ELIZABETH
El atentado ocurrido en la fiesta de compromiso de Tara Liu y Malcolm Doyle trascendió a niveles internacionales. Murieron dos personas, uno de ellos identificado como uno de los autores materiales según las grabaciones, el otro fue un miembro de la vigilancia que apareció muerto y se creía que fue asesinado por quienes pusieron las bombas.
Eran cinco bombas en total, mas una de ellas no llegó a explotar, y se determinó que eran de medio alcance: sin intención de derrumbar el edificio, pero sí de sembrar el caos y provocar rencillas entre Yuanfen y las familias mafiosas de la ciudad.
Según los diarios, era una mensaje: no se relajen.
En los días siguientes, Luka llamó y visitó a Dayan para comprobar su estado. Day estaba muy emocionado con eso, probablemente porque era la primera persona lejos de mí o de los médicos que le prestaba atención en toda su vida.
Esa mañana, el pelinegro me llamó y dijo que vendría al orfanato, y mi jefa me permitió atenderlo cómo era debido.
Él se presentó con simples jeans y camisa, despreocupado, en compañía de Henrik, quien tampoco vestía de traje sino más casual, y los guie por el lugar.
—¿Cuántos niños tienen aquí? —preguntó Luka mientras pasábamos al área administrativa.
El orfanato era un campo mediano que contaba con habitaciones, sala de juegos, comedor, baños y zonas de esparcimiento exteriores para los niños. Todos estaban inscritos en la escuela y secundaria cercana, y solían venir luego de que terminaran sus actividades, los más pequeños en compañía de trabajadores.
La situación era difícil, pero nos las apañábamos.
—Tenemos registrados a cuarenta y dos niños y preadolescentes, de los cuales catorce se encuentran con familias de acogida, y los otros veintiocho viven y duermen aquí, salvo Day, que vive en el hospital.
Pasamos a la oficina de registros y cerré la puerta.
—¿Es difícil mantenerlos a todos?
—Económicamente es un esfuerzo titánico, pero es todavía más complicado darles el amor y la atención que se merecen. No tenemos tanto personal y se toman prioridades.
—¿Dayan es una prioridad?
—Mi prioridad —contesté al instante—. Soy como su banco de sangre, de plasma o de lo que sea necesario, por eso mi jefa me lo encomendó expresamente. No quiero decir que tiene suerte, pero muchos de los niños de Young-Dawson no tienen ese privilegio.
Bajé la vista y solté un suspiro. Luka me miró con fijeza por largos segundos, y luego sentí una mano en mi cabeza, que palmeaba con calma.
Alcé la cabeza y lo miré con los bien abiertos, en parte avergonzada porque no estábamos solos aquí.
—La vida de los huérfanos es complicada, pero gente como tú, que hace todo lo que puede por ellos, es lo que más se necesita. Tranquila. Quizá todo mejore de ahora en más.
Sentí una profunda calidez inexplicable en el corazón, quién sabe si por la cadencia de su tono, y no pude evitar asentir con la cabeza.
Respiré hondo y me recompuse.
—Tenemos archivos digitalizados, pero los registros están más completos en físico, en los archiveros. Si hay que buscar desde hace más o menos tres años… —Miré las cajas de la habitación, apiladas una junto a otra y en estantes, hasta encontrar la nota esperada—. Debería ser por allá.
Empecé a caminar en dirección a la caja señalada, que cubría finales del año 2026 e inicios de 2027.
Henrik sacó una caja y Luka otra, y se fueron a un escritorio a comenzar las revisiones.
Los dos siguieron en la búsqueda y, como debía mantenerlos vigilados, me quedé ahí, solo saliendo para traerles una bebidas. Pasamos toda la mañana y la tarde ahí dentro, con una pausa para ir a comer, pero al final no encontraron nada.
—Hay muchas casas y orfanatos aquí, pero no creo que sea sencillo leer sus registros, aunque podrías intentar consultar los registros municipales —comenté de salida. Iríamos a visitar a Dayan.
—¿Tienes acceso a eso? —preguntó él.
—Yo no, pero un trabajador social podría… —Llevé la cabeza a un lado—, con algunas conexiones.
Frunció el ceño y arrugó la boca, no muy convencido con mi propuesta.
—El punto es que debo mantener un perfil bajo, y usar conexiones podría levantar sospechas. —Entorné los ojos, incrédula—. Mi amigo quiere que sea discreto.
—¿Acaso el niño fue secuestrado? —inquirí al llegar al auto. Henrik se subió a su propio auto.
—No, no es eso. Pero el niño es importante para él y necesita encontrarlo; si meto la pata y le pierde la pista, ya sabes, no me lo perdonaría. Le ha costado mucho encontrar indicios suyos.
Respiré hondo y asentí, ya dentro.
—De acuerdo, de acuerdo… Pero entonces Young-Dawson queda descartado.
—¿Conoces una forma legal de tener la oportunidad de ver a personal de algunos orfanatos y casas de acogida de la ciudad?
Él encendió el auto y arrancó, en tanto me quedé pensando en su pregunta.
#994 en Novela romántica
#275 en Novela contemporánea
madre soltera, misterio amor suspenso, pareja destinada vidas entrelazadas
Editado: 30.10.2024