El sol de un nuevo día intentaba abrirse paso entre las gruesas nubes grises, el clima ha cambiado, pero yo aún me siento sumergido en una tormenta. Una tormenta que ha destruido cada célula, hueso, músculo y sistema de mi cuerpo, y realmente ya perdí la esperanza de alguna vez ver el arco iris.
Nuevamente inicio mi día moviéndome en piloto automático, me bañó, visto, tomó mi mochila y bajó a la cocina, donde mi madre me observa con tristeza mientras intentó desayunar cereal con leche.
Mientras conduzco a la escuela terminó de aceptar que todo sigue como debe seguir, el sol ha salido todos estos días, mi madre sigue cocinando como si el apetito no se ha alejado de mí, mis amigos me siguen buscando como si aún quisiera hablar, todo sigue su curso solo que ya no está ella.
Soy un zombie andante desde hace dos semanas, ¿tanto tiempo? Han pasado quince días desde que vi por última vez los ojos de Chloe. Quince días desde que sentí su piel, desde que el calor de su cuerpo invadió el mío, desde que escuché a su voz decir mi nombre.
Todo me resulta tan cercano que cuando lo pienso el martillo en mi cabeza se activa invadiendo mi ser de un dolor profundo. ¿Cómo llegue a este punto y como salgo de él? ¿Esto es lo que un corazón roto trae? Supongo que lo que más duele es no poder recordar cómo te sentías antes de estar así.
¿Cómo me sentía antes de conocerla? ¿Cómo fui capaz de sentir tanta felicidad a su lado? ¿Cómo una persona pudo hacerme reír y cuestionarme todo de la vida? ¿Cómo logró ella empujarme y convertirme en la mejor versión de mí mismo? ¿Fue ella o simplemente fui yo intentando ser todo lo que ella necesitaba?
Nuevamente mis clases iniciaban con normalidad. La profesora de literatura nos guiaba sobre uno de los libros que se supone debí haber leído, dibujó nuevamente en la esquina de mi cuaderno un ojo mal hecho, pero al final de cuenta un ojo.
Así el día transcurre, me muevo en los pasillos como un zombie, muchas veces escuchó mi nombre, pero no soy capaz de retener quien me llama, las clases avanzan una a una hasta que el día termina. He visto el esfuerzo de mis amigos en la cafetería, ahora sentados todos en la mesa del ventanal. He visto la decoración en los pasillos anunciando el baile, el tan ansiado baile antes de la promoción.
Durante mucho tiempo mi objetivo era convertirme en el rey del baile y tener por compañera a Gabriela, luego de conocerla lo único que quería era que ese día mi princesa fuera Chloe, ¿y ahora qué?
Llegó a mi casa y nuevamente mi estómago se ha cerrado, el olor a pizza casera es atrayente, pero una voz en mi cabeza me obliga a subir a mi habitación y buscar mi cama.
Cuando escuchó los golpes en la puerta sé que nuevamente es mi madre quien hace el esfuerzo del día para que coma, así que le abro. Como siempre se abraza a mi cuerpo y también lo hago, tengo que luchar con las lágrimas que amenazan con escaparse de mis ojos.
—Tienes que comer—me susurró ella.
—No tengo hambre ahorita mamá, estoy cansado.
—Hijo ya esto no es normal, es demasiado—la preocupación en su voz es palpable.
—Ya se pasará mamá, solo déjame que yo lo haga, en mis tiempos.
Ella suspiró pesadamente, dejó la bandeja con dos trozos de pizza en mi escritorio y nuevamente buscó la salida.
—Sabes que ella no es la culpable—susurré seguro, ella volteó a verme y asintió.
—Pero es mucho el daño que te ha causado.
—No es así—dije con rapidez—ella también está sufriendo, yo lo sé.
Nuevamente suspiró. Comprendía la preocupación de mi madre, pero odiaba la idea de que cruzará por su mente algún tipo de culpa hacia Chloe.
—Aarón llamó de nuevo—señaló desviando la conversación y tragándose así todo lo que pensaba decir—deberías llamarlo.
—Lo haré, dormiré un poco y luego lo llamo.
—Y luego comes—dijo con severidad—por favor debes comer.
—Está bien mamá, lo haré.
Dejó un beso en mi mejilla y salió de mi habitación, cuando me tiré a la cama inmediatamente sentí mis párpados pesados. Llamaría a Aarón después de dormir, necesito dormir, es el único momento del día en el que soy capaz de desconectarme de todo.
Me desperté asustado cuando sentí un fuerte golpe en mi rostro, inmediatamente me puse en alerta y debo admitir que también pegué un grito, aunque no sé qué más hice ya que Alicia me miraba con cierto temor.
—Lo siento—señaló avergonzada—es que te llamé y no me hiciste caso.
Intenté controlar mi respiración para que también mi corazón se calmará y asentí.
—¿Qué haces aquí?—pregunté con la voz pastosa, aclaré mi garganta.
—Quería verte, Aarón dijo que eres un desastre.
—¿Eso dijo?
—No usó esas palabras—respondió con una sonrisa—pero basándome en lo que miro eso debió haber pensado.
—Lo siento es que…
Ella negó débilmente y se sentó a orillas de mi cama, ¿Cómo es que mi hermana de trece años ahora parecía más fuerte que yo?
—Papá me va a dejar aquí, tiene que hacer unas diligencias, tu mamá no tuvo problemas, ¿tú lo tienes?
#28 en Joven Adulto
#264 en Novela contemporánea
amoradolescente, primeramorenelinstituto, enfermedadesmentales
Editado: 17.09.2023