El pirata y el tritón

23 - Y el cielo se llenó de fuego

—Un par de cosas, Mr. Chailland —continuó Mr. Clark—. La primera es que Mr. Cook os considera un obstáculo mayor que la ventaja que supondría que fuerais el navegante para salir de aquí y por lo tanto, ha resuelto que cuando tenga a Coral en su poder, prescindirá de vos y como sabe que aunque os pasáis negando que Coral os importe, siempre salís a defenderlo, os matará si fuera necesario.

—Eso es algo previsible, Mr. Clark; pero dudo que lo logre. Tiene una boca muy grande y una ambición mayor, pero el coraje de un ratón. No se me enfrentaría ni con espadas en ambas manos.

—Es cierto, pero recordad que hay tiros de trabucos y mosquetes, que pueden ser tan traicioneros como la distancia desde la que pueden ser disparados, sin contar que podría ordenar que cualquier otro marino militar se encargara de vos e igualmente a traición.

—¿Tan sucia rata es?

—Con una suciedad tan grande como su ambición, Mr. Chailland.

—¡Maldito! ¿Y la segunda?

—Que Sir John, el capitán, ha reconocido al galeón español como el que lleva los impuestos del Virreinato y ha planeado algo tan sucio como la mente de Mr. Cook.

—¿Piensa piratearlo?

—Y no sólo eso, sino que, aprovechando que el Tulipán Negro es un barco independiente y según él, con todo el aspecto de ser pirata, piensa saquear el galeón y culpar al Tulipán y su tripulación. Supongo que será cuestión de horas para disparar contra el Tulipán y con ese pretexto, como por fallos de puntería, cañonear al galeón. ¿No visteis dónde anclaron?

—Ahora que lo decís... el Tulipán quedó entre dos fuegos.

—Tal cual. Con que la fragata cambie el ángulo de algunos de sus cañones, sobrepasarán a vuestro barco e impactarán en el galeón y estos no sabrán de dónde vino la lluvia de balas, pues la fragata está detrás.

—¡Demonios! ¡Malditos ingleses! Eh... Perdón.

—No es nada, sé a quienes os referís.

—Os agradezco el dato, Mr. Clark, pero entonces debo partir de inmediato para el Tulipán. No os olvidéis del asunto del peñón.

—No, señor. Descuidad... y suerte.

—Y para vos, Mr. Clark.

Pierre, casi abrumado por lo que el marino inglés le había dicho, casi corrió a su bote y se hizo al mar. Remaba con fuerza para llegar lo antes posible. El marino le había dicho que, en otras palabras, serían culpables de piratería y sin lograr ni un mísero doblón; le había dicho que la fragata dispararía primero; le había dicho que... «"¡Un momento!", pensó. "En realidad Kraken dijo que el marino dijo... Yo no sé si Kraken tradujo o aprovechó la oportunidad para tenderme una trampa... Pero, no. No parecía que Kraken hubiera podido sostener una conversación bastante técnica por sí sólo, pues además de engañarme a mí, tendría que engañar a Mr. Clark y para ambos, la conversación debería tener sentido, como en verdad lo tuvo. Pero... de esa sardina entrometida podría esperarse cualquier cosa. Si hablaba sepa Dios cuántos idiomas, bien podría conocer de las artes de la navegación, la guerra y en general, la mar. Si estuviera engañando, ¿qué pretendería? ¿Qué sería lo que en realidad habría dicho Mr. Clark y qué le habría dicho a este que yo decía? No. Un asunto demasiado elaborado aún para una sardina inteligente como el majadero y entrometido de Kraken. Lo que pretendería sería obvio: quedarse con Coral para él solo, pero, ¿cómo todo lo hablado calzaría en esa pretensión? De las dos posibilidades, que Kraken hubiera traducido fielmente era la más probable, por lógica, aunque no por experiencia y los antecedentes de ese tritón mañoso."»

Si quería Pierre mantener todo bajo control y no podía evitar que la fragata disparara primero, debería replantearse la estrategia con base en este nuevo hecho; y eso era lo que iba pensando mientras remaba hasta que el bote fue detenido; se volvió y a pesar de la oscuridad, pudo ver que era Kraken quien lo estaba sosteniendo.

—¿Y ahora qué quieres? —le preguntó al tritón de mal modo.

—Que te disculpes.

—¿Por el golpe que te di con el catalejo? Se me cayó.

—No tonto. Con Coral.

—¿Y por qué tendría que disculparme? Además, estoy apurado, como imaginarás si lo que tradujiste lo hiciste bien.

—Lo hice bien y por eso mismo tienes que disculparte. Aunque no lo creas, le tengo mucho aprecio a Coral y me molesta que lo trates mal, pero más me molesta que lo consideres un chico tan bajo como parece que crees que es. No lo es, tonto. No lo es. Aunque no veo ningún problema en que Coral se aparee con quien quiera y las veces que quiera, pues para eso es libre, según tú eso significa una especie de grave problema moral y por eso lo descalificas, lo censuras y lo condenas.



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En el texto hay: piratas, tritones, gay

Editado: 06.05.2018

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