El Poder de Uno

Parte 2

— ¿Y qué propones? — le preguntó Anais, molesta — ¿Luchar contra ellos? Son demasiados y muy fuertes.

— Morir peleando es preferible a seguir vegetando. Son unos cobardes.

— ¿Todavía recuerdas lo de tu padre?

— Como olvidarlo, quienes me sonríen parecen haber olvidado que dejaron morir a papá, y sin él mamá de a poco se apagó, si yo hubiera sido mayor...

— Con 6 años no pudiste hacer nada, te salió a buscar y te dejo donde los del pueblo pudieran encontrarte, distrajo a las cazadoras para que no dieran con este lugar, fue un héroe.

— Un héroe que dejaron ir solo contra todos las guerreras, por eso termino muerto.

— Mejor volvamos, es tarde.

— ¿Todavía quieres seguirme a las casas abandonadas?

— La verdad no lo sé — ambos quedaron en silencio mucho rato — volvamos.

— Anda tú, yo iré más tarde.

Andrés se quedó pensando, tal vez tengan razón sus amigos, debería quedarse en el pueblo, buscar una de las casas dentro de la villa, casarse con Anaís, y seguir con la vida que todos llevaban, pero algo en su espíritu le decía que ese no era su camino. Al final se durmió en ese lugar, fue despertado por los gritos a lo lejos, y el crepitar de las llamas.

— ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? Mi aldea — corrió, cuando llegó solo vio cadáveres en todos lados, entró a la casa de su hermana, la habían apuñalado al menos 100 veces, era un milagro que todavía estuviera viva.

— Eli... debí protegerte, soy un imbécil, perdóname hermanita... — no pudo evitar llorar.

— Tú debes... seguir tu camino... me alegre cuando... vi que te habías... escapado como siempre... siento que tienes... una... gran misión... te amo... vive y se feli... — le pasó una pequeña placa de plástico duro, donde había una foto, un nombre y varios números y varas de distinto tamaño, murió en paz.

— Fue mi culpa... pude haberte salvado... porque todos a quienes quiero me mueren... ¡¡¡Anaís!!! — gritó desesperado.

Allí también llegó tarde, todos en esa casa estaban muertos, a su novia la habían usado para un macabro juego, la habían atado a una pared, con una manzana en su cabeza, que fue lo único a lo que no le acertaron, su cuerpo parecía un amasijo de carne y sangre.

Aunque estaba en shock Andrés sabía que debía enterrar a las mujeres, los zombies siempre seguían a las guerreras, para comer lo que más pudieran de carne femenina y así calmar por un tiempo sus dolores.

Solo alcanzo a enterrar a su novia y su hermana, las puso donde nadie podría encontrarlas, desde un monte vio a las hordas hambrientas que se disputaban los cadáveres de las pobladoras o de las cazadoras, a ellos les daba lo mismo.

— ¿Ahora qué haré? ¿Papá, mamá, hermana, Anaís? ¿Qué haré? — luego de llorar un rato, se dio una cachetada — no dejaré que su recuerdo desaparezca, debo sobrevivir.

Seis años más tarde, cuando cumplió 21, ya era un avezado "lobo solitario", durante ese tiempo se dedicó a matar a zombies, y amazonas, su gesto ahora era siempre serio, solo reía al recordar a su hermana, tal vez fue mejor que murieras, pensó muchas veces, eras demasiado buena para este mundo. Al ver poblados humanos se alejaba, sentía que era su culpa lo que había pasado con sus seres queridos, y no quería que nadie más muriera por su causa. 

Un día vio unas mujeres vestidas como cazadoras y varios hombres, andaban todos juntos, lo que le extraño.

— ¿Por qué no se las comieron? Parecen no tener dolor ¿Será que las llevan como prisioneras y las comen según las van necesitando? No parece, me da la impresión que son... amigos.

Los vio descubrir una pequeña familia que se ocultaba en una cueva.

— Pobres diablos, que manera tan horrible de morir tendrán.

Pero ninguno de los 5 que encontraron fue dañado, al contrario, parecía que estaban contentos cuando los otros terminaron de hablarles, y se dejaron conducir. Era todo tan raro que Andrés decidió seguirlos. Varios después llegaron a un valle gigante donde había edificios, y al parecer la electricidad no era problema, ya que era de noche y había luz, se quedó vigilando desde lejos, vio soldados recorriendo el perímetro en jeep, con ropa como había visto en añejas fotografías.

— ¡¡Qué lugar más raro!! ¿Qué piensas Eli? — como siempre que tenía un dilema le pedía a ella que lo iluminara.

Se acomodó a dormir, soñó cuando recién había muerto su madre, Eli tenía 16 años y el 10, ella como siempre le contaba del pasado que habían tenido los humanos.

— ¿De verdad eso que vemos en las fotografías existieron?

— Si, antes todo era así. Las personas viajaban por toda la tierra en aviones... los abuelos decían que era un tiempo increíble y ellos sin darse cuenta, odiaban trabajar en las oficinas, y llegar a comer lo mismo en casa, cuando lo perdieron recién se dieron cuenta de lo afortunados que eran. Me gustaría llevarte a esos tiempos. Dicen que esto era para entrar a cualquier lugar de ese mundo, es de nuestro abuelo — le mostró la lámina de plástico que le dio antes de morir.

Cuando despertó ya sabía qué hacer, salió del bosque y se plantó frente a un vehículo de patrullaje.

— Sargento, deténganse — un hombre bajo del jeep, y lo miró fijamente.

— No estas contagiado.

— ¿Quiénes son y qué lugar es éste? — preguntó Andrés.

El capitán Smith, al ver la tarjeta que portaba en su cuello el recién llegado, lo hizo fruncir el ceño.

— ¿De dónde la sacaste? — su gesto era de odio.

— Era de mi abuelo.

— Perteneces a esa maldita familia.

— ¿Qué ha dicho? — Andrés se adelantó para golpearlo, pero antes que lo hiciera, el militar sacó un aparato que le dio un shock eléctrico que lo dejo inconsciente en el suelo.

— Capitán, él no tiene la culpa de lo que hizo su antepasado.

— Lo sé, perdí la calma — respiró lento para tranquilizarse — hay que llevarlo con el profesor.



#1344 en Terror

En el texto hay: muertes, zombies, lucha

Editado: 05.04.2021

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