El Misterio de Alex Roswell

❕SALA DE INTEROGATORIO ❕

El aire frio inundaba la habitación y el eco del silencio no logra traspasar las gruesas paredes del pequeño lugar y en el amplio vidrio,  solo se veía su propio reflejo preocupado, mientras acomodaba los archivos del caso que, para ella, sigue siendo bastante confuso.

La metalizada puerta rechinó al abrirse, dejando a su vista al joven uniformado.

—llego— anuncio, con la voz pausada y temblorosa, que le caracteriza.

—déjalo pasar.

El chico asintió y se marchó sin cerrar la puerta. Después de un par de segundos vuelvo a aparecer acompañado de un joven alto.

—buen día.

Esta vez se dirigió al rubio que la observa atento, sentándose frente a ella.

—señor...Evans, tengo que hacerle un par de preguntas, ¿bien? — asintió aun con duda y desconcierto.

—tengo entendido, que fue usted quien notifico el incidente.

—si...

—muy bien, puede decirme, con exactitud, como sucedió.

Asintió, tratando de recordar con exactitud aquella noche.

—yo...estaba durmiendo, bueno, en realidad, no podía dormir muy bien y...

—¿puedo saber él por qué?

—tenia cosas pendientes, nada muy importante...— se encogió de hombros restándole importancia al asunto.

—muy bien, siga.

La detective sacó una pequeña libreta y un bolígrafo preparada para escuchar el resto del relato.

—estaba cansado de dar vueltas en la cama sin poder conciliar sueño, entonces me levanté y fui... a la cocina por un vaso de agua, hasta que...oí una explosión, no muy escandalosa, pero bastante llamativa en medio de la noche. Y lo vi. La casa estaba completamente en llamas, así que lo primero que se me ocurrió fue llamar a la policía.

—¿Qué puede decirme de los Roswell? ¿Cómo eran ellos?

—bastante amables, aunque un poco reservados, no se...muy bien, no vivían allí, iban de vez en cuando y yo casi no estaba en casa.

Las palabras del joven llamaban bastante la atención de la detective, ya que esta anotó algo en su pequeña libreta.

—¿sabe usted, donde vivían? — cuestiona más intrigada por la respuesta del rubio.

—no, pero...

Dos golpes en la puerta la interrumpieron. El joven uniformado abrió la puerta, avisándole a la detective que el tiempo habia terminado.

Esta le dedico una mirada asesina y luego cerró la libreta exaltada. El rubio se levanto despidiéndose y saliendo de la habitación.

La detective salió aceleradamente la habitación, decidida por lo que iba a hacer mientras avanzaba por el extenso pasillo de la comisaria, para llegar a la amplia oficina de su superior. Quien estaba plácidamente sentando mientras tomaba una de sus matutinas tazas de café y leía el periódico del día tranquilamente.

Momento que se interrumpió cuando la detective atravesó la entrada, eufórica.

<<tenía razón>>

Sus palabras solo agriaron la expresión del hombre, que dejo el café sobre el escritorio mirándola con deseos de sacarla a patadas del lugar.

—solo...

—¡tienes cinco días, Miller, si hasta entonces no tienes nada, tendré que darle tu cargo a otro detective que obedezca mis órdenes!

La detective asiente sonriendo victoriosa, mientras salía de la oficina dejando al hombre con dolor de cabeza y sin ganas de cafeína.

<<tenia razón>> repito para sí misma en voz baja mientras se dirigía a su escritorio.



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En el texto hay: tragedia, secretos, psiquiatrico

Editado: 30.08.2021

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