167
Luis Mejia
podían mantenerla más tiempo abierta, ------Belcebú no solo luchaba para
mantener su parte de la puerta unida con la del dios de la vida, también lo
hacía para mantenerla sellada al otro extremo para impedir la salida de las
almas de los que ya habían muerto, al escuchar el llamado del dios de la
vida, Ringo se despidió de sus seres queridos a los que nunca jamás
volvería a ver a causa de su precio a pagar,------ al terminar Ringo
regresaba a la vida sin ningún remordimiento de conciencia y su familia la
cual se dirigía hacia su nuevo hogar desaparecía en el camino al igual que
él, antes de salir la espada que había sido llamada y salió disparada desde
el paraíso llamado tierra y viajaba atreves de la puerta hacia el otro lado, no
pudo llegar hasta donde su legítimo dueño se encontraba, ringo la sostuvo
antes de poder cruzar al otro extremo, saliendo con ella y llevándola
devuelta al mundo de los vivos, ante la mirada de todos los dioses, héroes y
demonios que se habían reunido para esperar su regreso.
El dueño de dicho tesoro, al ver que la espada no llegaba y la puerta
representaba un peligro si permanecía más tiempo abierta, al darse cuenta
quienes estaban manteniéndola abierta, aquel ser extraño a quien nadie
conocía utilizo su poder y autoridad como ser supremo que era para
arrebatar la vida al dios de la vida y al dios de la muerte, de esa forma
serrarla por la fuerza y poder llevarlos al lugar donde se encontraba.
Después de salir el líder de la facción de los héroes, Belio y Belcebú
cayeron al suelo de rodillas ante la mirada de todos los presentes no había
nada que hacer la vida de los dos dioses se desvanecía y la puerta que
ambos había abierto se cero ya no podían mantenerla más tiempo abierta,
su tiempo de vida se había agotado sin razón alguna, al verlos en tal
estado, ringo sostuvo a Belcebú y Dinacor sostuvo a Belio, ambos
agonizaban y sus cuerpos se desvanecían ante la mirada de los demás al
darse cuenta que ese era el final para ellos, antes de morir ------belio les dijo
a todos los que observaban aquel acontecimiento, ¡no me arrepiento de lo