El pirata y el tritón

14 - Tira y afloje. Un pleito inusual.

Por unos momentos Pierre observó a Kraken y pensó que era el compañero ideal para Coral. Era casi de su misma edad (Coral había dicho que era un año mayor), tenía un rostro muy atractivo, con ojos de un azul intenso y una complexión física que, si bien no era «un caballo» como Pierre, era un prometedor «potro». Pierre había vuelto sobre su pensamiento de que debía convencer a Coral para que se reconciliara y simultáneamente, aconsejar a Kraken para que fuera un buen marido, para que lo tratara con cariño y ternura, que lo cuidara y protegiera, que lo acompañara siempre, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, y que cuando le hiciera el amor, no importara el número de veces diarias, lo hiciera con amor, pues por algo se llamaba así a eso que tanto insistían en llamar «apareamiento»; y explicarle que «aparearse» era un acto propio de los animales inferiores mientras que hacer el amor era propio de las más elevadas criaturas del Señor... Pero no pudo. Cuando en su imaginación vio a Kraken haciendo el amor a Coral, sintió que se ahogaba y que lo desollaría vivo como quien quita la piel y las escamas a un róbalo común y que luego, con su afilado cuchillo, le sacaría la espina dorsal para tirarla a la basura junto con su cabeza cortada a la altura de las agallas.

—¡¡¡Maldit... —comenzó a decir Pierre pero no terminó el insulto pues se oyeron voces que bajaban por entre las grietas del techo, tal como lo hacían los rayos del sol y las raíces.

—¡Shhhhh! —dijo Kraken poniendo su dedo sobre sus labios—. ¡Escucha!

—¡Que no escape! ¡Ciérrenle el paso! ¡Cuiden que no se arroje al mar porque no lo agarraríamos más! —decía una voz de mando en la superficie.

—¡Quieren capturar a Coral! —exclamó Pierre—. ¡Lo han descubierto!

—¿Los ingleses? —preguntó Kraken.

En ese instante Pierre cayó en la cuenta de que las voces que oía hablaban en español y eso le asustó y preocupó aún más.

Stop it! That boy is ours —gritó otra voz.

—¡Demonios! ¡Ingleses! —dijo la primera voz en español.

Cet enfant est nôtre. Il est de nôtre propriété —dijo alguien que Pierre creyó, por el tono de voz, sería Mr. Cook.

Qu'est ce que vous disiez, monsieur? Êtes vous un idiot solennel? —dijo la primera voz que ahora Pierre creyó ser la del Tuerto.

—¡Piedad, señores! Have mercy! Avez pitié de moi, je vous en prie! —Se oyó la inconfundible vocecilla de Coral pidiendo piedad en los tres idiomas.

—¡Quédate aquí, Kraken y que no se te ocurra salir! —le ordenó Pierre.

—Ni loco saldría.

—Lo supuse. El típico valiente enamorado que arriesga su vida para salvar a su amor.

—¡Hey, hey! ¿Quién te dijo que yo estaba enamorado? Yo sólo quiero...

—¡Ah! ¡Cállate!

Pierre se arrojó al pequeño lago interior y buceó hasta salir. Por entre las rocas de la playa, observó de un vistazo la situación: Coral estaba agachado en el centro y lloraba; de un lado, como a tres o cuatro metros, Mr. Cook y los tres ingleses que formaban parte de su equipo de búsqueda; y del otro, equidistante, el Tuerto con un par de negros y un mulato. Pierre se volvió a mirar hacia el mar y vio que, pasando un pequeño risco, estaba anclado el Tulipán Negro. En la discusión que se había trabado sobre quién se llevaría a Coral, sin acordarlo expresamente, Mr. Cook y el Tuerto, sólo comenzaron a hablar en francés. Por lo pronto, ninguno de los dos bandos había puesto todavía una mano encima del pequeño tritón.

Pierre dudó por unos instantes, pues no estaba seguro de que fuera buena idea manifestarse a favor de su capitán y reconocer ante los ingleses que era de la tripulación del Tulipán Negro y por ende, un pirata, pues la parte que le preocupaba era no saber a ciencia cierta qué podría pretender el Tuerto con la captura de Coral. «"¿Estará al tanto de las recompensas?", pensó.»

Mientras en la playa discutían, Pierre seguía en el agua oculto entre las rocas y valoraba la situación, pues a primera vista parecía que lo mejor era que Coral quedara en manos de los piratas (si no había forma de liberarlo de todos, tanto de ingleses como de piratas), pero eso no daba mucha seguridad pues el Tulipán Negro zarparía para algún refugio en Isla Tortuga o las Bahamas y con la fragata inglesa pisándole los talones pues lo perseguiría sin duda alguna. Ambos navíos eran ligeros y ágiles pero la fragata podría superar al Tulipán en armamento así como en habilidades y estrategias, pues al fin y al cabo, era un barco de guerra tripulado por militares. No era lo mismo maniobrar un bergantín (como el Tulipán) contra un galeón u otro bergantín que contra un fragata. «"¡Rayos! ¡No sé qué es peor!", pensó.»



#32418 en Otros
#4491 en Aventura
#49146 en Novela romántica

En el texto hay: piratas, tritones, gay

Editado: 06.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.