El portal a Apricon.

10

El viento, húmedo y caluroso, susurraba entre las hojas mientras crujían bajo los pies de Válian, se detuvo frente a un tronco frondoso y se dejó caer para descansar.
Entre tu llegada y la aparición de las sirenas, el cuartel ha priorizado la seguridad del pueblo después del ataque de hace una semana, por lo que tu retorno se verá retrasado —dijo, con voz firme.

Con mucha inquietud pregunte:

—¿Y que haré mientras tanto?

—Estorbar—gire hacia Neron que se encontraba sentado en la rama de un árbol marchito—, por eso te trajimos al páramo del bosque más lejano, solitario y sospechoso, en donde si algo te pasara nadie te oirá gritar.

Un escalofrío recorrió mi espalda al ver su sonrisa felina ampliarse de forma macabra.

—Neron... —regañó Válian con los dientes apretados.

—¡Pero estamos nosotros para evitar que alguien te haga algo malo, gatita!

El zorro da un salto y aterriza frente a mí, sus nueve colas se mueven de felicidad pasando su brazo sobre mis hombros.

—¡Te enseñaremos a patear pelotas místicas!

—A defenderte —corrige Valían—. Será lo básico por si te encuentras sola y no estamos contigo.

—Un poco difícil ya que me encariñe contigo —Neron plantó un sonoro beso en mi mejilla con su voz llena de entusiasmo—. ¡Vamos! ¡Muéstrame tu mejor guardia!

Levanté los puños como había visto en las películas, pero una ráfaga de viento movió mi cabello. El pie de Neron estaba a centímetros de mi cara.

—¡Estás muerta! —declaró, bajándome la tensión—. Si colocas ambas manos al frente, no podrás cubrir los costados.

—Otra vez —exigió Válian, acercándose para corregir mi postura. Así comenzó mi entrenamiento.

Vi a muchas criaturas extrañas curiosas a nuestro alrededor, una especie de perro reptil ronca en las piernas de Válian al atardecer y un búho blanco nos espía con sus polluelos en lo alto.

Neron ha roto vario palos en mi espalda sin contemplación, parecía que disfrutaba de golpearme y la risa enfermiza subía la intensidad las pocas veces que lo atacaba.

—Creo que ya es suficiente —se apiadó Válian cuando escuchó mi estómago rugir.

Me salió un suspiro del alma.

—¡Aguantamos unos palazos más! —exclamó el zorro con regocijo.

—¡QUE NO! —grite con rabia.

Palazo le voy a meter en la cabeza a Neron si no me deja respirar.

Mi cuerpo ya no daba para regresar hasta el cuartel, estaba llena de sudor, mi vestido sucio y un poco desgarrado me hizo darme cuenta de que jamás en mi vida me había involucrado en una pelea. mis amigos siempre estaban ahí para protegerme, sobre todo Konstantin.

¿Que pasara cuando mi vida dependa de eso?

Mis piernas flaquearon, llevándome al suelo. Mis manos ardían con astillas incrustadas.

—¿Me pasé? —preguntó Neron.

Le lance una mirada asesina, su risa y la de Válian confabularon para sonar al mismo tiempo que el rubio me levantaba en brazos. Neron me envolvió con su abrigo cuando la luna comenzaba a soplar un aire frio.

Tuvimos que cruzar por el pacífico pueblo de Apricon, el ambiente de armonía y paz reconfortaba. Es lindo ver a criaturas de distintas especies convivir de forma tan fraternal.

Los cíclopes que resguardaban el cuartel abrieron las rejas para dejarnos entrar.

—Ya la puedes bajar —mencionó Válian.

—¡Deja los celos! —bufó Neron meciendo mi cuerpo como un bebe del que no quería despegarse—. Ni siquiera puedes con su peso.

¿Me dijo gorda?

No debo de quejarme. estoy tan cansada que dejaría que me dejara en cama. El baño puede esperar otro día.

—¿Por qué la tienes en brazos?

Esa voz consiguió que me tiraran al suelo como algo intocable que estaba prohibió para Neron, o algo que Neron no quisiera que Annalis viese.

—¡No es lo que parece! —se apresuró a aclarar.

—Huma... Milenka, puedes acompañarme, por favor.

A pesar de haberse recuperado del ala su voz seguía con secuelas, solo que su petición se escuchó con un tono frio, traía el temple serio que jamás había visto. Válian me ayudó a levantarme mirándome con lastima.

También se dio cuenta.

Dejamos a los chicos atrás, por el camino que tomamos deduzco que me lleva al jardín de flores colgando de los árboles como lianas iluminadas por luciérnagas.

—¿Te gustan? son flores de Jades

—Parecen mágicas.

La jefa del cuartel no separaba su atención de mí, preferí admirar las estatuas que decoraban el jardín que enfrentarme a su mirada.

—Ya se te pasó el efecto, haz vuelto a ser humana —dijo, tocándome la cabeza y confirmando que las orejas ya no estaban.

Ni siquiera lo sentí, ya no sentía el dolor del comienzo, Ragna tenía razón, con el tiempo me acostumbré.

—¿Estuvo rudo el entrenamiento?

—Neron me usó como saco de boxeo.

La arpía me miró con ojos llenos de intriga y sorpresa, soltando una risa suave.

—No tengo idea de lo que dijiste, pero debe ser algo malo.

Asentí, con las ganas acumuladas de preguntar si todo estaba bien o era impresiones mías.

—Sabias que como en tu mundo, nosotros tenemos nuestras propias leyendas y supersticiones.

—Pensé que al ser un mundo de criaturas místicas no tenían mitos ni... ¿criaturas mágicas? no sé cómo decirlo

Es irónico.

—Si, una de las más conocidas es la violenta enemistad de las sirenas y el rey de la serpiente.

» Por milenios, los Basiliscos fueron nuestros protectores, tenían un agudo sentido del peligro. Después de la guerra contra el mundo humanos, el rey serpiente fue proclamado monarca de todas las criaturas, las gorgonas lo apoyaban y los elfos se arrodillaban; hasta que las grandes sirenas se alzaron y ambas especies desaparecieron.

—Disculpe si sueno grosera, pero ¿quería hablar conmigo de algo o.... solo quería a alguien con quien charlar? —la ansiedad de saber de dónde surge esta rara atmósfera me ponía nerviosa.

—Más que todo pedirte un favor.




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