En algún lugar, en la parte alta de la isla de Dreinea, dos iguales, mantienen una importante conversación. Una conversación, que podría cambiar el curso del destino. Esto no ha pasado nunca antes, un oráculo nunca ha conocido a su sucesor en persona. Puesto que hasta que uno desaparece, no surge el siguiente.
Algo está cambiando, malos tiempos se acercan. El oráculo y los guardianes del destino deben estar preparados. Aquellos que quieren hacerse con el libro, no descansaran hasta conseguirlo.
—Este libro, es el libro del destino. En él, podemos leer lo que el destino depara a algunas personas. El libro te pertenece y tú a él. Tú eres su guardiana y él te reconoce como tal. Sólo tú, puedes leer en él. Sólo tu, puedes reescribirlo. Sólo ante ti, mostrará lo que sabe.
Sé que es una gran carga, yo la he llevado sobre mis hombros por largo tiempo. Y ahora sé, que mi final y tú comienzo, están por llegar.
Debes ser valiente, afrontar los nuevos retos y adversidades que se presentarán. Pero debes estar segura de algo, si él te eligió, es porque tú, tienes lo necesario para ser el siguiente Oráculo—se aleja por un momento para rebuscar en los cajones de una antigua mesa que reposa al final de la estancia.—Tengo algo para ti, guárdalo, aún si decides que no quieres ser la siguiente. Puede que aún así, en algún momento te sea útil.
Deposita sobre mi mano una piedra ovalada, con forma de lágrima. Su color es de un verde turquesa precioso, tornándose ámbar en el centro de esta. Está rodeada de unas filigranas de plata que la protegen y cuelga de una cadena no muy gruesa.
—Gracias.
—No me las des. Es algo que te pertenece. Ahora, la decisión es tuya, ¿Serás el siguiente Oráculo?