¿Él merecía morir?

Investigación

Astrid

Presente

—Deja de hacer ese ruido, molestas— Regaña Daniel sentado al lado mío. A veces tengo un reflejo involuntario de pasar el tenedor sobre la porcelana del plato, causando un sonido chirriante.

Anoche dormí cómo una tabla, me duele todo mi cuerpo y parece que me voy a resfriar. No sé como explicar mi somnolencia en la hora del desayuno, pero mamá me mira extraño desde el otro extremo de la mesa. Ella decidió que ahora que quedamos cuatro personas en está familia, deberíamos de pasar más tiempo juntos, así que su solución fue atarnos en contra de nuestra voluntad a desayunar en armoniosa tranquilidad. Evitando siempre tocar el tema de José y cualquier cosa relacionada a "muerte", que pueda hacer llorar a mi madre en segundos.

Mamá es una persona reservada y muy nerviosa a la vez, tiene problemas con eso desde que tengo memoria; a pesar de ser tan tranquila, suele ponerse muy preocupada y en ocasiones histérica por nosotros, no nos dejaba salir de noche, tener amistades poco confiables o conducir; en el caso de mis hermanos. Tiene el pelo muy largo y de color marrón, sus ojos avellana que me miran hasta el alma, no diría que es sumamente estricta, sin embargo, me asusta.

—Le falta sal ¿no creen? — Insinúa mi hermano mayor mientras juega con su plato. Mamá despega su mirada de mí y regresa en sí misma, le pasa muy seguido él perderse en lo que piensa, ahora sólo queda adivinar que pensó que yo hice para estar hoy tan extraña.

— Son wafles— Aludo a mi sentido común.

—Ese es el problema. Un desayuno no puede ser dulce, es raro, además de poco saludable—

—Ya Daniel, no te hagas el nutriólogo y come tu desayuno—Rezonga mi padre. Dani pone los ojos en blanco y sigue jugando con su ahora masa de wafle y miel, se lleva comportando raro estos últimos días.

Que te den, yo amo los desayunos dulces. Doy un largo sorbo a mi vaso de leche.

 

—Sí ninguno de los dos tiene hambre, mejor suban a sus recamaras. Pero por favor hijo, deja de desbaratar tu comida, y Astrid, detén ese ruido tan molesto que te gusta hacer, me está volviendo loca— Exclama ella. Cuando ella te dice que se está volviendo loca, sabes que es cierto. Daniel se levanta de su silla y se va de la cocina, dejándome con la duda de sí irme o no, al final decido mejor retirarme, dejando a mis padres charlar.

 

Cerrando la puerta tras de mí me recargo en ésta, me deslizo sobre la madera hasta llegar a tocar el duro y frío suelo. Logré sobrevivir a mi interacción familiar del día de hoy, aparentemente todo marcho de forma exitosa, me siento feliz por eso. Es difícil pasar un día con está familia sin acabar enojada con ellos, la arrogancia de mi ahora único hermano, la seriedad de papá y el genio de mamá, a veces me hacen sentir muy mal conmigo misma y eso me frustra, pero trataré de estar positiva, hoy no paso nada y desde que José murió no ha habido confrontamientos.

Estuve pensativa de todo lo que ayer sucedió con Ame, fue muy extraño todo, me duele la espalda y no sé porque motivo. Me da curiosidad ese contacto extraño, quizá se trate del mismo asesino o algo peor, de alguien que sepa quien es el asesino y prefiera darme pistas con llavecitas en lugar de contárselo a la policía. Es muy raro todo esto, que Cristian me haya gritado y minutos antes le rompí la nariz a una chica. Ni siquiera tengo fuerzas para abrir un frasco de mayonesa, pero en ese momento él odio fue suficiente motivo para estamparla con tal magnitud.

Me entristeció lo que Cristian dijo anoche, después de todo, lo valoro, más de lo que él cree.

Algo también curioso sucedió esa noche en el cementerio, y no sólo fue lo de la llave, sino en el lugar tan exacto donde estaba. La tumba de una chica llamada Julieta, la cual resulta ser que desapareció hace poco más de dos semanas, un caso muy raro y controversial en todo el pueblo; que por alguna razón yo ni enterada estaba.

A ese número tan raro lo apode Harry, igual a un personaje de una película que amo. El nombre real de Harry dudo que lo pueda descubrir, y objetivamente, sí él no es quien busco, o sea el asesino, no me interesa de quien se trate. Pero le agradezco su ayuda, eso sí.

Hablando de Harry me levanto de suelo y busco mi celular de entre las frazadas y cobertores. Doy con él y lo primero que hago es escribirle al número de ayer.

"Ve tras ella"

El último mensaje que me envió antes de desconectarse. Quizá deba decirle algo, para que sepa que estoy dentro de esto; no se en que me vaya a involucrar, pero si se trata de llegar a la verdad de este embrollo, y descubrir quién me quito a la persona más importante en mi vida, estoy dispuesta.

"Hola" le escribo. No tarda mucho en conectarse y ver el mensaje. "¿Quién eres?"

Escribiendo...

Talvez fue demasiado pronto, debo ser discreta, sacar la mayor información que pueda.

"¿Qué quieres?" Me responde.

"¿Quién eres?" insisto con la misma pregunta.

"No te diré eso, deberías de saberlo" respondió "No tengo nada que decirte niña, déjame en paz"

Desconectado

Maldita sea, soy terrible en esto; si quiero lograr algo, debo hacerlo por mi cuenta, ya luego me preocupo por buscar quien me ayude.

Me meto debajo de mi cama jalando mi mochila, es un buen lugar para guardar secretos.

Saco mi cuaderno más limpio y lo coloco en el escritorio, tomo un lapicero del cajón y empiezo a pensar.

Lo primero en lo que pienso es en los sospechosos; pero eso debe ir luego. Ahora, el arma homicida nunca apareció según la policía, se especula que haya sido algún objeto de la casa, y que probablemente no haya estado premeditado, todas las heridas fueron con odio, no planificadas.

Los arañazos fueron con las manos, con las uñas. Puede tratarse de una mujer.




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