El Pasaje Maldito

Capítulo 39: Oscuridad

 

 Lucía avanzó con cautela por los pasillos sombríos del Pasaje Maldito. La vela temblorosa en su mano apenas lograba disipar la oscuridad que la rodeaba. La sensación de que algo estaba a punto de suceder la mantenía en vilo.

 El Pasaje Maldito, envuelto en una quietud sobrenatural, recibió a Lucía en su regazo sombrío. La habitación que alguna vez albergó a las muñecas ahora yacía desierta, como un eco de la pesadilla que la envolvía. Lucía, con paso vacilante, avanzó hacia el lugar donde las muñecas solían posarse, su mirada buscando respuestas en las sombras.

 Sin embargo, la realidad se torcía ante sus ojos. Donde antes se erguían las figuras de porcelana, ahora solo había siluetas de polvo y recuerdos. Todas habían desaparecido, dejando un vacío en la habitación que parecía absorber la luz.

 Lucía se paseó entre las sombras de lo que alguna vez fue el reino de las muñecas. Los hilos de la realidad y la fantasía se enredaban en su mente, y una risa susurrante danzaba en el aire, como si las muñecas burlonas aún resonaran en el eco de su memoria.

–¿Dónde están?–, se preguntó Lucía en un susurro, como si temiera perturbar el sepulcral silencio que ahora reinaba en la habitación. El eco de su propia voz parecía distorsionado, como si las paredes retuvieran sus palabras en un suspenso siniestro.

 El diario polaco, sostenido con manos temblorosas, no ofrecía consuelo ni guía. Las palabras del padre Ignacio, ahora parecían más enigmáticas que nunca. La búsqueda de respuestas se volvía un laberinto sin salida, donde cada pregunta daba origen a nuevas incógnitas.

 El viento, un lamento inaudible, se colaba por las rendijas de las ventanas entreabiertas, como si llevara consigo el eco de risas infantiles y murmullos de porcelana. Lucía, sintiéndose atrapada en la red de la intriga, decidió dejar la habitación, pero la sombra de lo inexplicado se aferraba a ella como un manto invisible.

 En el pasillo, la penumbra se estiraba como un lienzo donde se pintaban las huellas de los misterios no resueltos. Cada paso de Lucía resonaba como un eco en el corredor deshabitado. La sensación de ser observada se intensificó, como si los ojos inescrutables de las muñecas aún la siguieran desde las sombras.

 El Pasaje Maldito, una vez más, parecía envuelto en un susurro oscuro, como si los secretos que albergaba se hubieran retirado más allá del alcance de la comprensión humana. Lucía, sola con sus preguntas y dudas, avanzó hacia el siguiente capítulo del enigma que la mantenía cautiva en este mundo entre sombras y secretos.
 



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En el texto hay: misterio, terror, muñecas

Editado: 10.12.2023

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