Frío... Gloria, Fabiana, Elisa y Rosa estaban de pronto temblando de frío, un frío electrizante y cebero se hizo sentir en aquel oscuro sótano, un hedor espeso se suspendía en el aire, era repugnante, las ganas de vomitar no se hicieron esperar, si se pudiera describir seria como excremento pútrido con viseras de cerdo, a tal grado era el hedor que a las niñas le cortaba la respiración.
— Pero que mierda de olor es este— dijo Gloria tapando como podía la nariz, — este asqueroso gato realmente huele a mierda.
Las otras chicas no podían ni hablar.
Una corriente de aire fría apenas perceptible se hizo sentir y un instante después las llamas de las velas que habían encendidas se apagaron dejado una penumbra absoluta en aquel frío sótano. Las 3 niñas pegaron un chillido y Gloria solo se limitó a decir...
— ¡CáIIense estúpidas! Aquí no ha pasado nada, solo se apagaron las estúpidas velas.
Pronto una vela alzo una llama sin razón, todas incluyendo la misma y escéptica Gloria con un gesto de miedo se hicieron hacia atrás.
— iCIarise! — murmuro Fabiana, las 4 niñas se habían olvidado de la presencian de Clarise, esta las estaba mirando fijamente con la cabeza un poco inclinada hacia un lado, sus ojos detonaban un odio inmensurable y por debajo de la mordaza se podía apreciar una mueca parecida a una sonrisa que contrastaba con su aterradora mirada.
— Pero que diablos— Clamo Gloria — ¿Te has terminado de descomponer estúpida niña loca? — le dijo con cierta precaución.
Las venas del cuello se tensaron y como por arte de magia la mordaza cayó al suelo.
— ¡Ahh! Así está mucho mejor— Un aliento viciado, purulento se desplegó de la boca de Clarise.
Las niñas no pudieron evitar taparse la boca y la nariz con sus manos, aquella peste era insoportable, además de preguntarse, ¿cómo se había soltado la mordaza?
Con arcadas apunto de vomitar se contuvo, Gloria valentonada —Y a ti quien coño te ha dado permiso de hablar, estúpida niña loca, ¿quieres que haga contigo lo que hice con tu rata?
— ¡CáIIate estúpida cerda! — Espetó una voz Ronca y viciada, demasiado gruesa para ser de una niña, Y demasiado gruesa para ser de un adulto, demasiado hedionda para ser de alguien.
Gloria se congelo, aquella pérfida voz que salía de la niña loca la había paralizado de miedo.
Unos dientes amarillentos dejaron verse cuando Clarise hizo una mueca en su cara simulando una muy abierta sonrisa
— Eres una cerdita obediente— con un movimiento lento, casi en cámara lenta comenzó a mover los ojos en dirección de las otras niñas.
Al ver a las 3 niñas asustadas, presas del pánico su mueca se hizo aún más grande, y de la nada comenzó a reír desquiciadamente. Una risa tan viciada y corrupta, tan perversa que hacía sentir un terror en la espina dorsal de esas niñas, la risa resonaba en sus cabezas como si el sonido saliera de enormes bajos puestos en aquel encerrado sótano.
— ¡Perras ¡Perras! ¡Rameras! me las voy a comer, me las voy a comer, me las voy a comer, — Repetía de manera rápida y enloquecida. — ¡Tú maldita puerca! — Dirigiéndose a Gloria quien no había movido ni un solo musculo.
— Desátame, desátame, desátame o voy hacer que te comas a ese gato, pero por el culo— Soltó una carcajada diabólica, se regocijaba en su locura.
Gloria no se había dado cuenta pero estaba llorando, sentía miedo, no, realmente estaba aterrada, nunca había sentido un miedo tan grande — Cla, Clarise- dijo Gloria con una voz temblorosa.
— iAhhhhhh! ¡iEstúpida Cerda! No me llames Clarise— volvió a reírse desquiciadamente.
Pero la risa se detuvo de inmediato y su cambio de expresión fue de ipsofacto, paso de una risa endemoniada a una expresión iracunda y psicópata
— Puerca de mierda, te he dicho que me desates o te voy a rellenar como a un pavo con ese maldito gato de ahí con el que me has llamado.
Rosa quien estaba viendo todo aquello despavorida, estaba más cerca que todas las demás de la escalera que conducía a la salida de aquel terrible sótano, trato de correr por las escaleras para poder escapar, justo cuando iba por la mitad de las escaleras, Clarise voltio la mirada hacia ella, y de la nada, la puerta se cerró de forma violenta y sintió un terrible jalón en su cabello que la hizo caer estrepitosamente hacia atrás dando tumbos hasta llegar al suelo.
— Estúpida zorra, ¿piensas escapar?— Con una voz que resoplaba odio con cada palabra.
— Lo, Io siento mucho Clarise— fue Io que dijo Rosa, antes de sentir como de la nada era arrastrada de vuelta a donde estaba junto con las otras dos niñas. Elisa y Fabiana no entendían nada delo que veían, Clarise seguía atada a la viga de madera, Rosa había sido jalada hacia atrás por una fuerza invisible y ahora la arrastraban hacia ella, querían grita, querían salir corriendo, pero el cuerpo no les respondía y Gloria... Estaba tumbada en el piso temblando de miedo y llorando como una bebita.
— Ya no te muevas— Espeto Clarise.
Las venas del cuello de Clarise que habían hinchado y se marcaban como si de cables se tratase mostraba un esfuerzo físico tremendo, y segundos después las manos de Clarise estaban sueltas, las ataduras estaban desechas Clarise había roto la soga solo con su desmesurada fuerza. Gloria al ver lo sucedido entro en un pánico aún peor, como si pensara que jamás podría sentir un miedo más intenso como el que ya sentía, se equivocaba, el frío del miedo congelaba su sangre, estaba totalmente aterrada, paralizada, lo único que alcanzo a decir fue...
— Clarise perdón, perdón, por favor perdóname, no quise lastimar a tu gato.