de su gran altura, no estorbaba a las demás, sus hojas que eran afectadas por las estaciones del año, como el otoño, sus hojas que caían servían de abono para la tierra, sus frutos eran deliciosos y nutritivos para todo ser vivo, durante el invierno quedaba en reposo como todas las demás, sus hojas se caían por completo, pero su color seguía igual, verdosa y fuerte, en la primavera deslumbraba de belleza por sus hojas y llamativas flores.  
 
   Dicen que sus raíces eran profundas y fuertes por eso resistía a toda tempestad, también al estar rodeada de todos esos árboles, parecía que la sostenían mientras el hacía lo mismo por ellos. Un día las cosas cambiaron repentinamente, las estaciones se alocaron, una noche sorpresiva mente golpeó una fuerte tormenta como no hubo precedentes, llovió  
torrencialmente acompañado por vientos y relámpagos muy fuertes que amenazaban con quemar y arrasar con todo a su paso, el colosal resistió fuertemente a esa terrible tormenta, pero aún así sus hojas, frutos y algunas de sus ramas fueron arrancadas de sí.

   Al día siguiente las nubes desaparecieron, arrastradas por el viento, el sol alumbraba fuerte, era un día muy caluroso. La humedad todavía existente y la tierra mojada y encharcada por la cantidad de lluvia que callo la noche anterior, emanaban caluroso vapor que enfermaba a las plantas y árboles, los animales se sofocaban y morían por el calor y humedad insoportables, así fue por unas semanas, todos a su alrededor se secaban y morían por el excesivo calor y la sequía de la tierra, el majestuoso árbol se empezaba a secar también, ya no tenia hojas y algunas de sus ramas ya estaban completamente secas, pero aún así seguía vivo. Solo algunos animales sobrevivieron gracias a la sombra que brindaba, muchos años pasaron después de aquello, el bosque se empezaba a recuperar y las estaciones volvieron a su curso normal, pero aquel árbol aún parecía moribundo.

   Hoy en día se convirtió en una leyenda, todavía está en su lugar, pero para muchos el árbol ya está muerto, algunos calculan como mil años desde aquello, solo quedan dibujos y pinturas antiguas de lo que un día fue. Yo personalmente me niego a creer que esta seco y muerto, desde que era un niño conocía esta historia, y siempre me llamaba la atención aquel árbol que a pesar de verse muerto se podía ver a lo lejos sobre todos los árboles más altos que existían a su alrededor, ninguno se le igualaba en altura y majestuosidad. Todas las noches soñaba con lo mismo, lo veía como me lo contaban en la historia, enorme, fuerte y hermoso tanto que desprendía una luz verde y amarilla desde su interior hacia todo su alrededor, el árbol completo brillaba junto a sus hojas y flores.

   Un día decidí ir a aquel lugar a pesar de los peligros que implicaba, deseaba ver ese lugar, ese árbol más de cerca y así poder apreciar su descomunal apariencia, me prepare bien, lleve todo lo necesario para sobrevivir por unos días, fue un duro viaje a través de ese vasto bosque pero por fin llegue y lo vi con mis propios ojos, estaba tan emocionado, lo toque y sentí una extraña energía junto a una sensación de calma y paz, las lágrimas brotaron de  
mis ojos, pensé en ese momento en todo lo que significaba, toda la vida que había ayudado a proteger y todas las tempestades a las que sobrevivió asta ahora, pensé que era injusto, mi llanto se intensificaba más y más, mis lágrimas goteaban en la tierra, me sentí desahogado, como si tuviera un mar dentro mio que lo derramaba junto a el, que a pesar de verse seco sentí su vitalidad, aun seguía luchando por recuperarse, por vivir, me sentí tan insignificante, seguí allí por un tiempo mas.