¿Él merecía morir?

Entonces... ¿Ella está bien?

Cristian

Presente

La puerta estaba abierta... no necesite insertar la llave para darme cuenta, esto lleva tiempo abierto y nos dimos a la tarea de no verlo. Puede que se haya metido alguien, a robar quizá, talvez sigue dentro y esta armado. 

Esté es un momento oportuno para utilizar la pistola que Casandra me dio, pero me tiembla mucho la mano, tengo pésimo pulso y ni siquiera se utilizar está cosa. Con desconfianza saco el arma de mi cinturón, la coloco delante mío y pateo la puerta, eso último no era necesario, pero quería sentir la adrenalina de hacerlo.

—¿Te quedaste dormido o algo amigo? Si quieres apresurarte te daré las mil gracias, ¡literalmente me estoy muriendo acá fuera!— Insiste Diantha.

La gente como ella tiene un sentido distorsionado de lo que "literalmente" significa.

El pasillo es grande y no puedo ver bien donde están los interruptores, en el camino pude sentir la mesa del comedor y varias sillas, una repisa grande con muñequitos y retratos, una pintura de un caballo; firmada por su creador, la pude vislumbrar difícilmente ya que la luz de la ventana daba justo en la trompa del caballo, pero la firma está borrosa. También habían sillones y una mesa que por accidente golpee, haciéndola tambalear.

—Esperando, tan sola y abandonada, mejor me quedaré aquí fuera, creo que un vago muy lindo vive cerca, puedo pedirle una taza de café y una rata para cenar, olvídame Cris, me he decidido a vivir el sueño. Puedes quedarte con la casa— Ironiza Diantha. Ya está del otro lado de la puerta y puedo ver su sombra claramente en las ventanillas, al igual que ella podrá verme por el hueco de la puerta. 

Quito el cerrojo y consigo sacar la puerta negra, ya era un martirio tanta oscuridad. Además que Diantha se quito la chamarra verde de antes, ahora lleva una blusa negra de tirantes. «Pues por alguna razón tendrás frío» Pienso, pero no lo digo.

—Por un momento pensé que habría dejado la llave dentro de casa y no en la maceta, sería gracioso, ya que no habríamos podido entrar y quedaría como tonta, pero por suerte ya estamos aquí, si quieres un chaleco que no esté mojado creo que mi padre tiene bastantes suéteres viejos, si no te molesta que estén al borde de considerarse trapo de cocina— Ofrece. Le doy una negación y ella se mete a su casa.

En ese minuto me quite mi chamarra mojada y la doble sobre la mesa de café.

—Puedes quedarte conmigo se deseas, te preparare café— Afirma la chica. No disimulo mi alegría de que ella también sea fan del café.

—Tan negro como puedas, por favor— Exclamo.

—Está bien, yo también lo tomo así— Dice ella alejándose a la cocina. La cual queda pasando por el comedor y el mueble que mencione anteriormente.

Diantha

¡Dios, te amo!

No puedo creerlo, ¡no puedo creerlo! Un chico tan guapo y amable está parado ahora mismo en mi sala. Agito repetidamente los brazos y salto cuando confirmo que él no me mira. Tendré que contarle esto a Lizeth !Ya¡ Ella me mata si no le cuento, seguro vio toda la tensión sexual, es imposible no verla.

Y empapado se mira mil veces mejor, es tan lindo con su carita mojada y sus lindos labios rosados, parece un cachorrito, viéndome con sus vibrantes ojos verdes y su impetuosa caballerosidad. Necesitaré preparar el mejor café de la historia, seguro tiene novia o algo parecido, tengo que averiguarlo. Pero por el momento pondré el agua.

La forma en que no dudo al saltar la cerca, a pesar del riesgo y que obviamente guardaba las llaves en mi bolso fue lo mejor, la prueba de oro y él la supero. Mamá si oyes esto, tu hija esta triunfando, deséame suerte.

Respiro hondo y me tranquilizo, tengo que estar presentable frente al galán; cosas que pasan una vez en la vida. El reloj marca las 6 de la tarde, en invierno oscurece muy pronto, así que el sol está poniéndose en esté instante y dentro de nada tendremos oscuridad absoluta. Que emocionante, y yo que inicie esté día con una amenaza en mi celular. "Dirígete a *****. No preguntes"

Enchufo la cafetera y coloco el café en la parte de arriba, dentro de unos minutos regresaré. Ahora me arreglo el pelo y vuelvo a mi yo usual.

—Tranquila y hermosa, tranquila y hermosa, tranquila y hermosa— Me repito a mi misma en voz baja cerrando los ojos. Cuando los abro agarro valor y cruzo la puerta.

Cristian

A veces llego a sentir envidia por las demás personas; sus casas grandes, sus retratos familiares con sus bellas familias y cenas dominicales llevándose estupendamente bien. Yo en unos meses me veo durmiendo en una caja de cartón.

Hay retratos en familia por toda la casa, ¿Es triste que me sienta molesto por eso? Están tan felices, sonriendo para la cámara ella y sus padres, un viaje a Disney, que divertido. Nótese el sarcasmo, que no es sarcasmo... es complicado determinar lo que fue.

Pero así es la vida; unos nacen arriba y otros abajo, no hay nada que hacerle, más que disfrutar lo que se tiene y buscar mejorar. Eso lo aprendí conforme fui creciendo, es el problema de ser el hermano mayor. Te tocan los tiempos buenos, los tiempos malos y los tiempos finales; vez crecer y vez cambiar a todos, pasamos de ser una familia de 5 a ser una familia de 2; aunque no queda mucho para definitivamente dejar de ser una familia, irse cada quien por su lado y suerte a todos; ojalá puedan lograr lo que nunca conseguimos en conjunto; ojalá que sea feliz cada uno por su lado y lograr olvidar esas épocas en las que vivimos hambreados y con frío, que una enfermedad nos fue consumiendo todo lo que cosechamos y poco a poco se fueron desbaratando las esperanzas; deshilachando como un pantalón a medio tejer. Primero se fue mi padre, después fue Ame; y estoy seguro que cuando mi madre logré irse, Rebecca dejará de acompañarme, quedare solo yo y mí necedad que fue separando de mi madre; y ahora que ella sigue internada y no falta tiempo para que la enfermedad la consuma por completo, no la he acompañado lo suficiente, y me arrepiento de eso.




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