«Era una mentira. Cuando mis padres y mi hermana mayor decían que estaban trabajando, era
mentira».
Más tarde, cuando Chen Hao se enfrentó a sus padres, estaban enojados porque su hermana mayor le
había contado que venía de una familia adinerada. Sin embargo, después se disculparon. Su padre le
mencionó que tenía un único hijo varón, por lo que tenía que criarlo con cuidado. Además, le dijo
muchas otras cosas.
Al final, Chen Hao retiró 100,000 en efectivo del banco, y luego recibió varias tarjetas de compras
personalizadas que le había mandado su hermana mayor. No fue hasta entonces que Chen Hao lo creyó
todo.
¡Esto no era un sueño!
«Yang Xia, podrías ser dueña de todo lo que quieras si no me hubieras dejado», pensó Chen Hao con
sentimientos encontrados.
«Por otro lado, Xu Nan y Lu Chen, los dos vienen de familias adineradas, siempre rodeados de
gente. Me han acosado varias veces. ¡Veremos qué pasa de ahora en adelante!», pensó luego soltando
una risa amarga.
Casi daban las doce del día cuando se fue del banco y llegó a la entrada de la escuela.
En eso, sonó su teléfono, era el jefe del dormitorio.
—¡Jefe del dormitorio!
—Chen, ¿Estás bien? ¿Por qué no estás en el dormitorio?
—Salí a caminar.
—Nos diste un buen susto. Por cierto, hoy es el cumpleaños de Ma Xiaonan. No se ha podido
comunicar contigo y quiere saber si pasarás con ella su cumpleaños. Al parecer, te lo había mencionado
hace unos días.
Chen Hao empezó a revisar sus llamadas perdidas luego de que se enterara de lo que le dijeron sus
compañeros. Había muchas, incluyendo una de Ma Xiaonan, la compañera de mesa de Chen Hao. Ella era muy hermosa y se llevaban muy bien. Pensándolo bien, aparte de su ex novia, Yang Xia, Ma
Xiaonan era la única amiga mujer que tenía.
Había insistido que fuera a su cumpleaños, pero todavía era pobre en ese momento, apenas le
alcanzaba para comer, entonces no le prometió que iría. Pero ahora, Chen Hao había decidido vivir
como una persona normal entre su círculo de amigos. Entonces, ¿por qué no?
—¿Debería llevar un regalo?
Después de colgar, echó un vistazo a su alrededor. De las tiendas de regalo que había, solo le llamó
la atención Hermès.
Esta era una tienda de lujo reconocida a nivel internacional. Los productos eran costosos, pero atraía
a muchos chicos adinerados de la facultad que buscaban mejorar su imagen. Al principio, Chen Hao no
quiso entrar a la tienda, pero recordó la tarjeta de compras personalizada que hoy le había hecho llegar
su hermana. Chen Hao era reacio a gastar dinero, pero pagar con tarjetas de crédito le provocaba menos
culpa.
No pudo evitar sentirse emocionado. Con un profundo respiro, Chen Hao entró a la tienda Hermès.
—¿Cómo está, caballero? ¿En qué le puedo ayudar?
La bonita vendedora saludó a Chen Hao con educación.
Observó el atuendo de Chen Hao. Aunque permaneció profesional, había un destello de desprecio en
su rostro. A mucha gente le gustaba entrar solo para ver artículos de lujo. «Pero cómo se atreve a entrar
con esa ropa harapienta».
—Déjame echar un vistazo primero —dijo Chen Hao. Era la primera vez que iba de compras en un
lugar de alta calidad, así que no tenía idea de qué comprar.
La disposición de la vendedora cambió para peor en un instante, hasta puso los ojos en blanco.
—Chen, ¿me compras un bolso?
En ese momento escuchó una voz conocida. Una chica alta y hermosa apareció tomada del brazo de
otro chico.
Cuando Chen Hao volteó para ver quién era, su rostro cambió.
