- ¡Mamá no abra la puerta! - le suplico.
Mi madre se detiene y me ve con cara de “¿ahora qué Sophia?” - ¿por qué no? Sophia.
- Por favor mamá, se que sonará loco pero hay algo ahí y no es de este mundo – hablo de un solo viéndola amplió.
- Ay Sophia, eres una paranoica y no me veas así que pareces loca.
Abre la puerta y sonríe.
- Hola, ¿eres Dylan verdad? - pregunta mi madre sonriendo.
- Efectivamente señora – escucho a alguien hablar afuera, era una voz gruesa y hermosa, lo tengo que admitir.
Mi madre me mira con cara de “te lo dije” para luego decirme - Es Dylan el presidente del gobierno estudiantil de tu nuevo colegio y nuestro vecino - comenta apartándose de la puerta dejándome ver a un chico alto, tez algo bronceada, ojos azules y un hermoso pelo negro como la noche.
-Me recuerda a un Barbie boy - pienso al verlo.
- Mucho gusto, Sophia - me presento educadamente como la niña buena que soy, ni yo me lo creo.
- ¿Por qué no te he despedido pinche mala subconsciente? - me deja en visto mi subconsciente – Muérete - espero que responda pero no lo hace la muy maldita.
Él me mira sonriendo de lado, en lo personal diría que de una manera escalofriante, a lo que yo lo miro retante.
- Mucho gusto Sophia - dice sonriendo descaradamente y ve a mi mamá - ¿puedo pasar? - le pregunta tranquilo, no sé porque pero verlo sonreír me da ganas de partirle la cara en dos.
- Oh si claro - le da lugar para que pase – adelante - dice animada a lo que yo solo la veo mal.
- Esto no me trae buena espina - comento en voz alta pero sólo audible para mi madre ganándome una mala mirada fugaz de su parte.
- Bueno Dylan, Sophia suele ser algo testaruda y morder a las personas pero en el fondo no muerde tan duro- sonríe amplio.
- ¡Mamá! – replico.
- ¿Qué? – dice riendo mientras el tipejo ese ríe por debajo.
- ¡No muerdo! - bufo cruzándome de brazos.
- Ajá, él te llevará a clases y se encargará de ti mientras te vas a adaptando, y será tu chofer - ¡prácticamente me puso una niñera para el colegio! Había leído de niñeros y todo pero ¿un perro guardián en el colegio? No soy una bebé que necesita a su maestro particular que la cuide.
Fulmino con la mirada a mi madre.
¿Enojada niña? - se burla mi subconsciente.
- Pinche inútil subconsciente - murmuro y veo a ese tipo - como sea adiós - lo saco de la casa empujándolo y le cierro la puerta en la cara, voy rápido a la ventana para verlo partir, sonriendo victoriosa por mi hazaña pero desaparece cuando lo veo.
El tipejo ese solo ríe leve y se va ¿feliz? Le cerré la pinche puerta en la cara y él sólo sonríe con esa sonrisita perfecta que tiene, eso simplemente ¡ash!
- ¿Qué fue eso Sophia? - escucho a mi mamá enojada preguntarme por detrás.
- Hola mami - me volteo viéndola nerviosa.
- Sabes que estás castigada - replica serena aunque sé que está enojada y no lo va a dejar así.
- Oki mami hermosa, ¿ya te dije que eres la mejor madre del mundo? - sonrió inocente.
- Vas a ir al colegio con Dylan y no se discute más, ahora ve a tu cuarto - va a lavar los trastes dejándome con las palabras en la boca, solo bufo y voy a mi cuarto acostándome en mi cama mirando el techo.
- Genial, castigada – murmuro - todo por culpa de ese idiota - tiro mi almohada al techo recordando en ese instante la pinche ley de gravedad.
De inmediato cierro los ojos esperando el golpe que nunca llegó y abro los ojos para ver qué pasó y por qué nunca cayó mi almohada.
Una vez abro los ojos noto que mi almohada quedó suspendida en el aire - ¿pero qué? - me levantó y noto que todo está normal hasta que veo mi reloj, ¿se detuvo?
- ¿Tienes miedo Sophia? - escuchó una voz que se me hace conocida que viene de entre las sombras de mi mueble.
- ¿Quién eres? - preguntó viendo a ese sitio detenidamente.
De entre las sombras noto como Dylan sale, sonriendo de lado vestido de un traje blanco - hola Sophia.
- A solo eres tú - contesto más tranquila y de inmediato reacciono - ¡¿qué demonios haces en mi cuarto y cómo entrantes?!
El tipejo ese ríe como si nada, como quien dice “es lo mas normal de mundo”- ¿eso es lo que más te preocupa aquí? - sonríe de lado de manera bastante aterradora y ahí es cuando me doy cuenta.
- ¿Qué eres? y ¿que qui-eres? - pregunto seria ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Mi madre no es de las que pondría a un chico que acaba de conocer a cuidarme.
- Ábreme, soy yo - dice pero su voz no se escucha como la de hace un rato, se escucha como la de la chica de la puerta. Veo como se va deformando poco a poco frente a mí. Mis cabellos se erizan y me pongo pálida - como el monstruo del ascensor -murmuro, no lo pienso ni un segundo y voy corriendo hacia mi puerta abriéndola rápido.
Salgo corriendo por los pasillos intentando alejarme de esa cosa o lo que sea que sea mientras escucho resonar su risa diciéndome - no hagas esto más largo, te dolerá más - escucho sus pasos acercarse hasta que ya no se escucha nada.
- ... - me detengo y empiezo a caminar viendo a todos lados alerta, volteo observando una lengua en el piso lo cual me pone más pálida, veo como cae una gota de sangre del techo, veo al piso con miedo para después elevar mi vista hacia techo.
No hay nada...
En eso de las paredes empiezan a salir varios gatos rata de las pirámides de Egipto al parecer - ¿esto pude empeorar? - pienso en voz alta, grave error. De mi pantorrilla saco un arma que manejo normalmente.
Justo cuando iba a atacar siento que no me puedo mover y que me arden los brazos, siento unas manos frías sostenerme, con las pocas fuerzas que me sobran volteo lentamente encontrándome con...
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Editado: 02.09.2019