El pequeño Eddie

17

     Con demasiada adrenalina bullendo desde sus vísceras, Leila reinicia su carrera hacia el lago, atravesando el sendero no marcado entre los árboles.

     Dan y los oficiales observaron aquello, a una figura de piel pálida y cabellera roja corriendo por las orillas del lago enorme y llegando hasta el muelle, avanzando en una carrera sobre la madera luego de voltear hacia atrás y ver que aquellos hombres ya estaban allí, casi encima de ella.

     <<¿Qué pretende hacer?>> Se preguntaron aquellos hombres en sus mentes casi al mismo tiempo. Los perros tomaban la delantera, corrieron sobre las orillas del lago y de un salto estuvieron sobre la madera del largo muelle. Otro relámpago seguido de un trueno estremeció el lugar e iluminó las aguas oscuras, la negrura de la profundidad seguía llamando con su aspecto misterioso a cualquiera que quisiera sumergirse en ella para no emerger jamás.

     Leila balanceaba sus brazos con rapidez, como si eso fuese a sumarle fuerzas para correr, el muelle sonaba apenas conforme ella pisaba el suelo, los perros detrás, como fieras. Estaban a pocos pasos de ella y justo cuando uno de ellos abrió su boca como una fosa profunda y mortal para morder una parte de ella y conseguir detenerla, Leila saltó en un clavado hacia el agua.

     <<¿Qué demonios...?>> Dijo Dan en su mente cuando vio el cuerpo desaparecer dentro del lago.

–Mierda. – susurró uno de los policías, deteniéndose sobre sus pies.

     Los demás no se detuvieron y corrieron sobre las orillas hasta llegar al muelle y avanzar. La briza fuerte y fría golpeaba sus caras y sacudía el pelaje de los animales que ahora le gruñían al agua.

     Leila inmediatamente sintió la presión en sus pulmones, reteniendo oxígeno mientras movía los pies con fuerza y precisión mientras daba brazadas, avanzando hábilmente en las profundidades y con la necesidad de emerger a por más oxígeno. Abrió los ojos dentro, observando solamente la negrura y sintiendo la vibración de las aguas a causa del trueno en el cielo. Emergió por fin, abriendo la boca, jadeando y tomando aire en sus pulmones, sin detener las brazadas.

     Los hombres detrás de ella observaron cómo esa mujer se dirigía sin miedo hacia el centro del lago, pretendiendo cruzar, pero eso le tomaría al menos una media hora aproximadamente, en algún momento sus energías se exhumarían por completo, aunque no se debía subestimar su capacidad, durante la última media hora había mostrado más de lo esperado. Uno de ellos, el comandante, sacó una semi-automática de su estuche en un cinturón y giró un poco la cabeza hacia el abogado, mirándole a los ojos, el cuál asintió. Fue entonces cuando éste haló el gatillo, dejando salir un disparo.



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En el texto hay: miedo, sangre, suspenso

Editado: 01.03.2020

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