Tánatos P.O.V
Es que desde el primer momento en que la vi. Ella se robó toda mi atención.
Su cabello castaño oscuro, cayendo en pequeñas ondas en su espalda y sus ojos ¡Dios! Sus preciosos ojos marrones que reflejan toda la inocencia que posee.
Se parece tanto a mi dulce Macaria, a pesar de ser hija de Hades, ella era realmente pura y dulce.
Pero ese malnacido de Apolo la alejó de mi lado.
Ahora es como si los mayores me diesen una nueva oportunidad, pero mi mundo parece desmoronarse cuando me dijo que tenía un hijo.
Quise matar a ese niño en cuanto lo vi, pero ver cómo Amanda lo protegía me hizo darme cuenta que no podía hacerle eso. Además, el niño no es malo, es una ternura andante.
Camino a paso decidido hasta la entrada al templo de Anánke.
-Hijo de Nix, ¿qué te trae a mi templo? -detrás de una columna salió ella- Es extraño que vengas por aquí.
-He venido, mi señora, a preguntar sobre la vida de mi amada.
-¿Tu amada? -el tono de diversión teñía su voz, algo que realmente me molestó- Pero, Tánatos, querido, ella simplemente se parece a Macaria, no es ella. Tu esposa murió.
La furia bulle en mi interior, quiero quitarle esa sonrisa de superioridad del rostro. Ella siempre lo supo. Supo que mi esposa iba a morir por Apolo y nunca me dijo nada.
-Sé que Amanda nunca será Macaria, Anánke, y por eso te pido que no le hagas daño. -sus ojos no dejaban de analizarme, como si buscara algún tipo de error.
-¿Sabes, Tánatos? Nunca te entendí. -se acerca a mí con su elegancia característica- Pudiste tener cualquier diosa o dios a tus pies, con una simple sonrisa, pero decidiste irte con una humana. -la última palabra lo dijo con tanto asco y rencor que me sorprendió.
-¿Celosa, mi señora? -alcé mi ceja izquierda de manera divertida.
-Para nada, querido, solo intento entenderte. -ella se encoge de hombros, pero su mirada se ha vuelto inquieta.
Me acerqué a ella, con mi mano hice que su rostro se elevara hasta quedar unos poco centímetros separado del mío.
-Siempre fuiste mala para mentir, Ana. -con mi pulgar acaricio su mejilla de manera suave.
-Eres cruel. -ella sonríe levemente y hace el amago por besarme, pero muevo mi rostro y sus labios terminan en mi mejilla- Ni un beso me das desde hace siglos.
»-Mi cama y yo te extrañamos muchísimo. -pasa sus brazos por mi cuello, muerde levemente el lóbulo de mi oreja.
Con mis manos apreso su pequeña cintura y la acerco más a mí.
-Te propongo un trato, Ana. -ella se aleja un poco de mí para observarme a los ojos- Tenemos una de esas noches divertidas que solíamos tener a cambio de la protección de Amanda.
Sus ojos se llenan de furia cuando termino de hablar y se aleja de mí como si le quemase.
-Prefieres a esa prostituta antes que a mí. -su tono de indignación me causa gracia.
-¿Prostituta dices? -llevé una mano hacia mi rostro y rasqué mi mentón como si pensara- Pero ella no ha sido la que con solo una caricia anda abriendo las piernas a cualquiera que se le cruce.
Ella me mira colérica e indignada.
»-No creas que no sé de las múltiples veces que me engañaste con Hipnos cuando éramos marido y mujer. -una sonrisa sarcástica adorna mi rostro- Por eso pedí nuestra separación.
Ella me mira sorprendida.
-Pero yo siempre te amé solo a ti. -ella se aferra de mi brazo- Tú nunca estabas en casa, me sentía sola e Hipnos siempre estuvo ahí para consolarme.
-Claro, si el revolcarse con la mujer de tu hermano es consolarla, creo que hizo un excelente trabajo en eso. -suspiro ya cansado de todo esto- Te lo advierto, Ana, si le haces algo a Amanda, personalmente me encargaré de hacértelo pagar con creces.
Dicho eso salí de ese templo hacia la casa de Amanda.
Cuando llegué ella estaba arrullando a Alex mientras le cantaba.
Quiero que ellos estén bien a toda costa.
»-Hola, linda. -la saludé en un susurro y besé su frente.
-Hola, Tánatos. -me saludó de la misma manera.
Quiero conservar estos sentimientos hasta el fin de mi existencia.