Ya voy de regreso a casa, la oscuridad se encuentra opacada por las luces de unos cuantos hogares y el parpadeo de las farolas. Nadie intentó entablar conversación; sólo mirábamos entre nosotros para comprobar que estuviéremos bien. No me sentía incomoda, sólo no sentía la necesidad de hablar
No puedo pensar en algo más que no sea sobre esta llave, ¿Quién la dejo ahí? Y más importante ¿Qué es lo que abre? Pienso en algunas opciones, pero todas llegan a lo mismo ¿Qué se supone que necesito abrir?
Llegamos a casa y soy la primera en entrar, subo a mi recamara y me quito mi vestido poniéndome el pijama (Unos pants gastados y una camiseta rosa que me queda floja) —Mamá, ¿hay forma de arreglar este vestido?, Estefi se va a volver loca si lo ve así — Mi madre asiente y señala hacia la mesita del recibidor. No quiero hacer mucha molestia así que sin hacer ruido dejo el vestido y subo otra vez a mi recamara. Cerrando la puerta tras de mí.
No es la habitación más glamurosa que verán en esta casa, son tres paredes blancas y una gris por los rastros de humedad; mi cama violeta con tonos oscuros pegada a la pared y del lado contrario a la humedad esta un escritorio en donde hago las tareas de mi escuela y leo algún que otro libro, tampoco lo hago mucho, pero mi mamá cree que como soy de la forma que soy, seguramente me gustarán los libros y las matemáticas.
Ah, y el espejo al costado de la puerta, como olvidarlo. Diablos... me veo terrible.
Veo mi piel pálida en el espejo, mis parpados caídos y mis ojos cafés apuntando hacia negros. Esto es lo que soy... es lo único que seré, y con lo tendré que aprender a vivir. Eso aprendí de mi visita con la psicóloga conocida de mi madre, sinceramente no me hizo sentir bien... pero disfrute de contar mis problemas a alguien que no sea mi almohada.
Me recuesto boca abajo en mi cama y reviso si el desconocido se ha vuelto a conectar. No, no lo ha hecho. —Hola:)— Le escribo.
No tengo que esperar ni un minuto a que me conteste.
—¿Qué quieres? — ¡Ah, si contesto!
—¿Quién eres?—
Escribiendo...
En línea...
Escribiendo...
En línea...
Lleva un minuto haciendo eso, no me dejes en visto desconocido, no seas así.
Última conexión 10:11p.m.
Mmm, si lo hizo.
Dejo el celular a un lado, me hago bolita en mi cama tapándome con mi cobija.
Si bien lo intento no puedo dormirme, y la verdad no esperaba poder. ¿Cuándo yo muera, como será todo? ¿Seré vieja o joven? ¿La gente llorara mi perdida? ¿Mi tumba será como Gueriberto o como Guillermo Torres? Tantas preguntas que no me dejan dormir y que irónicamente no viviré para conocer sus respuestas.
La muerte... me hago chiquita sólo con pensarlo ¿Es preocupante el haber querido ser yo quien estuviera en ese ataúd? Observando ese caparazón dentro de la angosta caja me vinieron mil recuerdos; recuerdos de hace años. Solo nos llevábamos dos años de diferencia, crecimos siendo los mejores amigos. Él tuvo tantas ganas de seguir aquí, ¿y yo? Me convenzo día y noche de que si, que aún tengo ganas, que aún me quedan fuerzas... pero es absurdo. ¿Por qué alguien que conserva las ganas se quisiera dejar perder?
He estado todo el triste día esperando este momento. El poder estar sola, únicamente con la compañía de mis pensamientos y el amparo de estas cuatro paredes. Me siento resguardada, absuelta de cualquier juicio que la sociedad haga. Pero a la vez; tan sola.
Empiezo a mirar el techo.
Ese mismo pensamiento cruza por mi mente en cada segundo, de lo desdichada que soy y lo marginada que me siento. Llorando hasta que el sueño que apiade de mí y me deje descansar; un grito ahogado en lágrimas se esconde en mi garganta por el miedo a ser escuchado y un fuerte enojo y frustración golpea mi pecho.
Ya he vivido esta noche miles de veces, ya he llorado tanto... estoy cansada. Me harté de fingir una sonrisa con cada persona que me cruzo; estoy harta de no encontrarle sentido a nada; estoy harta de sufrir; estoy harta de cansarme.
Cuando menos me lo espero escucho mi teléfono sonar.
¿Una llamada?
Es el, es lo primero que pienso sentándome en la orilla de la cama rápidamente. Y sí lo es. "Llamada entrante" Contestar o rechazar
¿Por qué me está llamando? ¿Acaso no entendió la función extorsionador-victima? La dudo bastante en tomar el teléfono, pero lo hago y contesto.
—¿Hola? — se escuchan ruidos de fondo, con un poco de interferencia
—Hola, Astrid— me responde una voz computarizada. Y que se supone que deba decirle, él fue quien me llamo
—¿Quién eres? ¿Qué quieres?— pregunto. Me hago la asustada, pero en realidad estoy confundida, no sé porque no consigo que esto me de miedo.
—Me parece que aun te tomas a broma esto que estas viviendo, talvez deberías salir de tu casa y comprobar tu misma que esto va enserio— «No voy a hacer eso» —Yo sé que quieres, deseas saber lo que paso. Y yo te ayudare a que lo sepas; solo necesito que hagas todo lo que te indique—
¿...?
—Está bien, voy a salir— finalizo.
Tomo el primer abrigo que encuentro y bajo las escaleras hacia la puerta de entrada, es la 1 de la madrugada y está lloviendo, "¿qué tengo que hacer?" le pregunto al desconocido, pero no me responde. Me siento en una silla del porche y veo caer la lluvia mientras espero a que Harry suelte más instrucciones. Si, lo nombre Harry.
Después de 5 minutos empiezo a escuchar ruidos, la lluvia se tornó más fuerte y el aire gélido entra por mi nariz. El sonido de unas pisadas se amplifica entre más cerca se aproxima. Me pongo de pie y observo el sitio de dónde viene el ruido, una chica va corriendo desde la acera del frente.
Pero... ¿Amelia?
Amelia es la novia de mi hermano. Bueno... era. Se le ve asustada, tiene moretones en el brazo; cuando me mira desde el otro lado de la calle puedo ver la desesperación en sus ojos verdes.