Emma Adams
Mentiría si dijera que mi vida no es lo suficiente rutinaria para aburrirme, incluso estando en una nueva ciudad, nuevamente me encontraba en clases.
Matemáticas, lo que podría ser la pesadilla de muchos, se convierte en mi compañera en momentos de aburrimiento.
Kate me tendió un papel con una nota escrita, la miré raro, ¿qué no podía hablarme?, se encontraba a mi lado.
Ya has visto cómo te mira Mark O'donnell, ¿qué tienes con él?.
Rodé los ojos y quedé callada. Sí era consiente de como la mirada de Mark se mantenía en mí, pero eso no significa que tengo o tendré algo con él.
Presté atención a un proceso que conocía a la perfección, el trinomio cuadrado perfecto. Lo he dado cada curso desde que entré a la secundaria, pero la maestra cree "necesario" estudiarlo de nuevo.
A escondidas de que la maestra se diera cuenta, revisé mi móvil y me topé con un mensaje de un número desconocido.
√√¿Almorzamos juntos?, por cierto, Kate me dio tú número. Marck💓
√√ Estoy en ayuno. Emma🙊
Terminé mis ejercicios matemáticos y salí antes del salón. La situación del chico empezaba a abrumarme, mi mente no decide entre ignorarlo o seguirle la jugada.
Trolearle no estaría mal, de paso podré vengar los golpes que le dio al hombre. Pero nose si mi valentía es suficiente.
Saqué el móvil y decidida tecleé...
√√Te espero fuera, necesito que me acompañes a un sitio.
Dos minutos fueron suficientes para que Marck cumpliera mi pedido y se escapara del salón para sentenciar su propia caída.
- ¿Primero me evitas y luego necesitas?Eres terrible pequeña- dijo llegando a mi lado.
- Soy nueva en la ciudad, no tengo a quien recurrir- me encogí los hombros.
- ¿A dónde te acompaño?- hizo un gesto con la cabeza para que caminemos.
- ¿Tienes auto?- pregunté evitando su pregunta anterior.
- Moto sí, ¿dónde vamos?-
- Sólo ven- tomé su brazo y lo estiré para que caminara más rápido.
Me sorprendió que no haya algún portero controlando el estacionamiento, incluso siendo un instituto regional.
- ¿Dónde iremos?- volvió a preguntar.
- Quiero que me acompañes a la estación de policía-
En su rostro recorrió una oleada de expresión desconocida, era como de preocupación y desesperación mezclados con enojo.
Subió a la moto, la encendió e indicó que tomara asiento detrás suyo. De igual manera se tomó la molestia de llevar mis manos a su cintura, asegurándome.
Anduvimos por las transitadas calles de Nueva York y llegamos al recinto policial sin intercambiar una sola palabra, tampoco es que quisiera hablarle, solo me sorprendió su silencio.
Bajé y él estacionó cerca de los demás vehículos.
- ¿A qué venimos?- intentó guardar la compostura.
Ambos sabíamos bien lo que ocurrió, pero ninguno se atrevía a hablar.
- Hablaré con los oficiales sobre un robo del que fui testigo hace días. De paso puedes declararte culpable- le sonreí y caminé unos pasos.
No iba a hablar, ni siquiera tengo evidencia, simplemente lo estoy poniendo entre la espada y la pared.
- Emma- tomó mi codo y me se puso delante mío- Hablemos por favor-
- Dime que no te acercas a mí con malas a mí con malas intenciones- me deshice de su agarre.
- Yo jamás te haría daño, ahora hablemos por favor- casi rogó.
- Habla- dije.
- No aquí, vamos a otro lugar- volvió a sujetarme del codo.
Acepté ir al café de en frente, el cuál cómo era de pensar estaba repleto de policías, haciendo que la típica imagen de policías comiendo donas sea real.
Pedí un café para llenar mi estómago vacío, o para derramarlo sobre Marck en caso de que intente atacarme.
- Yo no soy un ladrón, me pagan por golpear personas. Pero te juro que nunca me quedo con el dinero que le quitamos- explicó.
- ¡Me siento mucho mejor!, solo destruyes rostros de desconocidos por dinero- dije sarcástica.
- Deja de ser cruel por un minuto y escuchame- soltó un suspiro.
- Y yo soy la cruel...- susurré, o al menos quise hacerlo.
- Trabajo para un hombre importante y el viejo a quien golpeé le debe una buena cantidad de dinero, sólo le dimos una advertencia-
Reí con fastidio, ¿advertencia?, las advertencias las hace el banco con una llamada cuando debes dinero, no van y te golpean porque les da la gana.
- Te prometo que mi intención jamás fue robarte o golpearte, yo solo quería...-
-¿Querías qué?- lo interrumpí.
- Solo quería asegurarme de que no echaras a perder las cosas-
-Ahora puedes estar seguro que no lo haré- me levanté dispuesta a caminar pero sujetó mi abrigo.