Amelia
Pasado
A lo lejos puedo ver su silueta acercarse, lenta pero confiadamente, sus pasos son limpios y silenciosos, tanto que asusta no saber en donde está, puede estar al lado mío y no me daría cuenta, no tiene margen de error con una zancada tan amplia y una pistola en la mano.
Para levantarme del piso apoyo mis palmas en el rocoso suelo, encajándome una que otra piedra y me impulso con hombros y mi espalda para avanzar rápidamente; mi corazón no deja de latir al igual que mi cabeza que entra en mareos constantes.
Él empieza a acelerar el ritmo.
De forma rápida lo esquivo por la derecha adentrándome a un callejón. Esto si parece definitivamente de película de terror.
Mis pasos son tan ruidosos que me puede escuchar, estoy segura, viene cerca, lo siento en mi pecho; pero saldrá a mi rescate, está todo abandonado, no guardo esperanza en nadie, solamente en mi.
Ya dentro del callejón corro lo más profundo que puedo, hasta el fondo de este mugroso hoyo, creo que pise una rata, pero no importa, con la adrenalina incluso olvide el ardor en mis brazos, literalmente resbale encima de las rocas y derrape arrastrándome, pero si algo no quiero es morir; no importa el dolor.
Con sudor en las manos y sangre en las palmas al fin logro llegar al final del túnel, donde para mi mala suerte no hay salida; pero puedo visualizar un bote de basura y un muro, no tengo tiempo para pensar una reacción más adecuada que saltar. Si esto no pareció persecución policial antes, no sé qué será.
Las pisadas de él se escuchan otra vez rápidas, se acerca a pasos sumamente veloces en comparación a lo que hacía antes.
Con mi brazo que no esta rasguñado me apoyo para elevarme sobre el basurero, y así consecutivamente subir las piernas y el cuerpo. Mi mano ensangrentada la mantengo mi pecho, presionando la herida sobre mi blusa. Quiero volver a casa, no soporto vivir huyendo.
Ya encima del basurero vuelvo a hacer los mismo en el muro, pero ahora impulsándome con más fuerza para quedar boca abajo.
Subo los brazos, impulso mi pierna derecha arriba de la barda y con la fuerza de mi cuerpo subo la izquierda.
Aunque si algo no logre planear fue la bajada, un disparo se escucho apenas me encontraba sobre la pared. Eso provoco que cayera sin cuidado, sobre mi brazo izquierdo. Haciéndome pasar un dolor mucho más agudo y agonizante.
Con mi mano ensangrentada cubro mi boca para que mis gemidos no sean escuchados, ahogo un grito entre la palma de la mano derecha y con la fuerza que me queda apoyo mi pie en un ángulo de noventa grados y me levanto nuevamente.
¿Lo habré perdido? No me quedare a averiguarlo.
Estoy sumamente cansada así que empiezo a bajar la velocidad, mi boca esta seca y mi garganta duele de tanto jadear. La adrenalina era tal que no sentía los raspones de mi rodilla, estos que ahora me impiden avanzar con rapidez y sostenerme con mi pierna derecha.
El lúgubre espacio donde tránsito está tan segregado de la sociedad que dudo que vaya a verme, el tamaño de las paredes atenebra la banqueta donde avanzo, aquí cerca está el parque central, llego al parque, llego a las personas y ya esperar que alguien se apiade de mi y llame a mi hermano o me quieran llevar a casa, pero no quiero estar más sola, no lo soportare, y mi cuerpo no lo hará. No se ni como sigo caminando en estos momentos.
Sigo avanzando por la zona de callejones, evitando hacer alguna especie de ruido; he avanzado en todos los cruces la derecha, no hay forma de perderse así, quizá encuentre como salir de este apretujado laberinto lleno de humedad. Nunca había llegado tan lejos en está parte de la ciudad; la reja donde salte dividía la zona de ricos a la zona de pobres, por algo es la seguridad, ahora mismo soy una presa fácil; una chica frágil que apenas puede mantener un paso seguro sin irse de boca al piso.
"—Es cómo un trozo de carne ¿Nunca has troceado un filete? —
Mis manos no dejan de temblar mientras tomo la piel, que se pudre en mis manos; me da arcadas el olor que emite esto, siento el vomito pasar por mi garganta, pero lo trago en un intento de tomar fuerza y hacerlo rápido y de una vez.
Se empieza primero por las coyunturas, los huesos blandos y los tejidos; eso me dijo él. Yo avanzo por el lado izquierdo mientras él recorre todo el lado derecho, ya va más delante de la mitad, aunque yo apenas y puedo sostener el cuchillo.
Tomó su sangradura y empiezo a cortar mientras retengo las lágrimas en mis pupilas.
—Cierra los ojos, será más fácil—
Hago lo que él dice y los cierro; no quiero ver algo tan espantoso, pero tampoco quiero olerlo, tampoco quiero estar aquí, todo fue un error; todo fue una locura. El fétido aroma y el taladrar que se escucha frente mío, solamente imaginar la escena da mas asco que verla. Llega un momento que ya no aguantas más, tu mundo da vueltas y todo son sólo mareos y contracciones, un ataque de recuerdos señalando tu culpabilidad. Abro los ojos de nuevo y suelto el cuchillo de golpe, doy vuelta en mi misma girando a mi lado derecho y vomito"
Ese recuerdo no me ha permitido conciliar el sueño noche tras noche, cada minuto que logro reposar la cabeza esa imagen regresa a mí; ese punto cumbre en mi vida, pase de ser una niña bonita a una loca maniática y sanguinaria. No merezco el perdonar de nadie, y ni lo deseo; pobres de sus padres, de sus hermanos. Yo pensé en eso mientras serruchaba, mientras lo apoye en sus mentiras tratando de comprenderle, poniéndome en su propia piel y seguirlo en su macabro juego que nos llevaría hacía la muerte si algo salía mal, y el lo sabía, yo lo sabía, todos lo sabíamos, aunque ellos digan lo contrario.
De tanto pensar deje de tomarle importancia a mi andar, ya prácticamente ni avanzaba, solo me recargaba en un pie y luego en otro. Tendré que descansar si quiero llegar a algún lado, no he dormido y llevo corriendo desde hace 20 minutos, quizá y ya hasta se habrá olvidado de mí.