9 de octubre; 18 p.m
Amy Brightly
- ¿Aun no saben nada de Holly? - preguntó papa y yo negue.
- No que yo sepa.
La noticia sobre la desaparición de Holly se había esparcido por el pueblo como una plaga. A donde fueras era algo que comentaban todos.
El timbre sonó, papá se levanto a abrir y yo me quede atragantandome con frituras en el sofá hasta que él volvió con una expresión seria en el rostro.
- Amy, hay una detective que quiere hablar contigo - me dijo él y yo me levante del sofá alarmada.
- ¿Conmigo?
- Si, ve con los oficiales linda.
- ¿Sola? - pregunte y el se acerco.
- No pasara nada, tu solo diles lo que sabes - me dijo con una pequeña sonrisa en un intento de calmar mis evidentes nervios - Tranquila, luego voy contigo.
- ¿No puedes venir ahora? - pregunte.
- Tengo unas cosas que terminar del trabajo.
- Pero...
- No seas infantil Amy, solo ve con ellos - me dijo ya mas serio.
- Bien - accedí y me acerque a la puerta, viendo a los dos oficiales que sonreían frente a mi.
No quería ir con ellos, quería ir a ocultarme con las sabanas como cuando era una niña pequeña y no salir de allí por un largo rato.
¿Que iba a decirles? ¿Que haría? ¿Y si me gritaban? Yo no soporto que me griten, lloro si me levantan la voz. ¿Y que si esto era un plan para llevarme a la cárcel como en las series de policías que mira mi madre?
- ¿Hice algo malo? - pregunte preocupada y la mujer junto a mi se giro a verme.
- No, solo que la detective quiere hablar contigo.
- ¿Detective?
- Si.
Cuando el auto se estaciono, baje de el junto con los dos oficiales y ellos me llevaron a una habitación en la comisaria y me dejaron allí sentada.
Observe a mi alrededor, las paredes grises, casi marrones, una pequeña luz en el techo que alumbraba la habitación y frente a mi, una mesa con un vaso de agua.
Comencé a inhalar y exhalar con fuerza en un patético intento de calmar mis nervios cuando vi que la puerta se abría y por ella entraba una mujer.
Llevaba puesta una camisa blanca, unos pantalones negros y una coleta que recogía por completo todo su cabello negro. No la pude reconocer, no era del pueblo.
Ella se sentó frente a mi y me dio una pequeña sonrisa, parecía amigable, sus ojos verdes transmitían una sensación de calidez y amabilidad.
- Hola Amy - me dijo ella - Soy la detective Jennifer Davies, estoy a cargo de la investigación sobre la desaparición de Holly Beckett.
- Hola - le dije yo.
- Voy a hacerte un par de preguntas, no tienes que responder si no quieres, solo quiero entender algunas cosas, ¿Esta bien?
- Si.
- Bueno, comenzaré con lo mas basico, así se te van los nervios, ¿Quieres?
- Si, por favor.
- ¿Nombre completo?
- Amy Brightly.
- ¿Edad?
- Diecisiete.
- ¿Conocías a Holly?
- Si.
- ¿Y eran cercanas?
- No mucho.
- ¿Y a Celine Coldwell?
- Es de mis mejores amigas.
- ¿Y a Matthew Wright, Jace Grayson y Kaiden Grove?
- Son mis amigos.
- Okey - me dijo ella con una sonrisa y yo tome del vaso de agua, ya no estaba tan asustada, no parecía tan malo como pensé que seria.
- ¿Por que fueron al bosque tu y tus amigos?
Retiro lo dicho
Por mas que por dentro había vuelto a ser un manojo de nervios, suspire y en un intento de mostrarme segura, le sonreí.
- A lo de siempre, a jugar - respondí con simpleza, como si fuera lo mas obvio del mundo.
- ¿No están algo grandes para jugar? - preguntó curiosa.
- No le dije que juego jugabamos.
- ¿Que juego? - Indagó.
- Las escondidas.
- ¿De noche?
- Es mas divertido así, además ya es tradición - le dije.
- ¿Y por que fueron los disparos?
- No lo se.
- ¿Segura?
- Si.
- ¿Sabes a quien frecuen....- Su pregunta fue interrumpida por los escandalosos gritos que rápidamente y con suma vergüenza, reconocí como los de mi madre.
- ¡¿Quienes se creen que son para meter a mi niña aquí?! - preguntó enfadada mientras entraba a la habitación.
Julia Keller entro por la puerta, enfadada, algo que no era raro en ella y observo a la mujer sentada frente a mi. Su cabello largo y rubio como el mio, sus ojos avellana y el odioso vestido negro que utilizaba cuando necesitaba verse como alguien formal, le daban un aspecto lindo y a la vez intimidante a mi muy enfadada madre.
- Hola señora Brightly, soy la detective Davies - saludo ella con una sonrisa mientras se levantaba para extenderle la mano a mama - Su hija esta...
- Señora Keller - corrigió molesta - Y usted no tiene derecho a traer a mi niña aquí - dijo ella interrumpiendola y me miro a mi - Levantate Amy, nos vamos a casa.
- Su padre la autorizó a venir - dijo ella mientras yo le hacia caso y me levantaba de la silla.
Ay no
- Ese inútil, ¿Cómo se le ocurre dejar que te traigan aquí sin consultarmelo? - me pregunto enfadada y me tomo la mano - Nos vamos a casa, mi hija no dira nada sin un abogado presente.
- Señora Keller, solo le estaba haciendo un par de preguntas a su hija sobre lo que ocurrió con Holly Beckett, no es necesario un abogado.
- Esa niña cabó su propia tumba, no metan a mi hija en esto.
- ¿A que se refiere con que cabó su propia tumba? - cuestionó ella.
- Todos saben que esa niña no estaba en nada bueno, al igual que su hermana, esa niña es el demonio.
- ¡Mama! - ella me miro con enfado ante mi queja por como había llamado a mi amiga.
- Te dije mil veces que te alejaras de ella y mira donde estas ahora, en la estación de policia - me regaño mientras me jalaba del brazo - Vámonos a casa.
En cierta manera agradecía que me sacara de ese lugar, pero su mano apretando mi muñeca como si su vida dependiera de ello, no me dejaba pensar en lo mucho que en este momento me gustaba que mi madre quisiera llevarle la contraria papa en todo.