Hoy decido soltar lo que lastima,
voy dejando el tiempo atrás.
La vida nunca es fácil de tratar.
Se aprende de los errores
y se comienza a reconstruir.
La balanza comienza a tener peso
y las prioridades se balancean.
Primero está la familia,
después si quieren, los demás.
Y cada vuelta es un aprendizaje,
el dinero y las personas van y vienen,
no todos pueden quedarse para siempre,
las cosas deben y van a cambiar.
Hoy decido aceptar el presente,
para recibir lo que está destinado para mí.
Yo dejo el pasado donde pertenece,
y espero pacientemente el futuro.
Lo siento, debo continuar.
Perdoné sin que me pidan perdón,
pero es que de eso se trata, ¿no?
Pedí perdón aunque no me perdonaron,
y sé que ese acto no fue ni será en vano.
Existe una sola certeza que se esconde
y un millón de mentiras flotando en el aire.
Depende de cuál camino elijas tomar,
que vas a cruzarte con aquella verdad.
Doy pasos desconfiados y ansiosos,
sobre un suelo del hielo más refinado,
con reflejos de lo que alguna vez pasó,
pero que al fin y al cabo, no pasará.
Suelto y cierro los ojos para no regresar.
Si ahora no funciona en lo que soy,
es porque pertenece a lo que solía ser.
Comprendo cómo fue y cómo es.
Si me retiene contra mi voluntad
o se interpone ante mis sueños,
es porque no me deja seguir adelante,
así se convierte en un peso innecesario.
Consumiendo mis huesos,
succionando mi sangre.
Vaciando mi alma.
Suelto, entonces, aquello que quiere matarme.
Lo que destruye, enferma y obstaculiza.
Me desconecto y comienzo de nuevo.
Y ahora vivo, soy alguien más y mejor.
Entonces, al soltar,
me aferro a lo que tengo delante,
esperando consciente del proceso
al que me someteré al terminar
la siguiente etapa de mi vida y las otras,
y empezar las que vendrán luego de esas.