Efectivamente, la nave que venía detrás del Tulipán era la Noordewind. Los holandeses, desconfiados, habían mantenido especialmente vigilada a la fragata, y a la primera muestra de que se preparaba para zarpar, ellos también se prepararon. De poco les sirvió a los ingleses la táctica de apagar todas las luces y sólo mostrar la ronda del farol cada hora en punto. El asunto fue fácil para los de la urca, pues la fragata, anclada al interior de la rada, debía pasar por entre los franceses y holandeses, que como se recordará habían anclado más afuera, por lo que el tránsito del navío no iba a pasar desapercibido para los republicanos si estaban atentos. Fingiendo ignorarlos dejaron salir a los ingleses y al poco rato, zarparon tras ellos. Para el amanecer, el capitán holandés estaba a proa con su catalejo cuando el vigía alertó de la presencia del Tulipán Negro, y allí cayó en la cuenta de que ni los ingleses ni los españoles habían mentido sobre la presencia de los piratas.
—¡Aminorad la velocidad! ¡Mantened la distancia! —ordenó el capitán holandés.
—¿Quiénes son? —preguntó su Primer Oficial.
—Los piratas —contestó pasándole el catalejo—. Están entre la fragata y nosotros.
—¿Y qué pensáis hacer? —dijo mientras ponía el aparato sobre su ojo derecho y confirmaba la naturaleza del barco que veía.
—Por lo pronto, seguir así y si es del caso, dejar que sean los piratas quienes den cuenta de esos zorros ingleses. Serán todo lo que queráis, pero no son cobardes y menos con una fragata bien armada. Si zarparon amparados a la oscuridad de la noche, no fue por huir de quienes estábamos en la bahía, sino porque algo se deben tener entre manos y han salido a buscarlo, o, si ya lo consiguieron, se van triunfantes pretendiendo dejarnos a todos como imbéciles discutiendo entre nosotros.
—¿Creéis que pueden tener al tritón? —preguntó mientras devolvía el catalejo a su capitán.
—Puede ser, pero la presencia de los piratas me lleva a pensar que hay otra cosa.
—¿Dinero?
—Pensad, amigo mío, pensad. ¿Por qué una flota completa de españoles está aquí? Y prestad atención a su configuración: dos galeones y un bergantín.
—¿Habrán venido por el naufragio del Asunción?
—Eso sería si el Asunción hubiera venido con un cargamento de tanta importancia que lo amerite. No. No lo creo. Además pudisteis notar que el Capitán General no era del Asunción, sino del otro.
—Del Nuestra Señora del Buen Retiro.
—Ese. Lo más probable me resulta ser que llevaban oro de las Indias... suficiente como para ameritar que terminaran todos aquí.
—Pero si el oro lo lleva el galeón sobreviviente... ¿por qué no siguieron curso a España custodiados por el bergantín y abandonando al cascarón ese que se deshace en la bahía?
—Por eso os digo que debe haber algo más. Quizás ese asunto del tritón, combinado con el oro, haya hecho que todos estemos en este negocio. Unos por el bicho, otros por el oro.
—Pero no creo que la fragata se haya ido con el oro, capitán. No osarían robar a los españoles, aunque según parece, les robaron el tritón en el puerto de Santo Domingo.
—Tampoco yo creo que los ingleses se hayan ido con el oro. Por eso es extraño... muy extraño. Capturar a un tritón ya es algo excepcional, demasiado excepcional; pero tampoco creo que sea suficiente como para justificar el asunto que parece se tienen españoles e ingleses, que como recordaréis, fue muy pintoresca la forma en que discutieron durante la conferencia de capitanes.
—¿Y los franceses?
—Esos están como estuvimos nosotros al comienzo: a la búsqueda del tritón; ni más ni menos. Pero no quiero menospreciar la inteligencia del capitán del Courage y supongo que no tardará mucho en sacar las mismas conclusiones que nosotros.
—Pero los franceses no han confirmado la presencia de los piratas. Solo tienen lo dicho en la conferencia.
—Por eso os digo que están como nosotros al principio, aunque no dudo que en cualquier momento, se despabilarán. Mientras tanto, llevamos ventaja. Ya todos, franceses y españoles, deben haber descubierto que tanto la fragata como nosotros, hemos zarpado. Estarán discutiendo las razones, posibles destinos y sepa Dios qué más. No creo que piensen que nosotros desistimos. Lo más probable es que concluyan que la fragata zarpó primero y nosotros salimos a perseguirla.
Editado: 06.05.2018