Pintó el cielo
de un mar de colores,
y en el más grande lienzo
aguardan impacientes
sus obras de arte.
Cambiantes y brillantes,
una hermosa creación,
con mil defectos y mil virtudes
corazones débiles,
valientes y guerreros,
amantes y amados,
perfeccionados a su imagen,
la más bella figura
existente en el todo
y hasta en la nada misma.
Señor de señores, el único Dios
y nosotros sus hijos, hermanos en Cristo.
El alfarero, formando a sus herederos
entre sus manos santas,
moldeando corazones,
rompiendo estructuras insanas,
limando cada detalle de impureza,
armando a los humanos más reales.
Conociendo a cada uno de forma individual,
teniendo a millones de hijos por todo el mundo,
y con todos ellos tejiendo una relación especial,
diferente, como nunca antes se ha visto por el hombre,
en esta tierra, planeta, universo o galaxia inclusive.
Estamos en la orilla de su río,
clamando por una gota del manantial de vida,
aquel que no tiene principio,
no tiene final, aquel que es el alfa,
y la omega, el alba y el ocaso,
el amigo y el compañero,
fiel y leal, y ante todo, verdadero.
Hoy nos rendimos ante tu altar,
ven a transformar el daño que tenemos.
Por desobedecer, nos hemos roto,
tenemos manchas, estamos sucios.
Ven a pulir, a blanquearnos,
a sanarnos dentro de tu corazón,
entra dentro nuestro, por favor.
Artista añorado, hemos de saber
que las cosas viejas no son de tu agrado,
he aquí, todo es renovado por tí.
Multiplica de tu gracia sobre nosotros,
hemos visto tu bondad desde la acción
más pequeña que se pueda imaginar.
Eres detallista, como un novio amoroso,
estás enamorado de tus esculturas,
ves en ellas de lo peor y lo haces nuevo.
También comprendemos que eres celoso,
no quieres que el mal nos robe de tu casa.
Lágrimas caen de estos barros que moldeas,
pues sabemos que el proceso no es nada fácil,
duele, duele muy en lo profundo del alma,
pero luego el llanto se convierte en algo maravilloso,
porque sin dolor no existe ni la vida misma.
Mirad, Padre, ahora somos famosos,
nos exhibiste a los demás, vaya que ha costado,
no debemos dejar que la fama se nos suba a la mente.
Los pasos que hemos dado agarrados de tu mano,
nos han servido para luchar las guerras que tuvimos,
fueron kilómetros y kilómetros por la ruta hacia el reino,
sin ti no hubiéramos llegado ni a la esquina siquiera.
El artista es quien se merece el premio mayor,
y con eso, nuestra misión se ha cumplido,
nuestro ser rebosa de paz y amor,
pues el cielo ha de estar de festejo,
la sonrisa en el rostro del padre
era nuestro objetivo único, lo hemos logrado.