Era Yang Xia con Lu Chen.
—Cielos, es el Señor Chen. ¿Ella es tu novia? ¡Es hermosa!
Cuando la vendedora vio a Lu Chen, su disposición dio un giro de 180 grados. Luego, se apresuró a
darle la bienvenida con una sonrisa.
La familia de Lu Chen era adinerada, por lo cual siempre era el centro de atención, sin importar a
dónde fuera.
—Señorita Zhang, ella es mi novia, Yang Xia. ¡Viene a echar un vistazo y comprar un bolso! —le
dijo a la vendedora.
El hermoso rostro de Yang Xia se enrojeció. «Esto debe ser típico del Señor Chen. Lo respetan a
donde quiera que vaya», pensó.
Yang Xia señaló un bolso de marca:
—Señor Chen, ¡quiero este!
Ubicado en un armario, un bolso brillaba con lujo y grandeza.
Zhang Ru, la vendedora, dijo con una sonrisa:
—Este bolso es de la Edición Coleccionista Hermès, diseñado para conmemorar el cumpleaños
número 200 de la marca. Solo tenemos 200 en existencia en todo el mundo, ¡cuesta 360,000!
—¡Ah! —Yang Xia se cubrió la boca conmocionada.
Los párpados de Lu Chen se agitaron ligeramente. Contestó con una sonrisa:
—Zhang Ru, si no me equivoco, Hermès hizo este bolso a mano. Dado el excelente trabajo, está
calificado entre los diez mejores en el mundo de los bienes lujosos, a pesar de haber estado en el
mercado por solo un año. ¿Cierto?
¡Usted sabe mucho, señor Chen! —Zhang Ru estaba un poco sorprendida.
Lu Chen negó con la cabeza.
—A pesar de que disfruto de artículos lujosos, no puedo decir que soy un profesional —dijo y volteó
para ver a Yang Xia—. Querida, tú tienes muy buen gusto, te fijaste en él desde el inicio. Mejor veamos
otros bolsos, de preferencia que el costo sea entre cinco mil y seis mil.
Lu Chen pensó que primero muerto antes de pagar 360,000 por un bolso.
Yang Xia hizo un puchero.
—¡Pero el esposo de Yan le compró un bolso que costo más de 8,000!
—Bueno, tal vez el próximo mes cuando tenga más dinero para gastar.
Para entonces, la reseña del bolso de la Edición Coleccionista había capturado la atención de varias
personas, quienes lo comenzaron a rodear para admirarlo.
Eran estudiantes jóvenes, ansiosos por disfrutar por primera vez un poco de bienes lujosos.
Lu Chen comenzó a platicar con Zhang Ru sobre artículos de lujo, de esos que cuestan de 30,000 a
200,000 e incluso los de 300,000 y más. Parecía tener un arsenal de conocimiento impresionante.
Chen Hao se quiso ir en cuanto la vendedora lo empezó a ignorar, y con más razón dado que Yang
Xia estaba ahí. Tenía muchas ganas de largarse de la tienda.
En ese momento, una vendedora joven se acercó hacia Chen Hao y le hizo una reverencia.
—Hola, señor, ¿e…en qué le puedo ayudar?
Parecía ser nueva y un poco tímida.
Pero con sus modales enterneció el corazón de Chen Hao.
—Ah, vine a comprar un regalo para una amiga —contestó Chen Hao.
—Señor, ¿tiene la tarjeta de compras de nuestra tienda? Si es así, tiene derecho a descuentos.
Chen Hao era su primer cliente. A ella no le importaba su ropa. Simplemente lo atendió de la manera
en que le habían enseñado a hacerlo.
—Ah sí, ¿será esta?
Chen Hao le mostró su tarjeta personalizada de compras.
Los ojos de la vendedora se abrieron con asombro al instante.
—¿Esa es… una tarjeta Centurión?
No lo podía creer: ¿Cómo podía un estudiante cualquiera poseer una tarjeta Centurión?