Los sonidos de los primeros cantos de las aves se escuchaban tan claros que YoonGi se percató que no se trataba de un sueño, hace menos de un par de días que abandono por completo a su familia, todo para tener el entrenamiento más arduo de la historia, todo para convertirse en uno de los guardias de la realeza, o simplemente para perder la vida en ese intento vago, no importaban para él las consecuencias que esto pudiese llegar a tener, si moría o no, ya no le interesaba.
Observo a su alrededor, todos estaban al igual que él, enfilados, tomando su respectiva distancia, quietos, esperando lo que pronto sería su perdición para algunos y para otros una gran oportunidad, una que no se podía obtener tan fácilmente, trago grueso al ver allí, justo al frente a uno de los amigos más cercanos del príncipe JiMin, por unos momentos se preguntó si acaso el príncipe estaría preocupado por cómo se encontraba, ¿el príncipe estará preocupado por su ausencia?
No, él no lo estaría, sus pensamientos no ayudaban mucho a que pudiese tener, aunque sea una leve esperanza de tener al príncipe, JiMin le había rechazado cruelmente, su animal interno estaba totalmente echado en una esquina con las orejas caídas mientras chillaba debido al rechazo, YoonGi quería dejar de sentir esa terrible sensación de tristeza dentro de su pecho, quería dejar de lado todo sentimiento cruel que invadiera su cuerpo, solamente estaba logrando lastimarse cada vez más y más.
—¡El entrenador Jeon Bonhwa está aquí! —demando una voz a lo lejos, un cadete del ejército, uno de los tantos que les rodeaban, su porte era duro, sus pies perfectamente colocados en el suelo, separados, mientras que sus manos estaban detrás de su espalda, mostrando su ceño levemente fruncido de algunos y otros con un gesto simple de seriedad, ninguno parecía querer apartar su vista de los nuevos integrantes, algo que atemorizaba un poco a YoonGi.
Sus ojos se posaron esta vez al frente, encontrándose con un hombre de porte mucho más mandatario que el de los demás soldados allí presentes, causando que su aura tan fuerte lo obligase a sentir escalofríos, el hombre es padre de Jeon JungKook, lo sabe, pero jamás le había visto en persona, según las conversaciones que a veces sin querer lograba escuchar, él fue uno de esos alfas que estuvo en la guardia anterior, cuando el emperador actual se trataba de apenas un niño, miro atento como se acercaba, caminando despacio, casi estaba seguro de que podía escuchar sus pasos cerca suyo, relamió sus labios y trato de que su cuerpo no temblase en temor de ver a un alfa tan imponente, es un rango más alto que él, lo sabe, seguramente fue el alfa líder de la anterior guardia real, y quizás no estaba tan equivocado en sus pensamientos.
El hombre se colocó justamente enfrente, mirando a los nuevos reclutas que se habían unido para ser parte del ejército y la guardia, observando con más atención a los más jóvenes, aquellos que recibirían el entrenamiento más fuerte de todos, observando a los alfas y betas que se veían más débiles en el lugar, y entonces dejo salir el aire en un resoplido, sería un largo, largo tiempo, el emperador había sido especifico con sus instrucciones, todos los alfas y betas más jóvenes serían los que recibirían el entrenamiento riguroso, uno que los haría mucho más fuertes, mientras que los demás obtendrán un entrenamiento menos arduo, pero necesario para que obtuvieran los mejores conocimientos de defensa.
—Ustedes no están aquí para jugar —comenzó a hablar el entrenador Jeon—, ninguno aquí viene a burlarse del mando del emperador, deben mantener mucho en juego a la hora de entrenar, y su vida —miro hacía algunos que parecían querer apartar la vista de él—, es lo que deben de cuidar con mayor anhelo.
YoonGi no estaba seguro de querer cuidar de su vida, esperaba que por lo menos pudiera completar gran parte del entrenamiento que se le fuese impuesto.
—Llevarán años de entrenamiento en este lugar —el entrenador comenzó a caminar, de un lado a otro, observando las filas, mirando los rostros que estarían allí ahora—, se referirán a mi como general, y dejaran de perder el tiempo en pensar en las distintas razones por las que se encuentran aquí —detuvo sus pasos, YoonGi se percató que estaba justamente en la fila en dónde él se encontraba—, ustedes están aquí para un propósito, salvaguardar al imperio, protegerlo con su vida, y por sobre todo, mantener la paz en nuestro hogar. Los más fuertes persistirán, los más débiles se irán a casa, solamente me queda decirles —en ese momento, YoonGi pudo sentir la penetrante mirada de aquel general sobre su persona, haciendo que el escalofrío recorriera su espalda—, que tengan la mejor de las virtudes para poder resistir a todo lo que se les imponga, ¡serán le nueva esperanza del imperio! ¿Les ha quedado claro?
—¡Sí, general Jeon! —se escuchó decir a toda la multitud que se encontraba allí, YoonGi no respondió, estaba totalmente petrificado en su sitio, observando a aquel alfa.
—¡Al frente alfas y betas menores! —exclamo el cadete que estaba justo del lado izquierdo del general Jeon.
YoonGi abrió sus ojos en grande al escuchar eso, observo a su alrededor, mirando que HoSeok comenzaba a dar unos pasos pequeños para acercarse hacía el frente, no estaba seguro de si hacer lo mismo, pero debía hacerlo, no tenía otra opción, el arrepentimiento no estaba en ninguna parte de su vida hasta ahora, y no lo estaría jamás, así que miro hacía el frente, y dio unos pasos, alejándose de las filas, caminando hacia dónde ahora HoSeok se encontraba, algo tembloroso por la demandante voz del cadete alfa que tenían enfrente.
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Editado: 22.12.2023