Hiram me levantó del suelo, poniéndome de pie bruscamente. Su ceño se mantuvo fruncido y no soltó su agarre de mi en ningún momento, ni siquiera cuando me recompuse.
- ¿¡Me puedes explicar qué diablos haces en mi dormitorio!? -soltó con los dientes entrecerrados. Su ira se podía sentir incluso a la distancia.- No vas a decir nada -bufó inquisitivamente.
Me mantuve en silencio, necesitaba tiempo para procesar todo lo que estaba pasando. Podía sentir el peso de mi cuerpo, era casi insostenible.
-No puedes quedarte aquí, ¿eres estúpida? ¿sorda? o algo parecido -lo escuché decir con un tono aún más fuerte. Tomando una bocanada de aire me las arreglé para responder:
-Lo lamento mucho, yo... -suspiré- Simplemente estaba huyendo, y esta fue la única puerta que logré abrir. Me iré lo antes posible.
Me volteé nerviosa e intenté abrir la puerta detrás de mí. Fue imposible, estaba trabada. Hiram dio largos pasos y se sentó en el sillón relajadamente. Lo observé prender la televisión y reír, como si yo no existiera. Su cambio de estado de ánimo repentino me confundió.
-Estamos encerrados -dije sin moverme de al lado de la puerta.
- ¿Ah sí? ¡que novedad! Estas realmente desinformada -responde friamente, sus expresiones faciales evidencian una clara molestia para con mi presencia -Es el aislamiento obligatorio y a mí me tocará estar encerrado con la única ignorante que no tiene idea de nada-dice para sí mismo, pero lo suficientemente fuerte como para que yo pudiera oírlo-. Mira, puedes quedarte en el sillón pero mantente lejos de mis cosas y sobre todo de mi persona-soltó bruscamente pararse e irse.
La angustia me consume con cada minuto que pasa y él solo disfruta de burlarse de mí. Esas fueron las únicas palabras que lo escuché decir en toda la noche. Desapareció de la habitación y sin dejar rastro alguno se instaló en su dormitorio yapagó las luces, dejándome sola en penumbras.
Me acomodé en el moderno sillón, resignada. Sin tener conciencia de lo que estaba pasando a mi alrededor. Incluso intente, haciendo un esfuerzo sobrehumano, no cargarme con las incertidumbres que en esa noche no podría resolver. Estaba frustrada y cegada por la apabullante situación que me tocó afrontar tan solo unos minutos antes.
Iluminé el lugar con una pequeña linterna que traigo de llavero. Todo estaba muy ordenado, para mi sorpresa. Tenía una consola con varios videojuegos, una alacena gris y preciosas guitarras apoyadas en las vacías paredes. Resultaba bastante acogedor para pertenecer al, a mi parecer, frio Hiram Styles.
No sé mucho sobre él, sólo que es popular. Una "leyenda" dentro del campus. Es conocido por tener mala reputación con las chicas y, por lo que he llegado a escuchar, parece disfrutarlo . Lo conocí hace un tiempo en la víspera del regreso a clases, después del receso de verano.
Primer día de clases:
Camino por el pasillo y abrazo con fuerza mi cuaderno. Es curiosa la forma en la que estoy midiendo mis pasos, como si fuera a tropezar sin más. Las paredes grandes y las multitudes siempre me han puesto nerviosa.
Me dirijo a la cafetería. Frente a mí veo a un grupo conversar, no sé qué asignatura estudian, pero siempre llaman la atención.
La chica de cabello oscuro y sedoso a la izquierda habla en un tono demasiado fuerte como para ser natural. Menciona, una serie de hechos desafortunados que al parecer, sucedieron en una fiesta.
Distingo palabras sueltas y puedo deducir que hacen referencia a drogas y distintas sustancias. El resto, parado a su alrededor, ríe como si reviviera el momento.
La apariencia de un chico a su lado, tiempo después supe que se hacía llamar Zac, llama mi atención. Su piel es morena y su ropa luce casual, casi desarreglada. Pero aún así, resulta atractivo y peculiar. Relajado de una forma fuera de lo común. Él lidera la fila frente a mi, la cual conduce a un mostrador en el que retiramos el almuerzo.
-Daré otra gran fiesta el sábado, están todos invitados- exclama Zac.
-¿¡Todos!? estás buscando que te suspendan por tercera vez, ¿cierto?- Afirma la chica de cabello oscuro en voz casi tan alta como sus costosos tacones.
-Si todos, incluso... Ella -se detiene buscando alguna persona, cuando sus ojos color avellana se encuentran con los míos, me señala. Su expresión evidencia que no está conforme con su elección. De todas formas, me escogió como si fuera la única opción disponible para darle fundamento a su punto de vista.
-Será una fiesta para todos, los tímidos, adictos a los juegos, becados o lo que sea, mientras más, mejor -susurra creyendo, erróneamente, que de esa forma no podría escucharlo. Acto seguido, se acerca a mi - ¿cómo te llamas?- lo oigo preguntar con un gesto extraño.
-Gia-respondo secamente, me sentía realmente incomoda ante la inquisitiva mirada de sus amigos clavada sobre mi.
-Querida Gia, hoy es tu día de suerte- dice rodeándome con su brazo por encima de mis hombros, acto que me resulta molesto y un tanto desubicado- Estás invitada a la mejor fiesta del año, este sábado.
Todos, a mi alrededor, reían como si el momento fuera de lo más gracioso. En cambio, yo me sentía completamente perdida ante su forma de actuar, estaban volviendo mi primer día de clases memorable por las razones equivocadas.
Un chico de penetrantes ojos verdes se acerca y me observa por un segundo, luego sigue caminando y les pregunta qué sucede. La chica, responde apresuradamente.
-Zac está invitando al personal doméstico a su fiesta, ya que nadie quiere ir .
El chico ríe en respuesta y niega con la cabeza. Lo observo avanzar delante de mí, camina con aires de superioridad, sus piernas son largas y sus pasos firmes.
A la distancia puedo notar como pequeños tatuajes invaden su piel blanca. La fila avanza y simplemente me dejan atrás, es como si con su mera presencia hiciera que todos lo siguieran olvidando que estábamos en medio de una extraña y poco elocuente conversación.