Por un momento, las miradas de Julián y Raquel se encontraron, lo que no pasó desapercibido para Ricardo. No comentó nada sobre lo último que el fotógrafo le había dicho porque no tenía nada que objetar. Incluso se sentía un poco culpable por no haber estado para su hija cuando más la necesitaba. Había sido un cobarde por no querer enfrentarla a ella ni a su exmujer antes.
—¿Esta noche estaríais dispuestos a venir a cenar conmigo, Cristina y Marisa? —indagó Ricardo con el rostro serio.
Raquel no supo cómo reaccionar al principio. Intuía las intenciones de su padre, pero le provocaba cierto temor que fuera tan pronto.
—No sé si estoy preparada —se apresuró a responder ella.
Julián volvió a mirarla y se dio cuenta de por qué lo había dicho.
—Quizá sea demasiado pronto, Ricardo. —Se acercó a Raquel y la rodeó por los hombros. Notó el pequeño temblor de su cuerpo, imperceptible a ojos de los demás—. Nos estamos conociendo, nada más. Es cierto que siento algo por ella, pero aún no hemos concretado nada entre nosotros.
Ricardo los miró, centrándose un poco más en Raquel, y recapacitó.
—Está bien, pero por favor, cuando creáis que ha llegado el momento, avisadme para organizarlo todo. Me gustaría invitaros a mi casa.
Raquel sonrió y fue hasta su padre para abrazarle. Julián los observó con una sonrisa y se cruzó de brazos. Una idea cruzó su mente y no se permitió guardarla para sí mismo. Los dos se separaron y ella se giró hacia el fotógrafo.
—No sé si sea el momento adecuado, pero ya que le he hecho una sesión de fotos a Raquel con su madre y me gustaría poder hacerle una contigo, si no te importa… —comentó Julián.
Ella le dirigió una mirada que entendió a la perfección, pero no lo retiró. Después hablaría con ella al respecto, aunque si prefería negarse en ese momento, él no haría nada para convencerla de lo contrario.
—Solo si mi hija quiere —contestó Ricardo, mirándola a ella de forma directa.
La chica no lo pensó mucho. ¿Cómo no iba a querer inmortalizarse con él, cuando lo había hecho con su madre y Marisa?
—Yo no me opongo —dijo finalmente.
Julián esbozó una sonrisa amplia.
—Entonces concertaremos la cita cuando os pongáis de acuerdo, ¿os parece bien?
Raquel asintió. Sabía que lo hacía por ella, por sus estudios, pero también por él. Aunque no sabía lo que había pasado con su padre en todo ese tiempo, estaba segura de que algo intuía.
···
Raquel llegó a casa sola tras despedirse de su padre en la entrada del edificio. Julián se había quedado un poco más en su estudio fotográfico. Cuando entró por la puerta vio a su madre y a Marisa sentadas en el sofá. La televisión estaba encendida, pero la apagaron cuando la vieron entrar.
—¿Cómo te ha ido con tu padre? —preguntó Cristina con mucho interés.
El recuerdo de lo que Ricardo le había contado azotó a Raquel de pronto.
—Bastante bien, pero no sé si estaba preparada para escuchar todo lo que papá tenía que contarme… —respondió.
—Fue bastante duro… Pero me alegro de que pudiera regresar de ese infierno —dijo Cristina.
Marisa las observó callada. Cristina le había contado todo lo que Ricardo le relató sobre su secuestro y en ese momento no supo si Raquel estaría repuesta para toda esa información. La vio bastante mejor de lo que pensaba que llegarías tras ese encuentro.
—Si necesitas hablar, desahogarte o lo que sea, sabes que me tienes aquí —le recordó Marisa.
Raquel asintió con una sonrisa.
—Me voy a mi habitación, tengo que seguir con mi trabajo de fin de grado. Con eso de haber cambiado el tema tengo mucho trabajo por delante —informó antes de poner rumbo a su dormitorio.
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Editado: 17.06.2020