Steven estaba a punto de ser asesinado por Alexander, quien blandía su Katana amenazadoramente. En ese momento crítico, cuando parecía que no habría escapatoria, Nick apareció sorpresivamente, gritando:
"¡Oye, imbécil, deja a mi colega!"
Sin dudarlo por un segundo, Nick agarró a Alexander y, en un acto de valentía, ambos hombres saltaron juntos del barco volador, cayendo en picada hacia el mar.
Steven se quedó congelado, atónito ante la escena que acababa de presenciar. No podía creer que Nick se hubiera arriesgado de esa manera para salvarlo. Mientras veía cómo desaparecían entre las olas, el barco comenzó a desestabilizarse aún más.
"¡Megan, haz algo o moriremos todos!" gritó Steven, desesperado, consciente de que el tiempo se les acababa.
Corrió hacia el borde del barco, asomándose para ver si lograba divisar a Nick. Su corazón latía con fuerza, rogando que su amigo hubiera sobrevivido a la caída. Pero lo único que veía era el mar agitado, sin rastro alguno de Nick o Alexander.
Mientras tanto, en el cuarto de seguridad, Megan seguía luchando por mantener el control de los sistemas del barco, que cada vez se volvían más inestables e inmanejables. Los alaridos y el caos se apoderaban de la nave, y ella sabía que el peligro era inminente.
¿Logrará Megan recuperar el control del barco a tiempo? ¿Qué habrá sido de Nick y Alexander en el mar? ¿Podrá Steven escapar antes de que todo se desmorone por completo? El destino de todos parecía estar en manos de las acciones desesperadas de unos pocos.