El mundo del espejo

Capítulo 23

¿Por qué cada vez que las separaban Yana se salía de control? en su pecho sintió un punzón desde que vio la figura flotando en la dirección donde estaba su amiga, esa era ella, pensó en cuando vio la escena que acababa de pasar y que las manos gigantes hechas de oscuridad se había esfumado tal cual lo había hecho su arco. Salió volando, estrellando sus puños contra el campo de fuerza intentando llegar hasta Yana que descendía hasta el suelo, no la estaba escuchando, no había siquiera notado que alguien estaba gritando su nombre ¿Qué había pasado? Pensó en lo peor, siguió gritando sin imaginar que ya lo peor había sucedido, había un charco de  un líquido negruzco que poniéndolo junto al cuerpo desplomado era evidente lo que era.

El nombre de Yana sabia amargo a esta altura, tomo en sus manos una pequeña daga de luz e intento cortar, atravesar, abrir, patear, rasguear el manto que la tenía  fuera de lo que realmente estaba pasando. Yana había llegado del cielo y envuelta en una niebla densa y oscura aterrizo cubriendo con el humo el cuerpo inerte, brillando un sello parecido al suyo desde el piso que sirvió como plataforma para levantarlos del suelo y salir disparado en dirección al palacio del anochecer.

No dudo un segundo en sentir la energía en la planta de sus pies, una que la ayudaría a alcanzar la velocidad que necesitaba para llegar hasta Yana y mucho más ahora que no tendría nada que le impida el perseguirla, nada que no fuera el agarre del brazo de Alister por su cintura, Sarai se giró con la cara hecha un desastre y empujo a Alister fuera de su cuerpo, todo esto era su culpa. El pelirrojo no la dejo ir aunque ella empezó a patalear— ¡suéltame! —le grito llena de rabia, sentía que podía explotar recordando todo lo que ha había hecho pasar, el ponerla a morir con un monstruo, encerrarla sin escapatoria, los golpes, raspones, la ilusión, el poner todo eso y quien sabe que mas en los hombros de Yana—tengo ir por ella—siguió reclamándole intentando salirse de la prisión que se habían vuelto sus brazos, comenzó a menearse como una fiera enjaulada buscando zafarse, pero Alister solo podía sostenerla más fuerte.

—no es ella—en medio de la algarabía.

—¡no me importa, tengo que ir!

—Sasa—Alister se mantenía firme sosteniendo a Sarai que iba perdiendo la intensidad hasta quedarse sin fuerzas—déjame arreglarlo a mi—le pidió estando aun en el aire, donde la brisa hacía que la chica se estremeciera del frio, ahora que la magia había abandonado su cuerpo casi en su totalidad, sintiendo así mismo como el dolor crecía dentro de ella dejándola incompetente, Alister sabia como debía sentirse y la acomodo en sus brazos donde con rabia no le quedo de otra que acunarse en el pecho del muchacho que iba volando al este. Sobrevoló el palacio del amanecer entrando por la ventana de la torre y directo a la cama de Sarai donde la dejo.

—tráela—dijo aferrándose del la camisa de Alister, cada musculo de su cuerpo se sentía morir, podía llorar, pero sus costillas chillaban al respirar—tráela de vuelta—suplico con los ojos cansados y un nudo en la garganta, no tenía  miedo de lucir frágil en esa situación porque la angustia y el miedo alojados en su pecho eran mucho mayores. Sentía que podía vomitar por el dolor que sentía y su cabeza le daba vueltas, sabía que no se quedaría despierta por mucho más tiempo. Alister se sentó a su lado y asintió con la cabeza.

—confía en mi—pidió suavemente acortando la distancia entre ambos, la recostó sobre la cama y estrecho la distancia entre sus frentes ¿Qué hacía? Se pregunto Sarai interponiendo una mano entre los dos y así guardar la distancia, Alister no sonrió ni intento ser coqueto, entrecerró los ojos y le tomo como prisionera la mano para así proseguir hasta estar frente con frente—tranquila— ¿Cómo estarlo? estaba débil sin poder hacer nada con la presión del cuerpo del chico sobre ella, entonces con el acercamiento inevitable de Alister, sintió su corazón latir una velocidad alarmante, su respiración aunque dolía seguía agitada y no podía controlarla, el joven con los ojos abiertos sobre los de ella hizo parecer el momento infinito, entonces allí él empezó a emanar luz de su cuerpo, una luz rojiza que los envolvía y la hacía sentir bien, demasiado bien. Relajo el cuerpo y recibió la energía mágica para su pronta recuperación y empezó a sentir los ojos pesados presintiendo que pronto estaría perdida en el sueño, no quería dormir, no quería perderse de nada, pero Alister hacia lo que podía para poder calmarla.

Su energía se sentía como una un baño caliente, como un abrazo y el tiempo que parecía infinito ahora ya no le parecía incomodo o tortuoso, sino mas bien relajante y vagamente familiar. Sintió al joven alejarse de ella, y reprimió un “quédate a mi lado” que urgía por salir de sus labios ¿Qué era esa necesidad? No lo sabía, tampoco le gustaba, pero vaya que se sentía increíble el tenerlo sobre ella haciendo lo que el estaba haciendo.

 

*****

Tenía  que hacer algo rápido pues no tenía  tiempo que perder, veía a Asher en la plataforma boca abajo con la espalda abierta en carne viva y sangre que aun brotaba manchando todo el alrededor. encendió las velas con magia notando que estaba en ese lugar, ese sitio tenebroso con el que había soñado unas cuantas veces y que no la dejaba dormir en paz. se arrodillo al lado del joven reprimiendo las lágrimas y el lloriqueo que insistían en salir ya que tampoco tenía  tiempo para sentarse a llorar mientras que Asher con la mandíbula apretada y la frente sudada se quejaba de su herida.

Sostuvo su mano en busca de confort propio, sabiendo que esto no haría nada por el hombre que tenía  enfrente, después de todo lo había traído ahí por puro instinto, por el querer salvarlo, por la urgencia de protegerlo y de cuidarlo. En medio de su histeria seguía recordado como él era lastimado una y otra vez, como aquella bestia rasgaba su piel esparciendo parte de la sangre en su rostro, recordaba la consistencia, el olor, la tibieza y la sensación de esta cuando de  sorpresa lleno su cara, así mismo como la mirada de él se volvía vacía frente a ella. Ese momento se mantenía  como cinta trabada en su memoria.




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