De repente me detengo,
y viendo hacia todos lados
no logro distinguir nada.
La vida pasa ante mis ojos
mientras todos corren con prisa.
Se escapa una brisa, suave y fresca,
como la noche de primavera más temprana
en medio de un triste invierno.
Me ensordece un estruendo
y me desvanezco en un suelo sin fondo.
Todo se vuelve oscuro y temo haber muerto,
condenada a un zumbido sin descanso
que penetra mi cerebro una y otra vez.
¿Será este el infierno que he de absorber?
Una gota de sangre cae al vacío.
Todo tiembla y se sacude,
y como lumbrera a mis pies,
la luz se asoma desde muy lejos.
Se oye solo el latido de un corazón
a la par de otro muy llamativo,
bombeando un amor multicolor.
Doy un paso en falso y siento el dolor:
Un golpe tras otro, caídas, puñaladas, y rencor.
Me atacan sin piedad ni miedo.
Estoy sufriendo.
Desde todos los extremos del horizonte
se escuchan voces que claman con euforia y pasión.
Comienzo a gatear, y
dando los primeros pasos puedo ver debajo mío
todo lo que cae de lo que solía ser.
Duele, quema, incluso arde pero está bien.
Una lágrima comienza a caer,
y seguida de esa, mil más.
Mi fachada comienza a caerse
y con ella, todo lo que fui.
Me voy rompiendo, des-construyendo,
a cada segundo de cada minuto.
Me observo en el espejo
pero no me veo igual.
Sigo sin detenerme ni mirar hacia atrás,
aunque tenga debilidad y quiera voltear,
y quiera frenar. Aunque me cueste,
aunque mi cuerpo no de abasto
Paso a paso veo una salida
y todos corren con prisa hacia allí.
Sin desear verme, me chocan, empujan y tiran, hasta trato de aferrarme a alguien pero nadie se fija en mí.
Intento hablar, mas alguien borró mis versos.
Intento correr, mas alguien ató mis pies.
Intento llorar, mas alguien vació mi tanque.
Decido detenerme y comienza a llover.
Dejo de luchar por seguir la corriente,
dejo de temer y dejo de dudar,
y todos se detienen junto a mí.
Los corazones siguen latiendo.
Todo se encuentra en silencio
y solo de esta manera soy capaz de oír tu voz con perfecta claridad.
Capaz de hablar sin lastimar al otro.
Capaz de caminar sin tropiezos ni apuros.
Capaz de derramar lágrimas sin vergüenza.
Capaz de ser moldeada y morir a mí.
Y solo de esta manera soy capaz de sonreír, de amar y de perdonar de golpe.