El pirata y el tritón

19 - Mr. Clark y su «anzuelo»

Pierre y Mr. Cook abordaron un bote para ir a la fragata a exponer todo el asunto a Sir John, su capitán, quien tal como Pierre había afirmado, aprobó totalmente lo propuesto por Mr. Cook. Le pareció extremadamente bien cañonear y hundir un par de navíos españoles y de paso agujerear a los piratas, quienes eran una competencia inaceptable a las labores que, primero Sir Francis Drake y ahora, Sir Walter Raleigh, hacían para la noble causa de Su Majestad la Reina Isabel. Aunque preguntó si el galeón español llevaba algo de valor que pudiera contribuir amable y desinteresadamente a las finanzas de la corona, tanto Mr. Cook como Pierre le explicaron piadosamente que venía vacío para las Indias y por consiguiente, no creían que trajera nada como lo preguntado. Sir John, un poco desilusionado pero mucho más despistado, concluyó que con llevarse unas catorce o quince sirenas podría ser suficiente y como para eso necesitaba de Coral, la propuesta de Mr. Cook le resultó apropiada.

Saliendo del castillo de popa, donde estaba la cabina del capitán, Pierre y Mr. Cook debían ahora dar forma a un plan para sacar a Coral de su encierro en el Tulipán Negro, encierro que, como se recordará, era sólo un engaño de Pierre a los ingleses.

—No veo otra forma que hacerlo solo —dijo Pierre—; y por lo tanto, debéis confiar en mí.

—¿Solo? —preguntó Mr. Cook.

—Así es. ¿Cómo justificar la llegada de varios oficiales y marinos ingleses? ¿Para conferenciar con el Tuerto?

—Podría ser.

—Lo primero que sucedería es que el Tuerto, desconfiado como es, ni les deje abordar. Si odia a españoles y holandeses, a los ingleses, además, los detesta. Lo más que se podría hacer, sería que vosotros vayáis conmigo al otro lado de la isla y esperéis ocultos entre las palmeras. Yo nadaré hasta el Tulipán, liberaré a Coral y lo engañaré de nuevo con mi amor eterno, saltaré al agua y vendré con él a la costa para que esté al alcance de vosotros.

—Y allí lo capturamos. Bien.

—¡No, no! No queméis una carta tan buena. Si lo hacéis así, Coral ya nunca volverá a confiar en mí y si por desventura volviera a escapar, tendríamos menos opciones de recapturarlo. El punto es que llegaremos a la playa; yo le diré que me espere para que pueda investigar que estamos fuera de peligro; ahí es donde entra Mr. Clark en acción.

—¿Y qué hará?

—Lo mismo que hicieron los piratas: fingirá estar descansando y tomando el sol totalmente desnudo. Cuando Coral lo vea no podrá resistir la tentación y allí lo capturaréis, sin que yo esté presente. De esa forma, no podrá pensar que yo tuve algo que ver y no me culpará.

—Muy bien. A pesar de todo no tengo más remedio que confiar en ti, Pierre; sin embargo, cuando lo dejes solo y te vayas a «investigar» siempre te seguirá alguno de nuestros marinos.

—Como sea. No habrá ningún problema, pues como te dije, no voy a perder la chance de hacerme con los doblones españoles ni la oportunidad para volver a tierra firme con vosotros.

Pierre, Mr. Cook, Mr. Clark y cuatro marinos ingleses más emprendieron la caminata para el otro lado de la isla, frente a donde estaban las naves contrarias. El Nuestra Señora del Buen Retiro ya había anclado cerca del San Eustaquio y todo se veía en aparente normalidad y tranquilidad. Los ingleses se apostaron cerca de donde estaba la cueva submarina pero ocultos a la vista de cualquiera que, con catalejos, pudiera estar escudriñando la costa. Tal como había dicho, Pierre se arrojó al mar y nadó hasta el Tulipán Negro, mientras Mr. Cook lo seguía y vigilaba desde la playa con su propio catalejos.

—Mr. Clark; desnudaos y poneos en posición —ordenó Mr. Cook.

—Pero, señor; todavía no han vuelto Pierre y el tritón.

—No discutáis y hacedme caso. Pierre no sabe, al igual que nosotros, si el tritón logró escapar y ya no está en poder de los piratas. Si así fuera, podría rondar por aquí a la espera de Pierre.

—Pero, señor... según dijo Pierre ahora el tritón sólo quiere aparearse con el mulato, ese tal Poulet, ¿por qué vendría a esperar a Pierre?

—Sólo porque sois un hombre inteligente, Mr. Clark, os lo voy a explicar: primero, no creo ni una palabra de lo que dijo Pierre sobre que el tritón ahora esté deseando en exclusiva al mulato, si es que hubo tal cosa como el apareamiento que relató; y segundo, porque aunque así fuera, el tritón parece que quiere aparearse con cuanto hombre esté a su alcance, Pierre, el mulato y quien sea, sobre todo si tiene el orgullo de que la naturaleza lo haya dotado particularmente bien, como a vos.



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En el texto hay: piratas, tritones, gay

Editado: 06.05.2018

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