Tánatos ha estado algo extraño desde que salió hace un par de días.
-¿Qué sucede? -el mencionado pega un pequeño brinco por la impresión.
-¡Dios! Amanda, ten más cuidado. -posa una de sus manos en su pecho como si eso aliviara el ritmo descontrolado de su corazón.
Alex ya estaba dormido, así que ya estaba tranquila.
-Vamos a hablar, Tánatos, y no podrás escapar.
-Pe... Pero las puertas están abiertas y alguien puede pasar. -él observaba a todos lados buscando una escapatoria.
Elevo una mano y la cierro suavemente en un puño.
-No te olvides que soy una bruja, Tánatos. -con una pequeña sonrisa me siento a su lado.- Ahora... ¿qué te pasa?
Él suspira como si lo que fuera a revelar le costase mucho decirlo.
-Verás, Amanda, tú sabes que yo tuve una esposa, ¿no es así? -solo asiento con mi cabeza para no interrumpirlo- Yo en verdad amaba a Macaria. Ella era mi mundo, pero desgraciadamente ella me fue arrebatada.
»-Anánke fue mi esposa antes de Macaria. Ella me fue infiel muchas veces con mi hermano Hipnos. La repudié y vagué solo por el mundo por un par de siglos. Luego, conocí a Macaria. Ella era realmente hermosa, su cabello castaño y ojos marrones, era hija de Hades y Perséfone.
»-Ella era sumamente inocente y pura. Anánke es la diosa de la inevitabilidad, ¿sabes? Ella sabía que mi dulce Macaria iba a ser asesinada, pero no dijo nada. Calló y mi esposa murió.
»-Ahora, al parecer, ella quiere deshacerse de ti. -mi rostro tuvo que perder su color porque él lo tomó entre sus manos y con sus pulgares acaricia mis mejillas- Pero no te preocupes, yo haré todo por protegerte. Así entregue mi vida para protegerte, lo haré sin dudarlo
Me levanto rápidamente y lo miro molesta.
-No se te ocurra volver a decir una estupidez como esa. -él me mira extrañado.
-¿Estupidez? -se levanta también colérico.
-¡Sí! Una completa estupidez. No dejaré que sacrifiques tu vida por mí. -lo tomé de las manos y lo volví a sentar.
Los objetos a nuestro alrededor se movían un poco violentos.
-¡No lo entiendes! Si tú mueres mi vida volvería a carecer de sentido. Yo... Yo no soportaría saber que pude hacer algo para salvarte y no hacerlo.
Me volví a sentar a su lado y tomé una de sus manos entre las mías.
-Si yo muriese, ¿quién cuidará a mi hijo? -acaricié con las yemas de mis dedos su gran mano- No sé lo que pasará de ahora en adelante, Tánatos, pero quiero dejar a mi hijo en manos confiables.
Él me mira atónito.
»-Hagamos todo lo posible juntos, ¿si?