Aun permanecía en mi boca el sabor amargo del enojo anterior.
¡¿Quién se ha creído ese infeliz?!
Iba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando choqué contra alguien.
-Perdón. No fue mi intención. -me disculpé cuando vi a la chica frente a mí.
-No se preocupe, mi señora, ha sido error mío. -en sus hermosos ojos color azul se podía ver el temor.
-Mi nombre es Amanda, ¿y el tuyo? -le extendí mi mano a modo de saludo.
-Hazel. -ella aceptó mi mano y sonrío pequeño.
El enojo que había en mí poco a poco se empezó a esfumar hasta que escuché su voz.
-Amanda, necesitamos hablar. -el nerviosismo se podía escuchar claramente en su voz.
-No deseo hacerlo. -le dije sin mirarlo. -Yo no tengo nada que hablar contigo.
-Que debemos hablar, he dicho. -extendió su mano hacia mí con la clara intención de tomar mi muñeca, pero su mano quedó a mitad del camino.
-No tocará a mi señora. Ella amablemente le ha dicho que no tiene nada que hablar con usted. -eso de amable ni ella se lo cree.
-Quítate de mi camino, mocosa, este asunto es con ella. -él hizo el intento de acercarse, pero Hazel con un solo movimiento de su mano izquierda hizo que Peter saliese eyectado.
Eso va a doler, estoy segura.
Mark apareció a nuestras espaldas con Alex sobre sus hombros.
-Pero si ahí viene mi bebé. -me acerqué a ellos y tomé a Alex en mis brazos.
-¡Mami! Mark me enseñó donde hay peces de colores y también un enorme árbol, también vi muchas, muchísimas mariposas y Mark se transformó en un cuervo y no me dio miedo -él hablaba rápido y emocionado, la felicidad se reflejaba perfectamente en su rostro- y no le tuve miedo, yo soy muy valiente, ¿verdad, mami?
-Claro que sí, bebé. -besé su mejilla- Eres mi príncipe valiente.
-Ese mocoso solo es un estorbo. -la voz llena de fastidio y asco de Peter hizo mi sangre hervir.
-Te lo advertí. -extendí mi mano derecha hacia Peter, el cual empezó a levitar- Nadie va a insultar a mi hijo. -cerré mi puño y él calló inconsciente- Mark quiero que te lo lleves de aquí y que nunca más vuelva a poner un pie en este territorio.
Sin esperar respuesta me dirigí hacia mi habitación.
La verdad es que mi cuerpo temblaba de la ira y del nerviosismo.
Solo cuando nos encontrábamos en peligro y ahora que me he enfurecido he podido usar mis poderes, pero en verdad deseo aprender a controlarlos.
Deseo poder proteger a los que me importan.
Y mi pequeño es el que encabeza la lista.