Como el color de la tierra;
la semilla que hay en ti
crecerá con prisa
porque como tierra fértil eres
y como ella serás por siempre.
Porque lo que ha plantado Dios
es algo muy grande y prometedor.
Lo debes regar con tus lágrimas y
alimentar con tus alegrías.
Un poco de ambos es suficiente,
más de uno o menos del otro
podría ser malo para tu interior.
Papá sabe que no fue fácil
el camino por el que transitaste,
por donde te tropezaste más de una vez
y muchas veces dudaste de Él,
pero aún así nunca lo abandonaste
y siempre le fuiste fiel.
Porque eres llamado hij@
y tienes una recompensa grande en el cielo,
un lugar en su mesa y una vida eterna,
porque nunca te soltó la mano y
en los tiempos difíciles Él estuvo obrando
para que hoy puedas estar donde estás.
Aún hay mucho por recorrer,
más piedras con las que hay que tropezar,
más lágrimas que hay que derramar,
y más victorias que hay que ganar,
pero antes de todo eso tienes que morir
a tus propios deseos, a tu propio sentir.
Debes soltar lo que no edifique nada en tu vida,
lo que solo enferma, lo que sólo lastima,
para crecer en la roca y ser más como Él,
para completar la misión por la que fuiste traído al mundo,
porque esa grandiosa semilla tiene que comenzar a dar sus frutos.