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Esa noche, Estela y Aldo aún permanecían en la casa familiar, y se encontraban en la cocina con los papás de él, bebiendo café.
― Me llamó Rafita hace rato. ― Dijo el señor. ― Que cuántos seguían en la casa, para traer la cena.
― ¿Qué opinan de esa salida con Roxana? ― Dijo Aldo con preocupación. ― ¿Creen que deba hablar con él? ¡Rox está muy chiquita!
― Si te soy honesto... ― Dijo su papá. ― Muy al inicio, cuando ustedes lo trajeron a la casa por primera vez, me preocupé un poco. Pero la verdad, es que veo que el muchacho la respeta mucho... Y a todos nosotros.
― Se llevan muy bien. ― Sonrió la señora. ― Bromean mucho entre ellos y pasan mucho tiempo en la cocina conversando. Pero me imagino que es porque son los más jóvenes y, entre ellos, tienen más cosas en común que con los demás.
― Rafa se esconde en la cocina por culpa de tu prima Perla. ― Le dijo Estela a su novio. ― No sé si te has dado cuenta, pero tu Tía Sandra ya le echó el ojo para su hija y lo andan acosando.
― ¿En serio? ― Preguntó la señora totalmente sorprendida. ― ¿Mi hermana y mi sobrina quieren cazar a Rafita?
― No lo dudo ni tantito. ― Musitó el señor. ― Esas dos son unas interesadas. A Rafita, aunque es muy sencillo de trato y nada pretencioso, se le nota que no es pobre, y se han de imaginar que el muchacho va a heredar una fortuna cuando muera su papá, o algo así.
Aldo sólo soltó una risa irónica y negó en silencio.
― Retomando el tema. ― Dijo Estela con seriedad. ― Dudo muchísimo que mi cuñadito se atreva a faltarle al respeto a Rox. Y, además, ella es una niña muuuy centrada y muuuy juiciosa como para andar haciendo tonterías o permitírselas a alguien más, así que yo sugiero que no les digamos nada sobre el tema.
― Estoy de acuerdo. ― Dijo su suegra.
Los hombres sólo asintieron en silencio.
Justo en ese momento, oyeron el ruido de la puerta principal al abrirse.
― ¿Dónde están todos? ― Se escuchó la voz de Rafael.
― ¡Acá en la cocina! ― Le gritó Estela.
Un instante después, los jóvenes entraron. Rafa llevaba una bolsa de plástico en las manos. Ambos lucían serios. Él se acercó a la mesa y dejó la bolsa sobre ella. Roxana se despidió.
― Me duele la cabeza. ― Dijo mientras salía de la cocina. ― Me voy a mi cuarto. Gracias Rafa por el cine.
Todos se giraron a mirar a Rafael, absolutamente intrigados y algo molestos.
Él soltó un suspiro y se sentó en una silla vacía.
― Fuimos al cine. ― Empezó a narrar. ― Elegimos la película de superhéroes que está de moda, compramos las golosinas y entramos a la sala. En lo que empezaba la película platicamos normal, añadiendo a nuestra lista de viajes más lugares qué visitar.
― ¿Cuáles viajes? ― Preguntó Estela con curiosidad.
― Se supone que Roxana y yo algún día viajaremos alrededor del mundo para comer rarezas. ― Dijo él encogiéndose de hombros.
― ¿Todavía están viajando juntos? ― Preguntó la señora de la casa. ― ¡Pensé que la habías dejado abandonada en Escocia!
Rafael soltó una pequeña risa.
― Me convenció de regresar por ella para ir a la Toscana, en Italia, a un pueblo que se llama Cortona o algo así. ― Dijo volviéndose a encoger de hombros. ― ¿Y quién se resiste a un buen plato de pasta?
Ambos se rieron.
― Okey, dejen el viaje a Italia para después. ― Aldo los interrumpió. ― Yo quiero saber qué es lo que pasó HOY y por qué Rox se ve enojada.
― Porque cuando salimos del cine la invité a una cafetería, ahí mismo, en el centro comercial... Y nos encontramos a varios de sus compañeros de escuela en ese lugar. ― Rafa siguió hablando en lo que Estela y su suegra sacaban las hamburguesas de la bolsa y las servían. ― Nos saludaron, Rox me presentó con ellos y acabamos todos sentados en la misma mesa llena de adolescentes. Digo, al fin y al cabo, se supone que se trataba de que tu hermana se integre con sus amigos y se quite esa horrible etiqueta que le pusieron. ¿No?
― ¿Y qué pasó? ― Preguntó el papá de Aldo, con preocupación.
― Pues, ni bien nos habíamos acomodado en las sillas, cuando una muchachita se volteó hacia mí y me preguntó, con toda la mala intención del mundo, si éramos novios. ― Negó Rafael. ― Créanme que ni siquiera me dio tiempo de responderle, cuando me soltó un “No deberías estar con ella. Sus hermanos te pueden matar. Ten cuidado porque se encargan de destripar a todo el que se le acerca a Rox”.
― ¡Qué hija de la fregada! ― Exclamó Estela, totalmente molesta mientras los demás negaban en silencio.
― Yo pensé lo mismo. ― Señaló Rafa. ― Y me enojé mucho con esa idiota. No le contesté nada. Peeeeero, me di cuenta de algo.
― ¿De qué? ― Preguntó la mamá.
― NADIE más había dicho nada, al contrario. Todos saludaron a Rox con mucho gusto. ― Señalo Rafa. ― NADIE, sólo esa niña. Y como yo la ignoré y seguí conversando con los demás, ella volvió a insistir en lo de alejarme de Rox. Así que me super mega enojé y la puse en su lugar.
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Editado: 30.04.2022