El mundo después de Máreda

Capítulo trece

 

Blake

 

         Las estrellas desaparecían del cielo conforme me acercaba a la caballeriza. Aquel sitio permanecía vacío, y se había convertido en mi lugar favorito para los entrenamientos. Hacía ya algunos días que los caballeros reales habían emprendido viaje por las distintas regiones del reino para reclutar a los mejores guerreros. El primer relámpago me tomó por sorpresa. Eso hizo que me aferre a la empuñadura de la espada. Una mano me apretó el hombro… Antes de siquiera pensarlo, había desenvainado la espada y girado sobre mis talones, listo para efectuar el ataque.

         Pol se colocó a la defensiva, desenvainando su nueva espada, un reciente regalo de Andrew. Su rápida reacción me llenó de orgullo. Habíamos dedicado gran parte del día a los entrenamientos. Carol, Cinthia y Jane también participaron sin pensarlo dos veces. Jane eligió la espada, mientras que las hermanas Silverymoon afinaban su puntería con el arco, derribando objetivos cada vez más lejanos y dificultosos. 

—Hace un rato Jane nos informó sobre la llegada del Haldar —mencionó Pol, ofreciendo el primer ataque. Nuestras espadas chirriaron al mismo tiempo, sintonizando con los relámpagos que se oían cada vez más violentos—. Supuse que te encontraría aquí mismo…  

—No sé qué me da más miedo —me atreví a confesar, mientras contraatacaba—. Si lo que descubrí sobre mí en este poco tiempo que llevamos en Nasca… O lo que todavía desconozco.

—No debería preocuparte lo que aún no aconteció —fue la sencilla respuesta de Pol—. Es mejor enfocarse en el ahora.

—No lo entiendes —nuestros pasos se alejaron hasta la parte de la caballeriza que tenía el techo descubierto. El nudo me apretó la garganta y las lágrimas que bajaron de mis ojos se mezclaron con las gotas de lluvia que caían del cielo—. Sucede algo malo conmigo, que podría cambiarlo todo, para siempre. Lo que hay dentro de mí podría convertirme en tu enemigo en este mismo instante. Tengo miedo. Temo despertarme un día y hacerles daño. La simple idea hace que por momentos sienta el impulso de marcharme de aquí. Siento que estoy poniendo a todos en peligro. Ya no sé quién soy.

—De ninguna manera —Pol dio un paso adelante, envainando su espada. Imité el gesto y guardé el Vislazar—. Sigues siendo mi hermano de toda la vida, nada cambió en ti. La sangre no te convierte en alguien atroz… Lo que te convierte en un sujeto oscuro son los pensamientos.

— ¿Cómo puedes estar tan seguro? —me quebré—. ¿Cómo sabes que no soy igual que ellos?

—Lo sé —afirmó Pol con seguridad—. Lo sé porque la historia nos ha demostrado que no todos los seres actúan según su propia naturaleza. Hay quienes se han revelado de sus propias cadenas, así como lo hizo tu antepasado. Mira adentro tuyo y estarás tan seguro como lo estoy yo…

         Un escalofrío recorrió mi cuerpo y nuevamente me sentí frágil. Tomé asiento el preciso instante que tres siluetas más aparecieron, cubriéndose bajo espesas mantas. Una de ellas traía una lámpara de aceite encendida. Intenté mantener la calma. Respiré hondo y contuve las ganas de seguir llorando. Me avergonzaba de mi debilidad. Me preguntaba por qué habían cambiado tantas cosas desde que dejamos atrás el abrazo cálido de Máreda.

No pude evitar pensar en mi familia y en todos estos secretos que ninguno de ellos conocía. Máreda parecía protegernos del cambio de realidad. Y en mi cuerpo extrañé sentir aquella calma que solamente me brindaba mi hogar. En el presente, todo lo que me quedaba del sitio al que alguna vez pertenecí eran mis amigos. Es por eso que me sentí reconfortado cuando el grupo se completó. Todavía me sentía manchado. Me costaba sentirme parte de mi antigua vida sabiendo que mi pasado estaba manchado de sangre. Ahora sabía quién era, y eso me aterraba…

Jane se sentó a mi lado. Su mano se posó en mi hombro, y al notar mi cuerpo frío colocó la manta en mi espalda. No me di cuenta hasta ese entonces que estaba temblando.

— ¿Ustedes también saben que soy un monstruo? —pregunté con la voz entrecortada.

Cinthia se arrodillo junto a mí y me besó la frente. Después dijo:

—Luke nos lo dijo hace algunos días, antes de marcharse al bosque. Fue la mañana en la que Andrew te citó en el despacho del Rey.

—Nada ha cambiado para nosotros —prosiguió Carol, mientras acomodaba flechas en su carcaj.

—Para mí sí ha cambiado algo —añadió Jane. Me volteé para observarla, confundido. La joven se acurrucaba sujetándose las rodillas con ambas manos—. Ahora sé junto a quién debo pelear cuando el momento llegue…

         Pol improvisó una fogata bajo el techo de la caballeriza y los cinco permanecimos unidos hasta el amanecer. El cielo continuaba gris y la lluvia se había intensificado. Nuestra conversación rápidamente se desvió por sitios más agradables. Recordamos anécdotas y conversamos sobre aquel lugar mágico y misterioso que cada día revelaba sus más asombrosos secretos. Hablamos sobre los hechizos mágicos que habíamos contemplado durante el día, y también sobre las criaturas que vivían en cada región, tan increíbles que sobrepasaban la propia imaginación.

Hacía semanas que no me sentía así de bien. Mis amigos me devolvieron la tranquilidad, y me convencieron, que en efecto, lo único que había cambiado en mí, era que ahora comprendía mejor la realidad del mundo. El bien y el mal existían desde siempre, era un hecho. La cuestión ahora era encontrar una armonía en mis pensamientos y no castigarme por mi pasado. Debía sacarle provecho a mi lado oscuro, porque también formaba parte de mi ser, aunque no me condicionaba, porque antes de ser un Helus o un Valdhas, yo era un Humano de corazón noble.




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