El Novio de mi Mejor Amiga

Capítulo 14.- La Armonía en la Alegría (528)

Alaia

Quise ignorar la incomodidad del momento, pero claramente Alan no perdería la oportunidad de soltar un comentario al respecto.

—No pensé que fueras a dormir así —dijo mientras se servía un té.

—¿A qué te refieres? —pregunté a la defensiva, aunque intente que no se notara demasiado.

—Me refiero a que duermas con un pijama sin mangas, con un short tan corto y sin sostén. — No es necesario aclarar que mi rostro se enrojeció.

—No mires eso —gruñí intentando cubrirme, el parecía haber esperado una reacción así. Consideré huir a mi cuarto—. Vivo solo con mi madre, no estoy acostumbrada a tener exceso de cobertura cuando estoy en mi casa y recién desayunando.

—¿Es eso? —preguntó mientras yo consideraba seriamente si dejar mi desayuno a medias para cambiarme y luego volver. Aunque igual tendría que acostumbrarme a que el me viera así, pues sabía que en los próximos meses tendríamos demasiados gastos, no era buena idea darme el lujo de comprarme un nuevo juego de pijamas ahora.

—Claro que es por eso —respondí, mientras continuaba con mi desayuno.

Había intentado de manera recurrente convencer a Alaia y Alan de que esta no era la mejor opción, que mejor esperáramos unos años. Qué si querían nos siguiéramos viendo a escondidas, pero mantuviéramos la apariencia de aceptar su decisión hasta tener algún título que nos facilitara tener empleos con un sueldo decente, pero ambos se habían negado de forma rotunda a escucharme.

La decisión que ellos habían tomado había sido demasiado impulsiva en mi opinión, pero no podía dejarlos solos, después de todo, incluso más allá de que fueran mis “parejas”, eran mis amigos, y no podía darle la espalda a un amigo que necesitaba mi ayuda.

—¿Segura? —añadió—. No será que simplemente te es más fácil masturbarte así —insinuó, yo me atragante con la bebida que estaba tomando en ese momento.

—Alan cá-lla-te —advertí sílaba, por sílaba. No tenía porque meterse en asuntos privados—. Es de mala educa… 

—Eso significa que en parte tengo razón —me respondió con un toque de arrogancia.

—¡Si quieren tener sexo solo háganlo, pero ya dejen de hacer tanto ruido al menos hasta que logre dormirme! —ambos nos enrojecimos al instante.

Nos observamos en un silencio sumamente incómodo. Supuse que mi madre solo lo había dicho por el sueño, pero también consideré otra opción, que debido a que dentro de unos meses nos mudaríamos juntos, y ya no iba a poder evitarlo, había decidido que daba igual prohibirlo ahora.

Tras que terminamos de desayunar lave lo que habíamos usado y además lo que usó mi mamá para su desayuno.

Lo observé mientras yo caminaba rumbo a mi habitación.

—Si quieres podemos hacer algo —indique, pues la verdad si había sentido deseos de algo así en más de una ocasión, y tras lo que nos había gritado mi madre me pareció innecesario aclarar a que me refería—, pero no voy a perder mi virginidad hoy, Lucero tiene que ser la primera.

El asintió y me siguió a mi habitación, aprovechando para meter sus maletas, pues después de todo, se iba a quedar a en mi habitación hasta que nos mudáramos.




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