Gloria, una niña regordeta con cabello castaño y ojos saltones, mucho más grande en tamaño que Clarise, con problemas de ira y un diagnóstico de psicopatía, había tenido ya varias sesiones con un psicólogo por sus episodios de violencia, debido a
esto estaba aislada de las demás niñas, sin embargo, en las últimas sesiones tuvo un excelente progreso mostrando mejoría tremenda en la forma de controlar su carácter, por esta razón el psicólogo de turno había autorizado que Gloria conviviera con las demás niñas, esto era necesario para el desarrollo psicoemocional de Gloria.
Esa noche Clarise despertó, tenía la sensación de alguien observándola desde la parte más oscura de la habitación, tardo un poco vislumbrar la figura de alguien parado detrás de la puerta, todas las demás niñas dormían a su alrededor, Clarise estaba muy asustada y de pronto su miedo se transformó en terror cuando aquella oscura figura comenzó a moverse lentamente hacia ella, cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo distinguir que aquella aterradora figura vio que no era más que Gloria, aquella niña era grande y aterradora, miraba fríamente a Clarise y con su dedo índice poniéndolo en sus labios le hizo seña de que se callara, en la otra mano traía una tijera grande la cual acerco abierta a su cara, de pronto hizo un gesto con su cara, como si alguien más estuviese con ella, en un instante 3 niñas más se acercaron a la cama de Clarise.
— Ves Gloria — decía Fabiana con voz odiosa, — ella es la preferida de la
hermana Susan y está loca, dice que ve fantasmas.
Otra voz chillona saltó, era Elisa diciendo — se cree tanto, como si fuera más que nosotras, estúpida niña loca.
Solo rosa estaba observando dudosamente sin soltar una sola palabra.
— Seguramente es por sus hermosos ojos azules, o su lindísima piel blanca ¿No creen chicas? — espeto con una voz algo gruesa para ser de una chiquilla de 12
años, era gloria hablando — ¿O quizá es por su hermoso cabello? admito que es hermoso, quizá si lo cortamos un poco deje de ser la favorita de la hermanaSusan.
Clarise abrió los ojos y estuvo a punto de gritar cuando sintió el filo de las tijeras en su boca — Si gritas te corto la lengua ¡lo juro! — Aclamó Gloria de forma autoritaria — Ahora calladita que te haremos ver más bonita, princesa…
En la mañana siguiente la hermana Susan noto que Clarise no estaba en su asiento, el desayuno era a las 7 30 y la clase comenzaba a las 8 en punto y Clarise nunca llegaba tarde, no había desayunado y aun no llegaba al salón de clase, la hermana Susan de inmediato fué al dormitorio y ahí estaba... sentada en su cama, aun en
pijama con los ojos rojos de tanto llorar, la hermana se llevó la mano al pecho en un gesto de impresión al ver a la pequeña y notar que su hermosa cabellera ahora era un desastre, mechones largos y otros cortos, su cabello estaba totalmente
arruinado.
— Dios!! ¿Clarise que te sucedió?—
Clarise estuvo a punto de decirle la verdad a la hermana Susan pero de inmediato recordó aterradora amenaza de Gloria la noche anterior "si dices una sola palabra, vendré por la noche como lo he hecho hoy y te cortare más que el cabello ¿entiendes?" Metiendo la tijera en la boca de la pequeña.
—¿Quién te ha hecho esto Clarise? — exclamo la hermana Susan, — Seguro
ha sido Gloria.
Clarise aterrada negó con la cabeza — ¡No hermana Susan! he sido yo misma, quise ver si podía yo misma cortar mi cabello, quería cambiarlo un poco pero
no resultó, luego quise arreglarlo y solo lo empeoré ¡perdón! — Finalizó Clarise con lágrimas en sus ojos.
¡Oh mi niña! ¿Pero cómo se te ha ocurrido semejante cosa? ven aquí— y la apretujo con un cálido abrazo — la hermana Margot arreglara este pequeño desastre, ya verás, te dejara como nueva, sonríe.
Esa misma tarde en el sótano del orfanato, lugar favorito de Gloria donde solía escaparse y pasar horas estando sola, hablando consigo misma, notó algo inusual; Aquel sitio era su santuario, por supuesto la fastidiosa monja Susan tenía terminantemente prohibido a todas las niñas entrar a esta sección del orfanato, no es que nadie estuviera muy interesado en entrar al sótano de algún sitio, pero las reglas eran claras y hacía mucho énfasis en eso, "Nunca entrar al sótano", de hecho, la regla aplicaba para todos, hasta para las demás monjas, esto lo hacía perfecto para ella, Pues siendo así, nadie podría saber que ella estaba allí, le encantaba, así que Gloria conocía a la perfección su santuario, el tabique de la pared que estaba casi calleándose fue notorio, se acercó para inspeccionar más de cerca, cogió el tabique y este salió como si de alguna cubierta se tratase, en efecto, era una cubierta, tras de sí había un espacio que quedaba totalmente oculto, dentro envueltos en una especie de trapo polvoriento se encontraba un grueso y pesado libro de cuero, viejo y desgastado, no tenía escrituras en su portada solo una especie de símbolo que le pareció curioso.
Apoyo el pesado libro en una vieja mesa de madera que estaba a su lado, al abrirlo pudo notar que, por la parte interna de la portada, había en el centro una especie de piedra roja en forma de lagrima, los ojos de Gloria quedaron absortos por esta piedrecilla. Continúo explorando dicho libro y un atisbo de curiosidad comenzó a brillar en sus pequeños
ojos café cuando al pasar la página vio otra, que, en letras grandes y rojas con
extrañas formas, rezaba,
"RITUAL DE SANGRE PARA LLAMAR A NUESTRO SEÑOR".
Normalmente no le gustaba leer, no era que no supiese, de hecho, gloria era una chica muy lista, muy por encima del promedio, pero su mente perturbada encontraba fascinación en ciertas cosas que las demás chicas de su edad encontrarían horribles, ensimismada en su lectura, encontraba fascinación en todo aquello... No entendía muy bien Io que estaba leyendo, pero Io poco que pudo