Hace no más de media hora que Mark se encargó de sacar a Peter del territorio.
Mi hijo estaba sentado en la cama, no quería hacer nada. Su semblante había cambiado mucho.
-¿Soy un estorbo, mami? -sus preciosos ojos mieles se empezaron a inundar de lágrimas
-Claro que no, mi vida. -me senté atrás de él y crucé mis piernas estilo indio y puse a Alex entre ellas.
-Pero ese señor parecía bastante seguro de que lo soy. -el primer sollozo se dejó oír por toda la habitación.
El solo hecho de escuchar a mi bebé llorar hacían que las ganas de ir y golpear a Peter crezcan a cada segundo.
-Amor, ¿acaso yo he dicho que lo seas? -sus sollozos cada vez eran más fuertes, pero aun así él negó con su cabeza.
-Si no soy un estorbo, mami, ¿dónde está mi papi? -con esa pregunta parecía que él mundo se hubiese detenido.
-Yo... Amor... -justo en esos momentos la puerta se abre, pero no tomo cuidado de quién es.
-Yo soy tu padre, campeón, ¿por qué crees que estas en esta casa? -la sonrisa arrogante de Mark fue lo primero que mi vista captó.
Quería refutar eso, pero Alex se me adelantó.
-¡¿En serio?! -sus sollozos aun eran un poco fuertes, pero se giró hacia mí, tomó mi camisa entre sus manitos y se aferró a ella- ¿es cierto, mami?
Una batalla se libraba en mi interior. Decirle a mi hijo que su padre no estaba aquí y dañarlo o seguir con la mentira de Mark.
-Bebé, ¿te he mentido o hecho algo para dañarte? -él negó suavemente, pero en su rostro brillaba la esperanza.
-No, mami. -su voz ronca por el llanto se hizo escuchar.
-Muy bien. -le hice una seña a Mark para que se sentara junto a nosotros. -Él no es tu padre, Alex, él es un amigo.
-¿Y no puede ser mi papi, mami? -su ceño se frunció e inclinó su cabeza.
-Claro que puedo, Alex, si tu mamá me lo permite. -ambos esperaban una respuesta de mi parte.
Un suspiro brotó de mis labios.
-¿Quieres que Mark sea tu papá, cariño? -él asintió rápidamente. -Que así sea, pero sabes que él no será tu verdadero papá, ¿verdad?
-Lo sé, mami. -a pesar de que su rostro aun conservaba rastros de lágrimas una linda sonrisa lo adornaba.
Tengo miedo de equivocarme al haber aceptado esto, pero no quiero que mi hijo sea privado del cariño de una figura paterna.